LXXXIII. Un viaje de negocios

3.3K 117 6
                                    

12 de octubre

Llegué a casa y no había nadie. Lo prefería así, no sabía cómo mirar a mi madre a la cara. Me acosté en la cama, intenté dormir sin conseguirlo. Llamé a Chiara y le conté todo lo que había pasado. Ella tampoco se lo esperaba, claro, quién iba a hacerlo de ese padre perfecto que creía que tenía hasta ayer. Cuando terminé de hablar con Chi, me acerqué al despacho y vi que todas las cosas estaban en su sitio. Mi madre habría salido a comprar ¿Hoy es festivo, no? Sería alguna urgencia. Volví a mi habitación y decidí ducharme para hacer tiempo.

Recibí un mensaje de Pedri:

Ya ha llegado Fer, ¿cómo estás? ¿Has hablado con tu madre?

En vez de contestarle, le llamé:

-Hola, vecinita

-Mi madre no está en casa.

-¿Y eso? ¿Te ha dejado alguna nota?

-No, imagino que volverá pronto.

-¿Cómo vas?

-Bueno, he tenido días mejores.

-Escucha, Fer no estará esta tarde-noche en casa. Voy a estar aquí por si quieres venir.

-Genial, te digo luego.

Colgué y escuché movimiento en casa. Mi madre habría llegado ya. Bajé corriendo y la encontré en el comedor dejando una pila de libros.

-Hola, hija. Ven ayúdame con lo que hay en la entrada.

Me acerqué y había tres pilas más de libros como las que había dejado en la mesa.

-¿Y esto mamá?

-Encargos de la editorial, solo hay que leer y clasificar, menos mal que no tengo que traducirlos.

-¿Hoy trabajan?

-No, pero mi compañera me los había dejado en una librería y he aprovechado el día libre para recogerlos.

Todo este asunto de los libros hizo que me olvidase de lo importante, pero finalmente hice la pregunta.

-¿Dónde está papá?

-Ha pasado la noche aquí y se ha ido muy pronto esta mañana. Tiene un viaje de negocios, se ha ido a Madrid unos días, mañana tiene una reunión importante.

-¿Sin despedirse de mí?

-Me ha preguntado por ti y le he dicho que se acordara de llamarte luego. Seguro que lo hará.

Mi madre no estaba seria ni enfadada. Seguro que no sabía nada y prefería contarlo ya antes de que explotase de forma peor.

-Ayer pasó algo. Vi a papá cenando en un restaurante con una mujer.

Mi madre se giró y me miró a los ojos. Empezó a reír.

-Sí, después de la reunión tuvo una cena con una de las agentes de publicidad encargada de la empresa, es Clara. Todo está bien, hija.

¿Mamá sabía lo de la cena? ¿Había estado llorando inútilmente? Me quedé callada. Mi madre siguió ordenando los libros. ¿Y si todo había sido un malentendido? Ver tranquila a mi madre, me calmó un poco, pero tenía ganas de analizar todo esto en frío con Pedri. Sin duda, iría a verlo esta tarde.

-Valentina, ¿me ayudas a subir los libros en cuanto los ordene?

-Claro, mamá. Voy a por algo de comida mientras.

El día transcurrió bien, mi madre quiso que pasáramos tiempo juntas y me propuso hacernos la manicura. Ella era toda una experta, en cambio yo era bastante torpe, pero sé que era algo que a ella le encantaba hacer juntas.

Me estuvo contando anécdotas que estaba teniendo con la traducción de un libro, su llamada con Donna Paola, nuestra vecina en Milán y su encuentro con un antiguo compañero de trabajo. Luego, me preguntó por mi relación con Pedri.

-No sé si estamos haciendo bien en dejarte tanta libertad aquí, me da miedo, pero a la vez confío en el joven.

-Está saliendo todo bien, voy bien en el instituto y a la vez sigo conociéndolo. Es buena persona, sabe respetar mis tiempos.

-Lo sé, es muy educado. Creo que ha sido capaz de gestionar cosas difíciles y eso le ha ayudado a madurar antes. Es una buena influencia. Pero por favor, id con cuidado.

Me sonrojé, no me apetecía otra charla de las suyas sobre el tema.

-Mamá, por favor...

-Vale, vale. No digo nada más sobre el tema.

Escogimos cada una de nosotras un color, y seguimos con el proceso. Cuando acabamos, mi madre me dijo que iba a ponerse a ordenar un poco la casa y que si me apetecía pedir comida.

-Claro que sí, mamá.

-Llamaré al restaurante del Club Deportivo, me he enterado que te lo traen a casa si estás en la urbanización.

Asentí y subí a mi habitación. Le escribí a Pedri diciéndole que esta tarde nos veríamos. Recibí una llamada y la cogí pensando que era él.

-Hola, vecinito.

-Hola, Valentina. Vecinito no, soy Cristian. ¿Cómo estás desaparecida?

-Perdóname, estoy bien, he pasado el puente con quien tú ya sabes.

-Entonces estás en la gloria. ¿Has hecho todo lo que había?

-Sí, lo tengo.

-Lo esperaba, gracias. ¿Puedes explicarme un poco el comentario de Castellano?

-Mejor te envío los resúmenes que tengo ¿Vale?

-Perfecto, Valentina. Mañana nos vemos.

-Hasta mañana, Cristian.

Fui a enviárselo y me puse a leer en el comedor, intentaba distraer mi mente de cualquier forma, pero en el fondo solo tenía ganas de que fuese ya por la tarde y poder comentarlo todo con Pedri.

La clave (Pedri González) [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora