LV. El arte de la improvisación (parte 2)

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24 de septiembre

Me quedé allí parada. Escuché como la puerta se cerraba detrás de mí. Aún sentía mi pulso acelerado, pero estaba segura de que Pedri no querría seguir luego, así que le hice caso y me vestí. Pasaron cinco minutos largos hasta que volvió a entrar. Seguía estando serio, se acercó y se sentó en el sofá conmigo.

-Perdóname, Valentina. Era una cuestión familiar urgente, pero ya está solucionado. Mis padres vienen la semana que viene a vernos. ¿Preparada para conocerlos?

-Me alegro mucho, vicino. ¿Alguna vez se está preparado para eso?

Los dos nos reímos. Él puso su mano sobre mi pierna.

-¿Por dónde íbamos?

-¿Por qué actuaste así antes?

-¿Así como?

-No sé, te pusiste muy serio conmigo, nunca lo habías hecho.

-Me llevaste la contraria, vecinita.

-¿Y no puedo hacerlo?

-Ya te dije que me gusta tener el control.

-¿Y si no te dejo?

-Lo conseguiré de una forma u otra.

-A mí también me gusta tener el control, así que tenemos un problema.

-Te concederé excepciones, pero hoy no era el día.

-¿Estás bien, Pedri?

Él apretó la mano que tenía apoyada en mi pierna.

-Podría decirte que sí, pero te estaría mintiendo. Además de que me haya jodido que nos hayan interrumpido, noto a Fer distante conmigo.

-¿Ha pasado algo entre vosotros?

-No, pero no para de cambiar de planes constantemente, iba a venir Bego y ahora no viene, algunos días va a salir con unos amigos y luego acaba yendo con otros, hoy mismo iba a estar fuera y trae a la gente aquí. Imagínate que tú y yo tuviéramos otros planes.

-Entiendo a que te refieres, pero sería buena idea que lo hablases con él. Algún día que estéis los dos solos, tranquilos.

-Ya chiquita, pero me da pena que estemos así, él ha sido mi apoyo más fuerte desde siempre.

-No me gusta verte así, vecinito.

-Ya sé que me prefieres desnudo.

Me pilló por sorpresa su respuesta. Él movió su mano y se levantó.

-¿Qué te apetece hacer? ¿Quieres ir a tu casa o nos quedamos aquí?

-Mis padres ya se habrán ido, vamos allí.

Él se puso la camiseta, recogimos las cosas y salimos de allí.

Salimos por la parte de atrás para evitar pasar por delante de los amigos de Fer y llegamos a mi casa. Efectivamente, mis padres ya se habían marchado, le dije de subir a mi habitación y él me adelantó por las escaleras.

-Te sabes mejor el camino que yo.

Se giró y me guiñó un ojo. Saqué mi pijama y lo dejé en su sitio y colgué la mochila. Mientras tanto, Pedri me observaba moverme por la habitación desde mi cama. Cuando me acerqué a dónde estaba, me hizo una señal para que me pusiese entre sus piernas. Sin decir nada, me quitó la camiseta y me desabrochó el pantalón, fui a bajarlos, pero él se me adelantó. Me senté en su regazo y empezamos a besarnos.

-Espero que ahora no nos moleste nadie, Valentina.

-Estoy segura de que no.

Nos tumbamos en la cama y fue desnudándose poco a poco. Me subí encima de él y le pedí que me dejase tomar el control, él asintió con la cabeza y empecé a moverme cuando sonó el teléfono. Pedri me pidió que parase. Era su móvil. Me bajé y él fue a cogerlo. Se giró a mirarme y me hizo una señal antes de salir a hablar.

No podía estar pasando otra vez. Cuando entró a la habitación, se echó las manos a la cara.

-Era mi madre. Parece que hoy no es nuestro día.

-No pasa nada, vecinito. Vamos a pedir la cena por el portátil y mientras esperamos te enseño los dibujos que hice para clase ¿te parece?

-Claro, vecinita.

Pedimos hamburguesas, patatas y nuggets. Tardarían 30 minutos en traerlo, así que una vez lo pedimos, fuimos a la biblioteca donde tenía el escritorio. Saqué las láminas y ordené de nuevo los libros. Él se sorprendió y le estuve explicando cómo había hecho cada una.

-Pasas aquí mucho tiempo por lo que veo.

-Sí, ya viste el otro día.

Se acercó un poco más a mí y me besó el cuello.

-Pues voy a hacer que te acuerdes de mí cada vez que estés aquí.

Puso sus manos sobre mi cintura y me obligó a darme la vuelta. Una vez me tuvo frente a él, me subió a la mesa y abrió mis piernas. Nos besamos y me preguntó si quería seguir, asentí con la cabeza. Él se deshizo de sus boxers y le dije que faltaba lo más importante, pero sonrió y me lo enseñó antes de ponérselo. Estaba deseando sentirlo dentro otra vez y fue especial. Al final, fue Pedri quien llevó el control, me encantaba verlo disfrutar conmigo. No tardamos en acabar, pero ambos estábamos sudados.

-Valentina, antes de dormir me imagino teniéndote así.

-Así desnuda.

-Y a mi merced. Me encantas, vecinita.

Se separó de mí y fuimos a vestirnos, yo me puse el pijama y bajamos al comedor a esperar la cena. Pusimos la tele y él me preguntó si le importaba que viésemos un partido de fútbol de la Liga.

-¿Analizando a tus contrincantes?

-Me gusta siempre ver los partidos del resto, vecinita. Si quieres ver otra cosa, dime.

Estuvimos esperando un poco y llegó la cena. Los dos comimos en silencio y luego decidimos subir a mi habitación. Nos tumbamos en la cama y pusimos una película. Estuvimos hablando y hubo un momento que él dejó de contestar, se había dormido, así que me giré e intenté dormir también.

Me desperté con el ruido de la puerta de casa. Pedri ni se inmutó. Mierda. Salí lentamente de la habitación y la cerré.

-¿Papá, mamá?

-Valentina, ya estamos aquí.

Bajé para evitar que entraran a la habitación. Les conté que estuvimos cenando aquí y que Pedri se había marchado hacía rato. Y cuando los dos se despidieron de mí, subí. Entré en la habitación y él seguía durmiendo como si nada, así que me acosté otra vez.

POV Pedri

La luz de la ventana me despertó. Abrí los ojos y Valentina no estaba en la cama, pero yo sí estaba en su habitación. Me incorporé en la cama y antes de levantarme escuché una voz que decía:

-Ahora no puedo hablar, te prometo que te llamo más tarde.

Me extrañó que alguien la llamase tan temprano, enseguida pensé en su ex. Salió del baño y me miró sorprendida. Llevaba el móvil en la mano.

-Buenos días, Valentina. ¿Hablabas con alguien?

-Buenos días, vecinito. Nada, no era nada urgente. ¿Volvemos a dormir?

Volvimos a acostarnos, pero que no me dijese abiertamente quién era me provocaba cierta inseguridad. La abracé y ella parecía feliz, pero presentía que su ex iba a traer problemas. 

La clave (Pedri González) [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora