26 ─ Pasar página

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Y allí la vi, tan preciosa como de costumbre. En la televisión.

Chica desaparecida desde el pasado mes. Desde hace varias semanas les llevamos hablando de ella. Avery Torres, de 22 años. Desaparecida un martes, a las 21h. Su novio llegó a su casa y no la encontró en ella.”

Pasaron unos cuantos minutos en los que la presentadora recibía una nueva noticia por el pinganillo y arreglaba los papeles que traía encima de la mesa mientras escuchaba con atención.

Información de última hora. Al parecer Avery ha sido vista, hará una semana más o menos en la clínica privada más importante de Nueva Jersey, lo que quiere decir que ella sigue aquí. Según me informan, un chico moreno de ojos verdes la acompañaba. Ella presentaba moratones muy fuertes por todo su cuerpo y estaba desmayada cuando la atendieron. Si alguien sabe dónde puede estar ésta chica, no dude en llamarnos. La policía la busca sin descanso.

La chica rubia que presentaba las noticias más vistas por los residentes de Jersey, seguía hablando pero yo no escuchaba nada más.

La estaban buscando. Me habían visto con la peluca y las lentillas. La habían reconocido. Sabían que estaba aún aquí. Sabían que estaba con un hombre, y parecía que yo la maltrataba gracias a los golpes que había recibido por culpa de Romina.

Me giré para darles la espalda a todos los que se encontraban en la sala y me jalé el pelo mirando el suelo, el cual no me daba ninguna respuesta a lo qué hacer. ¿Era hora de que la dejara ir? Lo más importante, ¿podría dejarla ir?

No se escuchaba ninguna voz en la sala. Sólo respiraciones, y la mía por encima de todas.

Nadie se movía, nadie hablaba, casi ni respiraban porque esperaban a mi reacción, pero yo seguía perdido en mis pensamientos. ¿Cómo mierda seguía con ella ahora?

La tenía que dejar e irme lejos, lejos de todo esto. Dejar que ella fuese feliz de nuevo, sin ser perseguida por la policía a cada rato, sin tener que cambiarse de casa cada dos por tres, sin tener que hacer pasaportes falsos...

Sin mí ella sería mucho más feliz de lo que podría ser conmigo.

Mis lágrimas empezaron a dejar mis ojos para acompañar a mis mejillas. Me masajeé las sienes para que el molesto dolor de cabeza que se había instalado se fuera, pero era inútil porque yo no podía creer las palabras que pensaba decir, yo no era capaz de decirle eso... A ella no.

-Todos a sus habitaciones -dije entre dientes sin mirar a nadie.

-Hermano... -empezó Ryan pero lo paré dando un fuerte puñetazo a la pared que tenía enfrente y dejando mi puño, que empezaba a sangrar, reposando allí, sin más fuerzas.

-He dicho que os vayáis... Y si no me hacéis caso, no sé de lo que soy capaz de llegar a hacer en este mismo momento.

Empecé a escuchar como los pasos se alejaban de mí, vi de reojo como Ryan con su hijo en brazos subían las escaleras, el pequeño me miraba con los ojos bañados en agua mientras una parte de su cabeza era escondida por el hombro de mi amigo. No vi a Avery subir con ellos, tampoco pasos alejarse a mi habitación, por lo que supe que ella seguía allí, mirándome, perforándome la espalda.

-Recoge tus cosas -le dije en un hilo de voz y escuché como aspiraba todo el aire posible. Para no llorar, supuse.

-¿Qué me estás diciendo Justin? -preguntó mientras empecé a escuchar sus sollozos.

-Lo que oyes Avery. No te quiero aquí, eres un peligro andante, y eso no me gusta para nada. Tienes que dejar mi vida, me tienes que dejar a mí, pasar página, hacer que lo nuestro nunca existió. Que jamás te secuestré, decirle a la gente que necesitabas un descanso... Pero nada de mí, ni de Juli ni de Ryan... Desde ahora, tú ya no perteneces a esta familia Avery -escuché como por detrás mío, ella se levantaba del sofá y comenzaba a llorar a mares.

La silla eléctrica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora