-¡Perra! -tiré la carta lo más lejos que pude, hecha una bola.
-Tengo que ir a buscar a Carol -anunció Ryan cogiendo su chaqueta. Oí el sonido de las llaves y supe que las había cogido antes de pegar un portazo.
Me senté en el sofá con la cara entre las manos, respirando e intentando tranquilizarme. Sentí como el sofá se hundía a mi lado y miré de reojo para ver a Avery sentándose con Juli entre sus brazos, el cual no entendía por qué todos estábamos así.
Sentí como se hundía a mi lado y la miré atento, para ver a una chica que no parecía ella. Su mirada estaba perdida, sin vida.
-¿Estás bien? -premio para mí por la pregunta más estúpida del año. Se encogió de hombros.
-Ni bien ni mal, no estoy -comentó con una risa sarcástica.
-Sabes que no tienes que tener miedo -rió de nuevo de esa forma y de mi boca salió un gruñido. ¿No confiaba en mí? ¿Cómo confiar en su captor, imbécil?
-¿Cómo no voy a tener miedo si una tía que está loca está por ahí y me quiere muerta? Igual tú estás acostumbrado pero yo no lo estoy Justin.
-Eres policía -dije lo obvio.
-Lo sé, pero joder, nunca es fácil saber que me quieren muerta.
-Tampoco lo es para mí.
-Ella dijo que a vosotros no os haría nada -frunció el ceño y yo negué con la cabeza.
-No es fácil para mí saber que te quieren matar... Y menos sabiendo que es por mi maldita culpa -me levanté del sofá y empecé a dar vueltas cogiendo las puntas de mis cabellos-. Tenemos que tomarnos esto con tranquilidad. Lo mejor va a ser que nos mudemos o no sé -dije exasperado.
-Dijo que nos encontraría -recitó el trozo de carta que Romina había escrito.
-Lo sé, sé lo que leí -gruñí-. Pero no vamos a ir a un sitio que ella conozca, tengo que conseguir algún sitio en el cual ella nunca estuviera. ¡¿Dónde?!
-Tranquilízate Justin -dijo en un susurro.
-Como si fuese tan fácil -sonreí cínico-. Tu vida y la de Juli corren peligro mierda. Todo por mi culpa Avery, ¿sabes cómo se siente al saber eso? -negué con la cabeza-. Déjame tranquilo por favor, necesito pensar y no quiero estar con nadie.
-Bien, me iré a la habitación -comentó levantándose y pasando por mi lado, pegándome en mi hombro con su hombro-. Cuidaré a Juli mientras tu piensas -dijo y desapareció de mi vista.
¿Por qué todos los problemas se me juntan, mierda? El puto de Juan Riveira y la perra de Romina. Bufé y volví al sofá donde me puse a pensar, ¿qué podía hacer? Mejor dicho, ¿podía hacer algo?
Conociendo a Romina ella no sería capaz de fabricar bombas, así que, si quería atentar contra la casa con alguna de estas, tendría que tardar al menos dos o tres días, encontrando a algún “amiguito” que le hiciese el trabajo sucio.
Después, Romina sabía utilizar armas, punto en contra. Sabía cada maldito rincón de la casa, hasta la entrada secreta por el sótano, pero no era tan tonta como para venir sin armas. ¿Armas? Oh, mierda.
Corriendo bajé hacia el sótano donde había un armario lleno de todas las armas que pudimos coleccionar en todos estos años, cada una había matado a una persona diferente para intentar que no me culparan por tantas muertes, pero, ¿quién era yo para negar el asesinato en mis propias manos de un hijo de puta?
Lo abrí viendo todo en su sitio. Granadas en su sitio, balas, también... Mierda, mierda y más mierda. La Walther p 99, con carcasa de leopardo no estaba allí. Romina sin duda se la había llevado, era suya. Se la compré yo al hacer seis meses de relación y así me lo pagaba, iba a intentar matar a Avery o a Juli con la maldita pistola que yo le regalé. Menuda perra.
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La silla eléctrica.
FanfictionMe querían matar, me querían muerto por ser el criminal con más muertes en su expediente. Querían que me fuera directo al infierno por causar tanto dolor. Pero un criminal, también merece una segunda oportunidad ¿no? Al parecer, yo era el único que...