25 ─ El por qué de todo

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-¡Avery! -grité desde el patio, enseguida ella estuvo en la puerta corrediza de la entrada.

-¿Qué pasa? -preguntó con el ceño fruncido al no ver nada raro por lo que la había llamado.

 -¿Sabes que te ves genial mojada, amor? -pregunté con una sonrisa de lado que logró hacerla ruborizar.

-¿A qué viene eso, Justin? -comentó mientras cogía las puntas de su pelo moreno y liso y las enrollaba en su dedo índice, un gesto inocente.

Me senté en el césped mirando como la tarde caía y la puesta del sol se hacía presente en el cielo -Nada, ven a ver conmigo el atardecer-. Comenté palpando el sitio de mi lado en el césped.

-¿Puedo fiarme de ti, Justin? -preguntó con una sonrisa y poco a poco acercándose a donde yo estaba. Se sentó a mi lado mirando mi perfil y enseguida me giré para verla con una hermosa sonrisa en su rostro, sus ojos se iluminaban con el sol y se veían más claros de lo normal, un color verde hermoso.

-¿Aún no te fías de mí? -hice un puchero, acerqué mi cara a la suya y dí un pequeño beso en su frente.

-Sí, pero... ¿es raro? -hizo una mueca con su boca, me encogí de hombros, pasé mi brazo encima de sus hombros e hice que se tumbara conmigo en el suelo. No protestó y apoyó su cabeza en mí mientras yo acariciaba su cabello con la punta de mis dedos-. Que bien se siente esto -dijo ronroneando.

-Tienes razón... ¿es raro? -me miró un segundo y volvió su vista al cielo anaranjado.

-¿Por qué? -preguntó después de dos minutos de silencio.

-Porque yo no soy así -negué con mi cabeza-. Yo no era así, tú me cambiaste.

-¿Por qué dices eso? -me encogí de hombros.

-Yo antes no tenía corazón -me interrumpió.

-Sí tenías, sólo no sabías cómo usarlo.

-Gracias -ella susurró un '¿por qué?'-. Por darme esta oportunidad, no cualquiera se hubiese dado la oportunidad de conocerme . Todos me tienen miedo, y es que el ser humano es el único ser vivo que se mata entre su raza sin ninguna razón... Aveces pienso que somos idiotas -reí y ella negó con una sonrisa.

-Yo también siempre lo pensé, por eso cuando te vi en las noticias pensé que eras el ser más imbécil de los tiempos -empezó a reír a carcajada limpia y me quedé mirando su perfecta cara mientras ésta relucía por su sonrisa.

-¿Sabes que eres preciosa cuando te ríes? -le pregunté y su risa paró, dando paso a unas mejillas sonrojadas.

-¡Justin! -me dio un puñetazo en el pecho que me quitó la respiración por varios segundos-. No me digas esas cosas, que me ilusiono y después acabo mal... -se escondió donde segundos antes me había pegado.

-¿Por qué te puedes ilusionar? Sólo digo la verdad -quité el mechón de pelo que se había colado en su cara y lo dejé detrás de la oreja.

-Es que conmigo eres tan... ¿cariñoso?, y después no puedo creer que seas el mismo que mató a tanta gente... ¿Cómo me lo explico? -me encogí de hombros y volví mi vista al cielo, que poco a poco se iba volviendo más oscuro-. En verdad eres un buen hombre Justin, ¿por qué acabaste así? -masajeé mis ojos con mi mano libre y después la pasé a través de mi cabello.

-Es una larga historia nena, y creo que no querrías escucharla... -sonreí triste sin poder mirarla a los ojos.

-Es hora de conocerte, ¿no te parece? -se acurrucó más a mi lado y suspiré. ¿Era hora de conocerme? ¿Toda la historia?

La silla eléctrica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora