12 ─ No me hagas daño

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-Tito Justin, la tita me dijo que no quería escuchar palabras tuyas... Pero aún así, se lo dije.

-¿Te contestó? -dije con una sonrisa y él se encogió de hombros.

-Si le llamas contestación a girarse en la cama y darme el culo, sí, me contestó -yo reí con ganas, ¿cómo un niño tan pequeño puede ser tan listo y tener esas salidas?

-Eres un niño listo, Juli -él asintió.

-Era el niño más listo de mi curso... Hasta que dejé de ir. Mi mamá me dijo que no podía pagar una escuela.

Mi corazón se partió al escuchar las palabras. Juli no había pasado la mejor época de su vida y no le echaba la culpa a su madre. También debería de haber sido duro para Carol. Aunque esperaba que Ryan la encontrara y tuviera una vida como la que merecía.

-¿Quieres ir a la escuela, de nuevo? -pregunté bajando de mis pensamientos y volviendo a centrarme en el pequeño rubio que estaba delante de mí.

-Sí, me lo pasaba genial con mis amigos y me encanta aprender cosas nuevas. Echo de menos leer, dibujar y jugar -dijo triste de nuevo.

-Yo te apuntaré a una, ¿quieres? -el niño empezó a aplaudir y a asentir con la cabeza-. Bien, en cuanto las cosas se tranquilicen iremos a ver qué escuela de la zona te gusta más y cuál es mejor -me abrazó con sus débiles brazos.

Aproveché su movimiento, lo senté en mis piernas y continuamos viendo Dora la exploradora. Yo me estaba casi durmiendo con los dibujos.

La verdad es que a mí, los dibujos no me gustaban mucho... No eran mi fuerte. Y más la tía ésta, más pesada que una vaca en brazos. Juli le contestaba con entusiasmo una cosa, y ella hacía la contraría. Yo reía con los ojos medio cerrados, Juli se enfadaba y se cruzaba de brazos. 

Al final, no sé cómo, terminé dormido. Supongo que Dora la exploradora ayudó en eso.

Al levantarme el sol casi se había ido y la luna estaba apareciendo en el cielo. Me estiré y dejé de hacerlo cuando sentí otro cuerpo encima mío. Juli se había quedado dormido. Sonreí al verlo tan inocente y empecé a acariciar su pelo rubio con mi mano derecha.

Se veía tan inocente durmiendo. Me recordaba tanto a aquellas tardes con mi tío en las que nos tumbábamos en el sofá de la sala de su pequeña casa y él nunca se quejaba de ello. Es más, se lo pasaba bien conmigo. Y cuando crecí no dejé de lado mis tardes de domingo con él. Nos poníamos a ver algún partido de fútbol con cervezas hasta que llegaba bien entrada la noche. Eso sí, jamás me dejó emborracharme en su casa, cosa que sí que hacía fuera de ella.

Dejé al pequeño en la otra parte del sofá con cuidado y miré a Ryan, el cual, seguía durmiendo de lado, para que -como dije antes- no se tragara la lengua y se ahogara. Le tomé el pulso y las pulsaciones habían bajado notablemente. Su respiración estaba normal. Pronto despertaría.

Con un paso casi inaudible, llegué a mi habitación, donde no se escuchaba ni un alma. No puede ser ¿verdad? ¿Se había escapado la perra? Abrí la puerta y me encontré con que Avery estaba durmiendo, tal cual como me había dicho Juli, dándole el culo a la puerta.

Reí y me acosté con sumo cuidado a su lado, haciendo la cucharita, como lo suelen llamar las personas. Abracé su cintura y la aproximé lo máximo que pude hacia mi cuerpo. Su respiración tranquila me tranquilizó y suspiré en su pelo, y ese acto me hizo llegar un olor a coco proveniente de su pelo, gracias a mi jabón. Sonreí como un imbécil y me hice una pregunta. ¿Dónde había quedado el Justin que no se arrastraba por un maldito culo y un par de tetas? ¿Se habría ido a la mismísima mierda?

La silla eléctrica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora