El tiempo fue pasando... Dos semanas había sido suficiente para que Avery pudiese mejorar de sus cortes y golpes. La primera vez que puso un pie sobre la casa de nuevo, un escalofrío recorrió su columna vertebral. La tuve que consolar entre mis brazos mientras le decía que todo iba a estar bien pero ella no dejaba de negar con la cabeza mientras repetía “por mucho que tú me digas que voy a estar bien, yo sé que no”. Cada vez que decía eso, mi piel se erizaba al imaginar lo que podría haber sido y no fue en aquella tarde.
Os preguntaréis sobre Kenny, y la verdad es que el hombre está fuerte como un roble. El médico le dio el alta a la semana, ya que se había recuperado en un tiempo -según los médicos- imposible. Era un tío fuerte y eso lo sabíamos todos. Pero eso no quita que después del “accidente” no haya puesto más vigilancia. En su casa y sobre todo en su familia.
En el tema de Ryan no hay cambios. Sigue yendo cada día en busca de Carol, y si antes volvía tarde, después de escuchar lo que le dije el mismo día en el que atacaron a Avery y a Juli, a veces ni viene a dormir. Tiene bolsas moradas debajo de sus ojos mostrando lo poco que descansa y tiene una barba de varios días. Su aspecto es mucho más cansado de lo que siempre ha mostrado, pero no se da por vencido. Ojalá y pueda encontrar a Carol a tiempo.
Sobre Juli. Ese moco es el mimado de Avery. Desde el día en el que Romina vino, están más apegados. Son como lápidas, no se separan ni para ir al baño. El enano se mete en la bañera con ella. Maldito suertudo. Sus pequeñas heridas se fueron a los pocos días, y aunque no lo muestre, tiene miedo. Y al ver a su padre así, me pregunta cada día el por qué de su comportamiento. Yo sólo lo intento entretener con dibujos o cualquier cosa.
Y sobre Riveira... En estas semanas he estado investigando y ahora sé por dónde se mueve. Según Internet, siempre lo han acusado de varios crímenes, pero nadie ha podido mostrar que él había sido el culpable, el verdadero asesino. Siempre había acabado libre, y haciendo lo que él quería. ¿Cómo podían ser tan imbéciles de no ir y vigilarlo? Pero que no se preocupen, que Justin Bieber se va a encargar de él. Tenía planeado meterme en el mundo de la droga. Sólo por un par de días, aprovechar el momento en el que baje la guardia y ¡pam!
Me levanté de la cama dejando a una Avery cansada y enredada entre mis sábanas con el pelo esparcido por toda la almohada. Le dí un suave beso en la frente y me fui directamente al baño para darme una corta ducha la cual me serviría para aclararme los pensamientos y despertarme un poco más.
Enjaboné mi pelo y mi cuerpo y después lo enjuagué con el agua templada. Odiaba el agua caliente, aunque fuese invierno, la odiaba. La piel se me ponía roja e irritable, en cambio, a Avery le encantaba.
Puse gomina en mi pelo, dejándolo hacia arriba. Pasé por encima de mi cabeza la camiseta blanca con cuello en forma de 'V'. Puse mis tejanos negros ajustados. La chaqueta de cuero negra y ya, parecía un chico malo que traficaba con droga. Puse ambos pendientes en mis diferentes orejas y con un poco de colonia 'Playboy'.
Salí del lavabo, cerrando detrás de mí la puerta para que el vaho de la ducha no saliera y se fuera a través del aparato que teníamos para eso.
Cuando levanté mi vista del suelo me di cuenta de que Avery estaba despierta, sentada como un indio en la cama y rascándose uno de sus ojos de forma somnolienta. Sonreí y me acerqué a ella como un gatito acurrucándome en su cuerpo, posando mi cabeza en el hueco de su cuello haciendo que se tumbara de vuelta en la cama, tratando de no causarle ningún daño.
-¿Cómo dormiste? -le pregunté en un susurro.
-Bien -sonrió con una cansada sonrisa. No tardó en abrazarme y meter sus manos por debajo de mi chaqueta para acariciar mi espalda suavemente-, ¿y tú?
ESTÁS LEYENDO
La silla eléctrica.
FanfictionMe querían matar, me querían muerto por ser el criminal con más muertes en su expediente. Querían que me fuera directo al infierno por causar tanto dolor. Pero un criminal, también merece una segunda oportunidad ¿no? Al parecer, yo era el único que...