28 ─ Yo soy tu novia, no ella

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-¿Y dónde se supone que vamos? -preguntó Avery nada más verme entrar por la puerta del Mustang. Sabía que Ryan había estado hablando con ella para tranquilizarla y por lo que pude ver en su cara, sirvió.

-Vamos a la casa de un amigo... -respondí mientras metía la llave para poner en marcha nuestro largo viaje, por lo menos de unas cinco horas.

-¿Y no pondremos en peligro su vida, Justin? -preguntó una preocupada Avery. Toqué mi bolsillo y sentí como un papel se arrugaba en él. Bien, no se me había caído. La miré mientras maniobraba las llantas para salir de aquel desastroso sitio.

-Nena, todos mis amigos están en peligro, por un poco más no pasa nada -le guiñé un ojo y me puse las gafas de sol para que la luz no me molestara-. Además -dije haciendo una pequeña pausa mientras miraba por el retrovisor-, si pasa algo, seremos más para defendernos -sonreí de lado. Vi que no pasaba ningún coche y arranqué de golpe, haciendo que Avery se tuviera que coger de la guantera.

-Si llegamos vivos... -comentó en un susurro y me eché a reír.

-Claro que llegaremos vivos enana -toqué su pelo con cariño y relajó sus hombros. Cerró los ojos y suspiró ante mi tacto, pero enseguida los volvió a abrir y me miró escandalizada.

-¡Mantén tus manos en el volante Justin! -reí y aparté mi mano de su pelo, dejándola descansar en el cambio de marchas.

-Tranquila, Justin está acostumbrado a conducir así y nunca hemos tenido un accidente -comentó desde atrás mi amigo.

-Para todo siempre hay una primera vez -Avery se cruzó de brazos sobre su pecho y miró por la ventana molesta.

-¿Cómo fue tu primera vez? -esa pregunta salió de mi boca sin antes tomarme la molestia de pensarla. Enseguida la morena giró su cara con sus ojos bien abiertos.

-¿Me estás hablando en serio? -preguntó con una pizca de incredibilidad en su voz. Me encogí de hombros, cogí un cigarrillo de la guantera y lo encendí. No creía poder aguantar saber eso sin tener otra cosa que hacer.

-No me gusta que fumes -dijo Avery intentando quitarme el cigarrillo de la boca, pero yo giraba la cara cada vez que lo intentaba.

-Y a mí no me gusta que te vayas del tema -gruñí mientras empezaba a apretar más el acelerador de la rabia que tenía en mi interior. ¿Cómo me iba a imaginar a Avery gozando con otro?

-¿Para qué mierda quieres saber mi primera vez? -levantó sus brazos hacia el cielo y los bajó de golpe, golpeando con estas el asiento de cuero de mi coche.

-¿Simple curiosidad? -pregunté con una ceja levantada-. Responde -dije en una orden.

-Un desastre, ¿contento? -comentó volviendo sus brazos a su pecho y cruzándolos ahí.

-¿Por qué fue un desastre? -pregunté burlándome mientras soltaba el humo blanco de mi cigarro.

-Porque el tío era un desastre -bajó su mirada con una risita-. No sabía ni donde meterla -mis ojos se abrieron y la miré incrédulo. Empecé a reír ahogándome con el humo y encima fui golpeado en el brazo por Avery-. No le veo la gracia, imbécil.

-¡Las malas palabras! -gritó Ryan entre dientes-. Hay un niño también, no sé si lo olvidáis -Avery agachó su cabeza avergonzada mientras susurraba un 'lo siento'. Paré en medio de la carretera no importando quién venía por detrás. Miré a mi amigo con una cara de querer matarlo y lo apunté con mi índice.

-No te atrevas a volver a gritarle a mi chica Ryan. La próxima vez, no soy consecuente de mis actos -Ryan negó con la cabeza y me hizo una seña para que continuara conduciendo. Sin querer traer más peleas, volví a acelerar, haciendo callar a todos esos que pitaban y gritaban cosas desde su ventanillas-. Retomando el tema, ¿cómo coño no sabía donde meterla? -la cara de molestia de Avery me hizo reír.

La silla eléctrica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora