37 ─ Ella había cavado su propia tumba

2.3K 159 30
                                    

Doblé la carta en mi mano y la hice una bola. Mis dientes apretados decían todo lo que no podía decir con palabras. Estaba cabreado, mucho. Y hasta que no acabara con el problema, en este caso Romina, no podría tranquilizarme. Tenía que hacer algo rápido. Algo astuto para que ella no se lo esperase..., pero, ¿el qué? Esa era la cuestión.

Sentí una mano en mi hombro y miré hacia arriba encontrándome con Kenny, el cual tenía una pequeña mueca de miedo en su cara.

-Gracias por volver Justin... -me encogí de hombros y empecé a respirar rápido intentando no descargar mi ira sobre todos los que estaban en la sala. Bella me arrebató la carta en un movimiento rápido y astuto y no hice nada para que me la devolviera.

Sólo tenía ganas de ir a la habitación donde está Avery, tumbarme con ella, abrazarla y pensar en un un mundo donde no existiera el temor de perderla, donde sólo fuéramos nosotros dos. Bueno, sólo dejaría pasar a una o dos personas más... Si en un tiempo ella y yo tuviésemos niños, entonces los dejaría entrar en nuestras burbuja.

Noté como unas finas manos se posaban en mis dos mejillas y me hacían mirar hacia abajo, encontrándome con mi rubia amiga y sus ojos cristalinos. Miré sus manos y me di cuenta de que la carta no se encontraba en ellas ya.

-La vamos a encontrar Justin -sonrió débilmente-. Te lo juro -acarició mi barba de hace dos días.

-Vete a descansar -oí como habló Jaden desde el pasillo-. Hoy no ha sido un día fácil para nadie, pero menos para tu chica y tú -palmeó mi espalda-. Te mereces descansar bro. Vé con Avery, duerme tranquilo, me quedaré vigilando -mis labios se curvaron en una pequeña sonrisa.

-No te quedaras toda la noche tú -dijo Kenny con un tono que no daba señales de que pudiésemos contradecirlo-. Haremos turnos. Hasta media noche tú, yo después haré el próximo turno, ¿de acuerdo? -Jaden se encogió de hombros y me empujó hacia el pasillo alumbrado por pequeñas luces.

-Vé a descansar, no te lo voy a decir dos veces más Justin -fue hacia el salón, se tiró en el sofá y cogió una cerveza que estaba en la mesita de enfrente-. Yo me quedaré despierto, no te preocupes, ¡ves y descansa! -dijo entre dientes-. No querrás cometer otro error y que esta vez si que acaben con tu chica ¿verdad?

-No lo digas ni en broma -apreté mi mandíbula.

-Entonces, ¡mierda, vete a dormir de una maldita vez!

-Me voy porque quiero estar con mi chica, no porque tú me lo digas Smith -antes de darme la vuelta, pude ver como las comisuras de su boca se levantaban en una sonrisa mientras seguía con su mirada centrada en la televisión.

Mis pasos sigilosos se dirigieron hacia la habitación cerrada. Apagué la luz del pasillo y entré, cerrando la puerta detrás mío. La pequeña luz que entraba por las rejas de la persiana se colaba en la habitación, dejándome ver un parte de ésta.

Poco a poco mi vista se fue acostumbrando a la oscuridad mientras mi camiseta era lanzada por encima de mi cabeza, y mis pantalones caían por mis caderas después de desabrochar el botón y la cremallera.

Me acerqué a la cama y pude ver un poco mejor. Avery estaba en el medio de la cama acurrucada. Sus piernas rozaban su pecho y su mano derecha se encontraba debajo de su cabeza.

Con cuidado me subí a la cama. Con una de mis manos cogí sus piernas y las tiré un poco hacia abajo, haciendo lo posible para que nuestros cuerpos encajaran a la perfección y darle el calor que ella necesitaba.

Hundí mi cabeza en la almohada y un olor a coco me llegó a las fosas nasales. Pasé mi brazo por su cadera rodeándola con éste y atraiéndola más hacia mí. En este momento era lo único que necesitaba. Sentirla cerca, sentir su calor, saber que estaba viva, escuchar su respiración y su corazón al compás del mío, necesitaba sentir eso para saber que estaba conmigo, otro día más.

La silla eléctrica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora