16 ─ Una cabellera pelirroja

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-Bieber al habla -contesté medio dormido al teléfono mientras me desperezaba en la cama.

-Hermano -me erguí al escuchar la voz profunda de Kenny, por fin tenía la información que le pedí sobre Riveira, o eso esperaba.

-Espérame -me levanté de la cama con cuidado, quitando mis brazos del cuerpo de Avery. Me puse de pie y removiendo mi pelo salí hacia fuera, donde solía hablar, en el porche de la casa. Me senté en el banco que teníamos allí y contemplé el sol amaneciendo y la hierba verde claro, las rosas que se veían por encima de ésta, de todos los colores que podáis imaginar-. Escupe -dije con voz tranquila.

-Busqué lo que me dijiste.

-Ya era hora de que me llamaras -lo interrumpí en un gruñido.

-Hace solamente dos días desde que me pediste que investigara, Justin. No es un trabajo fácil -asentí aunque no me pudiese ver.

-Bien, sólo dime -dije, esta vez más tranquilo.

-Juan Riveira, 30 años. Se dedica a la venda de droga, uno de los mejores narcos de los tiempos -me sorprendí al escuchar eso, ¿qué tenía que ver Avery con un tío así?- Es un tío muy peligroso, sin duda -refunfuñé por lo bajo y mi amigo empezó a reír a carcajada limpia.

-¿Por qué tanta risa, idiota? -gruñí y enseguida su risa cesó.

-Nunca te escuché refunfuñar, Bieber, ¿se puede saber por qué estás de tan malhumor? ¿Llevas mucho sin tener sexo duro? -reí, éste tío siempre llevaba mi malhumor hacia la falta de sexo, ¿que no me conocía? Justin Bieber siempre estaba que sacaba fuego por las orejas.

-No es nada de eso, aunque... -hice una pequeña pausa-, llevo unos días muy ocupados, no pude ocuparme del placer -negué con la cabeza mirando la madera en la que mis pies desnudos estaban apoyados.

-¿Mucho trabajo? -asentí aunque no me pudiese ver.

-Demasiado -bufé.

-¿Tiene algo que ver Riveira? -gruñó y yo sabía que en ese mismo momento estaba con los puños y su mandíbula apretada.

-Sí, bastante, aunque también tiene que ver Romina -Kenny se sorprendió, ya que hizo un gritito a través del altavoz-. Ese grito ha parecido de maricona -reí y él gruñó-. Lo siento, lo siento hermano, lo tenía que decir -decidí cambiar de tema-. ¿Te parece venir esta tarde a verme y traer los papeles del malnacido de Riveira? No olvides una foto, no sé ni como es su cara -Kenny se volvió a sorprender.

-Entonces puedo deducir que no es tu problema que te incumba a ti ¿no? -mi mandíbula se apretó. Claro que me incumbía, me incumbía cuando Avery pasó la noche llorando sobre mí, y las pocas horas que estaba durmiendo, los sueños la hacían moverse y llorar sin su consentimiento, y aunque ella no lo notara, yo vi cada una de las gotas saladas que salían de sus ojos porque me había pasado la noche sin dormir, velando por su seguridad, para que ella estuviese bien.

-Si incumbe a mi chica, es mi problema -le contesté a Kenny, éste se volvió a sorprender.

-No dejas de sorprenderme Bieber, ¿desde cuándo tienes chica? -dijo remarcando la última palabra.

-Desde hace unos días -dije recordando cuando la había secuestrado, y cuando recordé el cómo, empecé a reír como un poseso. Supongo que esa reacción hizo extrañarse a Kenny porque preguntó:

-¿Necesitas ir al psicólogo? -me encogí de hombros.

-Puede ser, pero si voy, la policía me pillaría y ya no haría falta ningún psicólogo -esta vez rió Kenny.

La silla eléctrica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora