35 ─ Nuestro destino

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-¿Qué ponía en la carta, Kenny? -hubo un momento de silencio en la línea y se escuchó unos gemidos de dolor y como alguien lloraba a mares en alguna parte de la casa.

-Ella sabía que te habías ido Justin -comenzó Kenny-, tienes que volver por favor... O sino ella... Ella no devolverá a las gemelas... Lo dijo, lo puso en la maldita carta -escuché como empezaba a sollozar y apreté mi mano en un puño. Tenía que volver... Lo tenía que hacer por mi amigo y por su familia.

-Volveré Kenny... Cuando menos te lo esperes, llegaré a tu casa, ¿sí? -maldije en voz baja-. Cuida a tu mujer por favor, dile que todo saldrá bien Kenny, hazla saber. Ahora mismo nos pondremos de viaje hacia Nueva Jersey y encontraremos a tus hijas salvas y sanas, porque Romina no quiere a tus hijas, me quiere a mí, y es el único medio por el que me puede tener de vuelta... Así que si vuelvo, las dejará tranquilas... No os preocupéis, todo va a salir bien. Todos vamos a estar bien.

-Lo siento Justin... Si hubiera estado más pendiente de mi familia, no tendrías que volver y podrías ser feliz allí en donde estás... Lo siento muchísimo, pero... -lo interrumpí.

-Nada de esto es tu culpa Kenny. Aquí el único culpable soy yo por llevarla hacia tu familia... El que tiene que pedir perdón soy yo... Te tengo que dejar hermano, vamos a preparar las maletas para irnos en cuanto podamos hacia allí, ¿está bien?

-Aquí os esperamos Justin... -iba a colgar pero escuché como me llamaba de nuevo. Puse el teléfono en mi oreja-, quiero que sepas que Sheyla tampoco te culpa, ella también está arrepentida por volver a ponerte en peligro de nuevo...

-No hay nada de lo que preocuparse... Bicho malo nunca muere, ¿verdad? -reí flojito-. Hasta dentro de unas horas, hermano. Tranquilo, no te desesperes.

Corté el teléfono y miré a todos. Varios ojos me miraban expectantes, menos los de Bella, que se mantenían en el suelo.

-Tenemos que hacer las maletas... Por lo menos los que quieran viajar de nuevo hacia Nueva Jersey -suspiré de tristeza y di un puñetazo en la mesa, haciendo que todos los platos temblaran.

-¡Hey, ¿qué mierda Bieber?! -lo miré con una mirada de pocos amigos.

-Las gemelas de Kenny han sido secuestradas y si no vuelvo, no sé qué puede hacer Romina con las dos pequeñas... Así que, ahora mismo no estoy para tus charlas de lo que debo y lo que no debo hacer Jaden -negué con la cabeza-. No ahora que dos de las pequeñajas más importantes de mi vida están en peligro -cogí el puente de mi nariz y lo estiré un poco para tranquilizarme-. ¿Y bien? -los miré a todos-, ¿quién me acompañará?

Durante unos minutos, todos se miraron entre sí, preguntándose con la mirada quién me acompañaría. Piqué con mi pie repetidas veces en el suelo, esperando impaciente a que alguno decidiera hablar.

Momentos más tardes, Jaden, mi hermano Jaden, dio un paso hacia delante y puso una mano en mi hombro.

-Yo te acompaño, hermano -me sonrió y apretó la parte en la que estaba puesta su dura mano.

-Cuenta conmigo -mi amiga rubia se acercó a mí, dio un pequeño beso en mi mejilla y se marchó del salón hacia su habitación para preparar sus maletas. Con una pequeña sonrisa, Jaden la siguió corriendo.

Miré a Ryan, el cual se encontraba con Juli en brazos en medio del salón con una pequeña sonrisa incrustada en su rostro. Se encogió de hombros.

-¿Aún te preguntas si voy a ir contigo después de lo que hemos vivido, hermano? -sonreí y negué con la cabeza.

-Sabía que tú ibas a venir... Sólo que, como ahora tienes una vida por la que cuidarte -señalé con la cabeza a Juli-, no sabía si las cosas habían cambiado, o seguirías siendo el mismo loco de siempre -se rió.

La silla eléctrica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora