C. La hora del perdón

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7 de noviembre

Desde aquella noche no había vuelto a ver a Pedri y el arrepentimiento por lo que pasó con Gavi vino desde que me levanté aquel sábado por la mañana. Pasé todo el día en mi habitación. Solo intercambié unos cuantos mensajes con Pedri. Hoy domingo era día de partido y me sentía tan avergonzada que preferí no acudir al campo.

Tras mucho pensarlo, en vez de escribirle un mensaje, decidí llamar a Gavi y pedirle perdón por lo sucedido. Sonaron varios tonos antes de escuchar su voz.

-¿Diga?

-Hola Gavi, soy Valentina.

-Hola Valentina.

-No quiero molestarte, sé que hoy tenéis partido, pero quería pedirte perdón por lo que sucedió el otro día.

-Yo también lo siento. Me deje llevar y no tenía que haberte hecho caso.

-Me aproveché de las circunstancias y de ti. Lo siento de verdad.

-No te preocupes, espero que hayas solucionado las cosas con Pedri. Esto no ha pasado ¿Vale?

-Sí, con Pedri todo bien. Gracias por guardar el secreto.

-¿Cómo estás tú? ¿Mejor?

-Sí, sí. Gracias. ¿Y tú?

-Concentrado para el partido.

-Mucha suerte hoy, a ganar.

-Gracias, Valentina. Tengo que colgar.

-Adiós, Gavi.

No había ido tan mal como esperaba. No iba a hacerle más daño a Gavi, me había ofrecido su ayuda desde el principio y yo me había aprovechado de él. Pese a que hablar con él me había tranquilizado, me seguía sintiendo culpable. Me tumbé en la cama y mientras pensaba en el tema recibí una llamada de Pedri.

-Hola, vecinita.

-Hola, Pedri. Mucho ánimo en el partido.

-Gracias. ¿Te apetece que luego cenemos juntos?

-Claro que sí.

-Te aviso cuando vuelva y vienes a casa.

Vi el partido con mi padre por la televisión. Tenía sentimientos encontrados cada vez que veía a Pedri y a Gavi. Por una parte, me sentía culpable y por otra creía que había hecho todo lo que estaba en mi mano. Eso sí, querida no la vuelvas a cagar. El partido acabo en empate y Pedri no parecía muy feliz. Subí a arreglarme y estuve preparada para cuando Pedri viniese.

Cuando llegó, estaba serio. Por suerte, Fer nos había dejado comida preparada y nada más llegar cenamos en silencio.

-No conseguimos ganar, vecinita. Estuvimos a punto de hacerlo, qué rabia.

-Habéis dado todo, a veces pasa eso. Puedes estar bien contento.

-Gracias, Valentina.

-Oye, Pedri. No vuelvas a dejar que beba así si salimos otra noche.

-Estabas graciosa y sexy...

-Vecinito...

-Tranquila, lo haré la próxima vez.

-Eso espero.

-Y hablando de otra noche, he pensado hacer una cena para celebrar mi cumpleaños con algunos de mis compañeros. ¿Vendrás conmigo?

-Claro que sí. ¿Irán otras amigas o novias?

-Imagino que sí. También tu querido Gavi.

-¿Por qué dices querido Gavi?

-Porque os habéis hecho amigos en poco tiempo.

-Me ha ayudado como cualquiera que fuese verdaderamente tu amigo.

Pedri no contestó y yo preferí desviar la atención de ese tema.

-¿Qué te apetece hacer?

-Quedarme aquí contigo.

-Mañana tienes clase, vecinita.

-¿Y qué?

-Tienes que madrugar.

-Puedes ser mi despertador humano.

-¿Y cómo quieres que te despierte?

Sonreí y él se rió. No hizo falta que le dijese qué estaba pensando en ese momento.

De repente, escuchamos que tocaban al timbre. Pedri fue a abrir y eran Éric, Nico y Gavi.

-Pasen chicos.

Éric al verme, sonrió.

-Me parece que molestamos.

-No, no os preocupéis. Ya me iba.

-¿Seguro, vecinita?

-Sí, quédate con ellos. Mañana tengo que madrugar.

Cogí mis cosas y besé a Pedri antes de salir. Saludé tímidamente a Gavi y salí de allí en cuanto pude. Había pedido perdón, había salido bien y las cosas con Pedri volvían a estar bien. Llegue a casa y preparé las cosas para mañana. ¿Qué podía salir mal? 

La clave (Pedri González) [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora