-¿Qué...? –Fredo apareció en la escena.
No podía mover nada de mi cuerpo. Sólo veía a Romina tirada en el suelo, con los ojos abiertos sin vida. Su pecho no subía ni bajaba, demostrando que no tenía respiración.
Fredo cogió su pulso y asintió con la cabeza mirándome.
-Está muerta –un gritito a mis espaldas me hizo volver a la realidad. Por fin toda la pesadilla se había acabado.
-Siento haberte asustado -Avery rodeó mi cuello por detrás abrazándome y poniéndose a mi altura ya que seguía de rodillas en la arena-. Sabía que si no hacía eso, no saldríamos de ésta –empezó a repartir besos por mis hombro con desesperación animándome a decir algo.
Simplemente las palabras no salían de mi boca. Era como si me hubiese quedado mudo.
-Justin por favor –me hizo girar la cabeza para que la mirase a los ojos y allí me perdí. La acerqué a mí cogiéndola de la cintura, me tumbé encima del suelo, posicionándola a ella encima de mí-. ¿Vas a hablar? –preguntó acomodando su cabeza en mi pecho y acariciándolo con cuidado.
Negué con la cabeza y besé su cabello.
-No, ahora mismo sólo quiero sentir tu corazón latir junto al mío... para creer que todo ha salido bien y estás viva.
Sus manos me rodearon la cintura y yo comencé a acariciar el cabello que caía por su espalda. Tan largo como lo recordaba aunque menos cuidado de lo que lo tenía cuando estaba conmigo.
-Estoy viva Justin, y ahora nada ni nadie nos va a poder separar –gruñí. Levanté su mentón poniendo mi dedo índice bajo éste. Volví a perderme en esos ojos que brillaban. Estaba viva y no lo podía creer.
-Te amo –noté como su corazón empezaba a latir más rápidamente y una sonrisa se extendía por su cara. Escondió su cara en la curva que separaba mi hombro y mi cuello, soltando el aire.
-Yo también te amo, Justin –miré el cielo agradeciéndole al de arriba la segunda oportunidad que me había dado la vida aquel día en la silla eléctrica.
Sin importarme nada, ni dónde estábamos, ni quiénes nos rodeaban. Sólo importaba ella, que por fin estaba de vuelta a mí. Y juro por todo lo que tengo, que daría la vida antes de verla partir de nuevo.
-Te extrañé –susurró apoyando su barbilla en el centro de mi pecho. Bajé la mirada del cielo poniéndola de nuevo en ella. Recogí los pequeños cabellos que me molestaban para verla.
-Yo también –inclinando mi cabeza, dejé un pequeño beso en sus labios- no sabes cuánto. No te puedes hacer una idea de lo que me haces falta Avery.
-Lo siento si te asusté –hizo un puchero con su labio inferior y sin poder resistirlo, lo mordí-. Le hice creer a Romina que no te quería –hablaba encima de mis labios-, que tenías que pagar por todo... Sólo para llevarla a mi terreno y que no me maltratase más.
-Te presentaré a una amiga mía –su ceño se frunció y acaricié esa marca en su rostro- ella es psicóloga
Avery. Te puede ayudar a superar esto, ya que no es fácil... -Su ceño se hizo más profundo.
-Puedo superarlo si estás conmigo –rodé mis ojos-. Ni se te ocurra llevarme a un psicólogo, y menos a ésa, con la que seguro has tenido algo –una risa baja salió de mi pecho. Como la había echado de menos.
-No he tenido nada con ella, Avery -miró al suelo y se encogió de hombros.
-No quiero hablar de esto más, y menos ahora –sonrió levemente-. Ahora sólo quiero abrazarte, decirte cuánto te quiero y cuánto me hacías falta.
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La silla eléctrica.
FanfictionMe querían matar, me querían muerto por ser el criminal con más muertes en su expediente. Querían que me fuera directo al infierno por causar tanto dolor. Pero un criminal, también merece una segunda oportunidad ¿no? Al parecer, yo era el único que...