-¿Le decimos? -me preguntó Avery mientras ambos estábamos tendidos en el sofá y ella acomodaba mi pelo.
-No, será mejor que no se entere -cogí su cintura y la acerqué más a mí. Pasó una de sus largas piernas entre las mías y apoyó la cabeza en mi pecho.
-¿Y si pregunta por ella? -levantó su vista hacia mí mientras yo seguía mirando la televisión, sin realmente verla.
-Le diremos la verdad -me encogí de hombros-. Pero con tacto, más para un niño pequeño -asintió y volvió a bajar su cabeza hacia mi cuerpo. Al poco tiempo, sin darme cuenta, estaba acariciando las ondas que se formaban en el castaño cabello.
-¿Te gusta mi pelo? -se rió.
-Me gusta todo de ti, pequeña -ella me miró directamente a los ojos para saber si estaba de broma. La miré, haciéndole saber que no era ninguna mentira. Sus ojos se iluminaron y repartió pequeños besos por mi cara. Empezó por los párpados, después besó y mordisqueó la nariz, después fue el turno de mis mejillas, las cuales dio una pequeña lamida, riendo entre dientes y yo sonreía. Se quedó a centímetros de mis labios y sopló haciendo que su aire entrara en mi boca-. Me pones malo enana -le sonreí mientras se ponía sobre mí.
-Te tendré que curar, enano -dijo imitando mi última palabra pero cambiándola de sexo. Me reí a carcajadas, pero fui parado al sentir sus labios encima de los míos. Aprovechó mi boca abierta para meter su lengua en mi cavidad bucal haciéndome soltar un primitivo gemido-. ¿Con ganas de jugar, señor Bieber? -me sonrió mientras movía hacia delante y detrás sus caderas, haciendo que tocaran mi parte débil.
-No hagas eso si no quieres que te folle en este mismo momento sin que me importe que aparezca Juli o Ryan -soltó una risa de niña pequeña y paró sus movimientos.
-¿No te gusta? -hizo un puchero con su labio inferior y se sentó a horcajadas encima mío, quedando su centro encima del mío.
-No, no me gusta -su boca y sus ojos se abrieron-. Me encanta -hice una pausa melodramática-, si es contigo -me sonrió y se agachó para besarme en los labios cortamente y de un movimiento rápido, se levantó del sofá donde estábamos y me guiñó el ojo mientras yo la veía desde abajo con una cara de tonto que no había nadie que me la quitara.
-Si quieres jugar, te espero en la habitación -me sonrió y con un contoneo de caderas, desapareció de mi vista.
Me quedé recostado en el sofá con mis brazos por detrás de mi cuello mirando el techo blanco y pensando.
¿Cómo sentía esto? ¿Cómo era posible sentir esto? ¿Amor? No, nada de eso, es cariño, mucho cariño por una sola persona. Esa sensación de querer darlo todo por ella, hasta morir si hiciese falta.
Me encaminé después de unos diez minutos hacia la habitación que compartíamos desde hacía varias semanas Avery y yo, dando gracias a que Ryan se llevó a Juli a dar una vuelta y el pequeño no tendría ganas de “salvar” a su tita como la vez pasada. Revisé que llevaba el móvil en el bolsillo, y lo dejé en mi mano, por si acaso sonaba la alarma, tenerlo cerca.
Abrí la puerta y me quedé quieto al verla. Traía sólo puesto su ropa interior y llevaba dos cinturones en su mano, los dos que yo había usado semanas antes para amarrarla a la cama. Se levantó y me acarició el pecho por encima de la tela desgastada de la blanca camiseta que llevaba. Me pasó los dos cinturones que llevaba en ambas manos y me sonrió tranquilizándome.
-¿Estás segura? -le pregunté cogiéndolos con una mano y con la otra acariciando tranquilamente con mi mano su mejilla derecha.
-Sí, estoy segura Justin -acarició la mano que tenía sobre su mejilla-. Quiero acabar con mi miedo a ser atada y quiero que seas tú el que lo haga -hice una mueca de confusión. No sabía si hacerlo o no-. Confío en ti Justin -sonrió. ¿Cómo confiaba en mí si ni yo lo hacía?-. Tendría que ser yo la que tiene miedo Justin, no tú -se rió y volví al mundo real, después de estar paseando por el país de 'estaba bien o estaba mal'.
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La silla eléctrica.
Hayran KurguMe querían matar, me querían muerto por ser el criminal con más muertes en su expediente. Querían que me fuera directo al infierno por causar tanto dolor. Pero un criminal, también merece una segunda oportunidad ¿no? Al parecer, yo era el único que...