42 ─ Nadie me va a poder parar

1.2K 95 0
                                    

-¿Pero dónde estamos? -Bella preguntó nada más bajar del Mustang al ver el conjunto de edificios que teníamos delante de nuestras narices-. ¿A esto le llaman motel? -hizo una mueca de disgusto y se dispuso a volver al coche pero antes de que pudiera dar tres pasos, la paré-. ¿Qué? -me miró-. ¿En serio piensas quedarte aquí? -señaló de mala manera hacia el lugar.

-Es lo mínimo que voy a hacer por Avery. Y tendrías que entenderlo y apoyarme, no abandonar a la primera de cambio. Sabes que sin ella no pienso irme de esta maldita ciudad.

-Pero Justin... -empezó con una voz dulce-, y si por algún caso ella ya no está...

-No acabes esa frase Bella. Yo sé que ella sigue viva, esperando a que yo vaya a buscarla -sonreí mientras levantaba mi cabeza hacia el cielo-. Y eso es lo que voy a hacer, y nadie -miré a todos fijamente-, y he dicho nadie -remarqué la última palabra- me va a poder parar -solté el brazo de mi amiga-. Y si alguien se quiere ir, que lo haga ahora, porque después no quiero quejas.

Saqué todas las maletas de mi coche y lo cerré con el botón del mando a distancia. Me puse la mochila a la espalda y me dirigí hacia el par de edificios que estaban medio derrumbados. Suspiros se escucharon desde atrás y un gruñido bajo de mujer y después todo volvió al silencio hasta empezar a escuchar pasos que se acercaban a mí y me seguían.

-¡No te creas que siempre te obedeceré! -gritó mi amiga rubia desde atrás-. ¡Lo hago por Avery, que es una chica buena y no se merece nada de lo que está pasando! -sonreí y negué con la cabeza. Ésta mujer no sé como no había mandado a Jaden a un psiquiátrico.

-Cállate ya, mujer -dije mientras subía las escaleras que llevaban a la recepción de uno de los edificios.

-Imbécil -susurró Bella por detrás. Hice caso omiso y seguí con mi paso seguro por el piso.


Todo a mi alrededor estaba echo un desastre. Las paredes estaban medio amarillas de tanto humo que se veía en la habitación (ya que el recepcionista estaba fumando y supongo que fumaría como un carretero), en las paredes también había rajas, pintadas... Las luces que iluminaban un poco los pasillos se encendían y se apagaban continuamente haciendo que todo pareciera más tenebroso.

-Buenas noches -le hablé al joven detrás de la recepción que me miró con el cigarro entre los labios. Se sentó mejor en la silla y apoyó sus codos en la mesa mientras nos miraba atentamente.

-Bienvenidos -sonrió de lado mirando a mi amiga.

-Será mejor que no me mires así y ni me sonrías si no quieres acabar con los dientes para dentro, gilipollas -tuve que toser para aguantar la risa después del comentario de Bella.

-Queríamos tres habitaciones -miré a mi alrededor-, de las mejores que tengas, por favor -el joven dejó de mirar a la chica que le había dado calabazas y comenzó a mirar en su antiguo ordenador.

-Quedan libres la 36, la 28 y la 25. Son de las mejores que tenemos y están en el segundo piso, ¿les parece bien? -intentó darnos una sonrisa y sólo le salió una mueca.

-Sí, estará bien, ¿cuánto es?

-Son 10€ por noche -dejó salir el humo de su cigarro hacia arriba mientras comenzaba a sacar las llaves de nuestras habitaciones de un cajón.

-*-

-¿10 euros por noche por esto? -preguntó Bella nada más abrir la puerta de su habitación.

-No te quejes y duerme.

Mi habitación sería la 36. Abrí la puerta y me encontré con una cama de matrimonio con la manta roja, dos mesitas de noche, un armario viejo y un espejo. Dejé mi mochila en la cama y me senté en ésta mientras suspiraba y miraba a todos lados.

Aunque fuese pequeña, se me hacía grande sin ella. Avery, no sabes cuanto te echo de menos.


Abrí con lo que viajaba y saqué una foto de los dos y la acaricié con mi dedo índice su cara como si la pudiese tocar a través de eso.

-Ojalá estuvieras aquí y te pudiese ver a mi lado, y no en foto, cielo... -dejé a un lado la foto y saqué de mi mochila alguna de su ropa. Su diminuta ropa (comparada con la mía)-. Prometo no dejarte ir nunca, defenderte de todo si hace falta... pero por favor, aparece enana -arrugué su camiseta entre mis manos y la acerqué a mi nariz y pude notar que todavía conservaba aunque fuese un poco de su olor-, no sabes la falta que me haces desde que te fuiste.

Giré la foto y busqué un bolígrafo con el que empecé a escribir por detrás.

"Te extraño."

La silla eléctrica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora