LXX. 1,2,3...Acción

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3 de octubre

Sentí el olor de Pedri al despertarme esa mañana, pero al abrir los ojos ya no estaba conmigo. En mi mesita había una nota al lado de mi móvil. ¿Qué tenía preparado?

Acompáñame a una sesión de fotos. Mañana a las 12 paso a recogerte.

¿Una sesión de fotos? Sin pensar en que podría estar durmiendo aún, le llamé.

-Buenos días, preciosa.

-Buenos días, vecinito. ¿La nota que me has dejado?

-¿Qué me dices? ¿Vienes?

-Claro, pero ¿Y eso de las fotos?

-Una de las marcas que patrocina al equipo, va a presentar material deportivo nuevo y vamos a La Masía a hacer las fotos. Luego, comeremos y de allí iré al partido. Puede pasar Fer a por ti luego para ir al Camp Nou.

-Genial, voy a arreglarme. Nos vemos ahora.

-Vale, vecinita.

Me metí en la ducha y pensé en desayunar antes de arreglarme. El móvil no dejo de vibrar y supuse que serían mensajes del grupo de clase. Empecé a repasar mentalmente si teníamos exámenes, oddio. Mañana era el examen de dibujo técnico. Podría repasar por la noche antes de acostarme. Qué desastre. Sin mirar el móvil, me puse el pijama y bajé a comerme unas tostadas. Mi padre trabajaba en el jardín y mi madre tecleaba en el sofá. Seguía trabajando. Seguramente tendría cerca la fecha de entrega de un proyecto. Escuché de nuevo el móvil vibrar, me apresuré en subir las escaleras. Abrí el armario y cogí el móvil, vi que era una llamada pero no vi quién, seguro que era Pedri.

-Me visto y estoy lista.

-¿No sabes quién soy?

Joder, otra vez él.

-Mateo ¿qué quieres?

-¿Crees que porque dos tontos vengan a darme un susto voy a parar?

Empecé a ponerme nerviosa y no sabía que contestarle. Tras mi silencio, él sonrió.

-Ay Valentina... Qué poco me conoces. Dile a tu novio que yo siempre acabo consiguiendo lo que me propongo.

-Déjanos en paz, por favor. No tiene sentido.

-Es una pena que haya tenido que borrar el vídeo. Seguro que hoy juega un partidazo, pero es una lástima que no pueda celebrarlo contigo. Si no vienes esta tarde a mi casa, mañana todo el mundo sabrá con quién estás. Tú prefieres, venir a mi casa o sincericidio.

No pude contestar antes de que él colgase. Miré el reloj y eran las 12 menos 5, así que me arreglé lo más rápida que pude y sin maquillarme bajé a esperar a Pedri. Si ni con las amenazas ha parado, ¿qué me queda?

La furgoneta frenó delante de mi casa y subí por el lado izquierdo. Pedri me recibió con una sonrisa, yo me acerqué a besarle. Preferí no contarle nada de la llamada antes de las fotos. Llegamos a la ciudad deportiva y Pedri me abrazó antes de bajar del coche. El staff estaba preparado, me presentó al fotógrafo y mientras él fue a la sala de vestuario, yo me quedé en la localización elegida. Varias personas arreglaban focos, cambiaban trípodes y comprobaban distancias. Todo era muy profesional y me recordó cuando Chiara y yo nos colamos en la semana de la moda de Milán. Fue divertido.

Salió vestido con una de las sudaderas que debía llevar para las fotos, todas las personas se pusieron detrás de las cámaras y sin darme cuenta la sesión había empezado. Parecía que había nacido para posar y se lo estaba haciendo fácil al fotógrafo. Mi mente me teletransportó a los primeros días que pasamos juntos en su piscina. Ese atractivo irresistible no se había perdido sino que aún estaba con más fuerza. El fotógrafo le pidió que hiciera diferentes gestos, guiñó un ojo, sonrió mirando para otro lado y hizo nuestra señal. Los dos dedos en forma de V, me miró al hacerlo y le imité. Me encantaba que tuviese esos gestos conmigo.

Pasó un buen rato hasta que dieron por finalizada la sesión y Pedri me indicó que iba a entrar otra vez al edificio.

-Si no como aquí, no me da tiempo ya antes del partido. Les he dicho que te incluyeran en la lista. Vamos.

-Estabas precioso, vecinito. Me ha encantado estar presente.

-Me alegro, vecinita. Ha salido bien porque estabas delante. Hay días que han sido un poco horribles.

Fuimos a una cafetería y allí nos siriveron el menú. Pedri saludó a dos hombres que charlaban en otra mesa y volvió a la nuestra.

-¿Estás preparado para el partido?

-Sí, creo que ganaremos.

-Seguro que sí, Pedri. Estaré animándote igual.

Terminamos de comer y salimos a la terraza. Juntamos nuestras sillas y nos abrazamos.

-Oye, Pedri. Esta mañana ha pasado una cosa y tengo que contártela.

-No me digas que te ha escrito Mateo.

Me quedé mirándole y asentí con la cabeza.

-Me ha llamado esta mañana y me ha dicho que o voy a su casa o cuenta mañana a todos que estamos juntos.

-Me extraña que se atreva a hacerlo después del susto de ayer.

-No aguanto más esta situación.

-Tenemos que pensar otra cosa.

De repente, el fotógrafo salió a la terraza y llamó a Pedri. Tenía que grabar un pequeño vídeo para Instagram.

-Dios, esto no, se me da fatal.

Si me había gustado verlo posando, aún más intentando hablarle a la cámara. Se puso nervioso y parecía que tartamudeaba.

-Oye, tranquilo. Son dos frases, vecinito. Venga ensaya conmigo. 1,2,3... acción.

Negaba con la cabeza y se levantó para grabarlo en la otra parte. Tras varios intentos, lo consiguió.

-Fer vendrá a por nosotros dentro de poco. Mientras pensemos qué hacer para deshacernos de Mateo.

Me cogió de la mano y me acordé de lo que Chiara hizo en un caso parecido, pero eso no podía contárselo a Pedri. Su hermano llegó y nos dirigimos al Camp Nou y en cuanto estuviera a solas llamaría a Chiara para pedirle consejo. Ese plan puede ser que funcionara y que solucionara nuestro problema. 

La clave (Pedri González) [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora