2 ─ Te llegó la hora Bieber

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La luz del amanecer entrando por el pequeño agujero sin cristales de la “ventana”, me hizo abrir los ojos.

-Mierda -susurré cubriéndome los ojos.

Sabía que hoy era mi último día de vida así que me levanté para mirar por el agujero. La ciudad estaba a mis pies. Todo el mundo se movía corriendo de un lado para otro hiendo hacia el trabajo. Miré el sol como aparecía por el horizonte y suspiré disfrutando de la última vista que tendría de ello. Agarré los barrotes de la ventana.

-No podrás escapar por ahí, Bieber -dijo una voz de mujer en mi espalda. Me giré y la vi.

-Lo sé, Torres.

-¿Entonces por qué lo intentas? -comentó con una sonrisa.

-No intentaba escapar nena, sólo miraba por última vez el sol -hizo una mueca y abrió mi celda-. ¿Qué? ¿Quieres que ser mi última follada?

-Eres imbécil -dijo con sus ojos ardiendo-. Sólo vengo a decirte que dentro de media hora, estarás en el infierno.

-Sé que eso te gusta.

-No sabes cuánto, Bieber.

-Eres una mala perra, Torres.

-Y tú eres un hijo de puta que acabó con miles de vidas y destrozó miles más, violándolas.

-Disfrutaban, te lo aseguro. La mayoría acabó gimiendo mi nombre.

-No quería saberlo, menos me importa.

-Seguro que en este mismo instante, estarás mojándote las bragas pensando en ti y en mí, una cama y yo encima tuyo, haciéndolo duro, sin compasión -se movió nerviosa en su sitio y yo sonreí, con una erección bastante elevada.

-Eres un cerdo -comentó con hilo de voz.

-Este cerdo te pone como nunca tu puto novio lo podrá hacer.

-Sólo venía a despedirme -bajó la mirada.

-¿Puedes hacerme un favor?

-¿El qué? -subió de nuevo su mirada y clavé nuestros ojos.

-Bésame -ella negó con la cabeza.

-No pienso besarte Bieber.

-¿Por qué? ¿Porque sabes que si me besas harás lo imposible para que no me maten hasta que tengas una noche conmigo? -ella negó con una sonrisa en su cara.

-A parte Justin, ni un milagro te va a poder salvar de esta.

-Me recuerdas a tu maldito novio.

-¿Por qué?

-Porque él me dijo lo mismo anoche -sonreí-. Me da igual, tampoco quiero librarme de la muerte.

-¿Por qué? -volvió a preguntar.

-Porque no tengo nada por lo que vivir -me encogí de hombros y ella asintió con la cabeza.

-Suerte allí arriba -comentó y me tendió la mano-. Un placer haber tenido el placer de cogerte yo -le apreté la mano y la tiré hacia mí y sus pechos se juntaron con mi anatomía.

-Un gusto que hayas sido tú la que me cogiera. Gracias a eso, te veré todos los días -frunció el ceño-. No creas que muerto te dejaré en paz, nena -le susurré-. Te vigilaré y te joderé la vida.

-No creo en los fantasmas.

-Cree en el fantasma de Justin Bieber nena, me verás, te lo aseguro -la tiré lejos de mí.

Me senté en mi cama y ella siguió mirándome.

-Vas a pasar realmente miedo. Y siempre cumplo lo que digo.

La silla eléctrica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora