40 ─ En la boca del lobo

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¿Cómo empezábamos a buscar? No sabía por dónde sacar ese hilo que iría deshilachando poco a poco hasta encontrar la solución.

Bella se movía de un lado al otro. Iba del lavabo de mi habitación hacia el salón -donde yo me encontraba intentando conseguir rastrear el móvil de Avery junto Kenny- y volvía al lavabo para buscar huellas en la ventana.

Ryan se encontraba en el ordenador portátil mirando lugares abandonados donde podría estar Romina escondida.

-Me estoy estresando -comenté en voz alta agarrando con mis dos manos mi pelo y agachando la cabeza para mirar el suelo de madera. Sentí una mano en mi hombro y vi como Kenny colocaba su brazo por encima de mi cuello y me atraía hacia su costado. Ahí me quedé, mirando a la nada y pensando en ella, nada más en ella.

Una pequeña gota salada cayó de mi ojo derecho y la dejé caer por mi mejilla, cuando llegó al final de ésta, se estrelló directamente en mi pantalón y se estrelló contra él.

-La vamos a encontrar Justin... La vamos a encontrar, y viva -comentó Kenny mientras no dejaba con una mano el ratón del ordenador tranquilo y con la otra acariciaba mi pelo desordenado. Me recordaba al niño pequeño que lloraba cuando mis padres me dejaron de lado... Mentira, esto se sentía mil veces peor que cuando me dí cuenta de que a mis padres nunca les importé.

Sentí un bufido por detrás nuestro, pero no tuve ganas ni de girarme, ya que sabía que no era Avery. En cambio, Kenny se giró y prestó atención a Bella que venía con paso pesado hacia nosotros.

-Sólo hay huellas de Avery y de Justin, de nadie más... Las otras con el tiempo se han ido borrando... -habló cuando llegó a nuestro lado y se quitó los guantes de látex que tenía puestos para no estropear cualquier pista que pudiésemos conseguir de que Romina se la hubiera llevado.

Cada vez estaba más confiado de que Avery se había ido por sí sola... Mi mente me decía que se había ido porque quería irse lejos de mí, porque no me quería... Pero mi estúpido corazón sigue pensando que ella me quería, que lo nuestro es o era real, que ella me miraba diferente que a los demás... Pero, ¿qué se puede decir de un corazón? Siempre busca lo bueno, y no lo malo. ¿Qué digo? Los corazones ni hablan...

Esto te pasa por enamorarte de nuevo... ¿No hubo bastante con la primera vez?

-Necesito ir fuera... -dije en un susurro que nadie escuchó. Necesitaba aire, me estaba ahogando. Me solté del abrazo de Kenny y cogiendo una de mis chaquetas finas, me dirigí hacia la puerta.

-Ten cuidado -fue lo último que oí antes de salir. Sí, Bella alías mamá, tendré cuidado. Rodé los ojos y bufé.

Caminé por el porche de la casa y me apoyé en la barandilla de madera. Miré el sol ponerse y también vi la luna que salía al encuentro de la noche, de la oscuridad...

Recuerdo el miedo que le daba la noche, como a mí también. Decía que no podía controlar nada, y yo tampoco... Y ahora le tengo más miedo todavía a la noche y a la oscuridad porque también la perdí de noche.

Miré el suelo con mis antebrazos apoyados en la barandilla y vi una piedra diminuta. La chuté y pasó por entre los barrotes con facilidad, y ya había desaparecido de mi vida, tan fácil como desapareció Avery. Sin mirar atrás, como cuando yo dejé a mi tío, solo ante el peligro... Eso es a lo que llaman Karma.

Me reí amargamente de mí mismo. ¿Cómo era tan desgraciado? ¿Por qué todo el mundo me dejaba? ¿Por qué? ¿Por qué las personas que más quería me dejaban tirado? ¿Por qué a veces la vida era tan perra?

“No la merecías”, gritó una voz en mi interior. “Por eso se fue, estaba harta de ti y de todos tus malditos problemas”, continuó jodiendo la maldita voz. Negué con la cabeza para hacerla desaparecer, pero muy en el fondo de mi conciencia, todavía tenía una pequeña duda de si sería verdad que ella se había hartado de mí...

La silla eléctrica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora