XXXVIII. El día previo

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11 de septiembre

POV Pedri

Hasta que Fer no volvió a casa no quería sacar conclusiones precipitadas, pero apagué el móvil. Valentina no me había mentido, me había dicho que salía con la hija de unos amigos de sus padres. Al ver la foto que me pasó mi hermano, solo me extrañó que estuviesen los cuatro sentados en una mesa. Fer conocía de vista a Adriana y conocía también a sus amigas. Me paso la foto por ese mismo detalle y me dijo que hablaríamos cuando volviese a casa. Seguí jugando a la play, pero en el fondo le daba vueltas a la cabeza al asunto. ¿Y si descubría quién era por un comentario entre ellos? Era bastante habitual que algunos de mis compañeros acudiesen al mismo sitio, mi hermano se había encontrado con ellos.

Sobre las 3 de la mañana, Fer llegó y me pidió que fuéramos al comedor. En el fondo, no quería que me contase que había visto a Valentina haciendo cosas que no quería ni imaginar. Se cambió y nos sentamos allí.

-¿Qué tal esta noche, bro?

-Pues ya lo viste. Quedé con Patri y fuimos a tomar algo. Allí me la encontré con Adriana y sus amigas, pero luego se apartaron y se sentaron las dos y vinieron los otros dos chicos.

-Valentina me contó que iba a tomar algo con la hija de unos amigos de sus padres. No me ha mentido.

-Eso ya es cosa de ustedes. Me llamó mucho la atención que estuviera allí, pero más que uno de los chicos estuviese tan cercano a ella.

-Lo hablaré con ella mañana.

Nos abrazamos y nos fuimos a dormir.

POV Valentina

Eran las 12 y Pedri todavía no había contestado mis mensajes ni llamadas, así que probablemente Fer tenía algo que ver en esto. ¿Compensa ser paciente y esperar? En este caso lo descarté por completo. Así que me vestí y estaba dispuesta a salir cuando llamaron a la puerta. Mi sorpresa fue ver allí a Pedri. Saludó a mis padres y les preguntó si podía subir a mi habitación, ellos aceptaron. Volví a meterme en la habitación y lo esperé. Cuando llegó, toco a la puerta aunque estaba abierta.

-Pasa, vecinito.

Su semblante era serio y no sabía que esperar. Me miró antes de comenzar a hablar.

-Valentina, el otro día acordamos tener confianza absoluta entre nosotros. No puedo exigirte que me respondas las llamadas ni los mensajes, sé que me comentaste que ibas a salir a tomar algo, pero ¿Por qué no me dijiste lo de los chicos?

-Porque no sabía que estaríamos con ellos, Pedri. Adriana me lo contó cuando ya estábamos fuera de casa. Vi tus mensajes pero pensé que era mejor hablarte cuando llegase a casa.

-¿Y conocías de antes a ese chico?

-No, vecinito. Sabes que llevo menos de un mes aquí y que no conozco a casi nadie.

-¿Entonces por qué estuviste tan cerca de él?

En ese momento, caí en la cuenta de que Fer había manipulado la versión y que probablemente me hubiera visto antes de que yo lo hubiese visto a él. Pedri me miraba a los ojos tratando de buscar una respuesta.

-Te juro que no quiero nada con nadie excepto contigo, Pedri. Salí con Adriana, vinieron sus amigos y nos sentamos las dos en una mesa. Ellos se sentaron luego con nosotras. No hubo indirectas, comentarios con doble sentido, nada.

Él se quedó en silencio. Parecía más tranquilo, pero no lo veía del todo bien.

-Solo hubo un momento en el que se acercó más y justo coincidió cuando vi a Fer con otra chica. Imagino que él te habrá contado.

Pedri asintió con la cabeza. Juntó sus manos y se mantuvo en silencio unos minutos.

-Confío en ti, Valentina. Cuéntame qué tal el resto de la noche.

Por sus gestos y su cara sabía que le había costado tomar la decisión, pero le conté todo al máximo detalle. Incluso lo de Pau y Adriana. También lo de su amiga Gemma y un futbolista, aunque evité el comentario que Adriana me hizo sobre los futbolistas.

-Me gustaría ir contigo allí algún día, el sitio es precioso.

-Vale, lo tendré en cuenta. Aunque hay sitios mejores en la ciudad. Yo he estado alguna vez con mi hermano y siempre está lleno de gente.

-Te da miedo que vean lo guapo que eres ¿no?

Pedri sonrió y negó con la cabeza.

-Oye Valentina, te acuerdas de que mañana es la sorpresa.

-Sí, espero a la furgoneta aquí ¿no?

-Había pensado que si vas con Alejandra a un sitio de Barcelona, puedo enviarte la dirección.

-He quedado con ella en el Club así que no sé si será aquí o en la ciudad. No te preocupes, si estoy en la ciudad puedo pedir que me acompañe, y sino puedo decirle a mi madre que me acerque.

-Genial esta noche te la envío.

No entendí muy bien ese cambio, pero no le di mucha importancia.

-Espero que mañana sea un gran día.

-¿Me vas a pedir matrimonio sin ser novios?

Pedri rió. Se acercó a mí y paso su brazo por mi espalda.

-Eso no entraba en mis planes, pero se puede estudiar...

-No nos precipitemos, vecinito...

Escuché ruido en las escaleras y rápidamente me levanté de la cama. Él se quedó sentado y yo intuí que alguien venía a vernos. Era mi madre.

-Hija, vamos a devolver unas cosas a la empresa de catering y después cogeremos comida. ¿Se quedará Pedri a comer?

Me giré a mirarle antes de responder y él levantó los hombros.

-Vale, mamá. Sí, contad con él también.

-Ahora nos vemos.

Bajó y en unos pocos minutos se escuchó la puerta.

-En la vida pensé que mis padres me dejarían sola con un chico en casa. Sí que confían en ti...

-Saben que soy buena persona, aunque ahora que estamos solos...

Aproveché para cerrar la puerta de la habitación. ¿Volvería a pararme los pies como las últimas veces? Me senté otra vez y me acerqué más a él. Nos besamos y Pedri me pidió que me tumbase boca abajo. Levantó la camiseta y empezó a masajear la zona de mi espalda. Le señalé la crema hidratante que había en la mesita y fue a por ella.

El masaje fue relajante, la sensación de sus manos recorriendo mi piel me recordaron aquel día en su habitación y me hubiese encantado repetirlo. Cuando terminó el masaje, Pedri terminó y fue a lavarse las manos y mientras yo me di la vuelta. Él sonrió y se tumbó sobre mí.

-¿Te ha gustado, Valentina?

-Me ha encantado, ahora te toca a ti.

Él negó con la cabeza, fue dejando besos por mi cuello, pecho, ombligo y antes de que me diese cuenta su cabeza estaba entre mis piernas. Le ayudé a quitarme el pantalón y cuando estaba dispuesto a entrar en acción, sonó la puerta. Él me miró fijamente y suspiró...

-En otra ocasión, vecinito.

Me puse el pantalón y me arreglé, él también. Antes de bajar junto con mis padres, Pedri me agarró de la cintura y me apretó a él.

-Mira como estoy, vecinita. No puedo bajar así aún.

-Mañana intentaré recompensarte...

-No lo intentarás, lo harás.

Tras unos minutos, conseguimos bajar los dos. Me sentía feliz y viva, sonreía por tenerle al lado y no tenía ni idea de la que se venía encima al día siguiente. 

La clave (Pedri González) [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora