XXII

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Los regalos matutinos solo hacían más contento a Jun— cada detalle— aunque minúsculo, pero valían más de mil palabras y sonreía como tonto como ahora mismo.

— ¿Y esa sonrisa? — pregunto Nao también con una sonrisa, pero picara.

Jun solo sonrió como respuesta, mostrando una sonrisa más genuina y boba que reconoció inmediatamente Nao.

Una sonrisa boba de enamorado.

— Me gusta su tarjeta, muy creativa, se nota que no fue comprado— comento Nao.

— Si — dijo suave y soñadoramente Jun.

Fue un hermoso detalle, con razón ayer me comentaba que buscaba materiales.

— Se nota enamorado— dijo Nao sin preguntar.

— ¿Eh? — dijo Jun.

¿Lo estoy?

Si, ¿pero es correcto? ¿es el correcto?

Su sonrisa desapareció, y Nao no se dio cuenta de ello.

— Lo está— dijo con firmeza Nao— su mirada risueña, su sonrisa, su misma aura— enumero Nao.

Pero no del correcto— lo pensó, pero no lo dijo.

— Estoy seguro que ya sabe quién es su anónimo— dijo con picardía a lo que Jun no pudo evitar sonrojarse, obviamente que si lo conocía— ¡oh por Buda, si lo conoce! — exclamo emocionada.

Jun solo asintió.

— ¿Y es guapo?

Más que ello.

— ¡Oh por Buda tiene un anillo! — hablo emocionada Nao— no te nos vayas a casar pronto— pidió— sin invitarnos— advirtió.

— Eso está muy lejos— confeso Jun.

Jung Min ya estaba casado y él era su...

— No diga ello, en el amor todo se vale— dijo Nao.

A lo que Jun se puso pensativo— no todo vale—. Valía un bledo si era o no casado cuando el corazón escogía a quien amar.

— Recién lo conozco— dijo Jun.

— Solo le digo que el único error que uno puede cometer y uno grande y que a uno marca de por vida es meterse en un matrimonio— filosofo Nao sin darse cuenta que dio en el clavo.

A Jun le dio un golpe a la realidad, pero fingió que no le afectaba, aquel hecho siempre lo iba a seguir si deseaba continuar con ello, pero tampoco podía cortar todo, peor aun cuando tenía a un Jung Min muy atento y cariñoso con él, simplemente Jung Min siempre hacia algo para hacerle volar su sentido común.

— Buenos días — se escuchó la otra voz.

— Buenos días dr Jung Min— dijeron al unísono Nao y Jun. Nao por educación, pero a Min no le daba mucha importancia a ese saludo, sino la de Jun que lo noto muy distinta a los otros buenos días.

Era como si hubiese retrocedido nuevamente. Suspiro mentalmente.

— El dr Jung Min por fin conoció a su anónimo— dijo toda emocionada Nao.

Y allí supo porque esa actitud. Pues como iba a expresar como era el chico sin decir nombre y sin expresarse del todo cuando había algo que los separaba y los hacia ocultar.

Su matrimonio.

La primera relación de Jun no estaba siendo como las demás. No podía contar todo sobre su noviazgo— como los otros—, dejar fluir sus emociones del amor y todo lo que abarca los demás sentimientos. Sino ocultar.

— De seguro es guapo— dijo guiñando un ojo a Jun además de un tono que reconoció rápidamente Jun detrás de aquella fachada de voz molestosa.

Ególatra.

Protesto en su mente Jun para Jung Min, incluso rodo los ojos.

— Lo mismo pienso— dice Nao. Sonrió y luego giro a verlos, especialmente a Min— como que son un buen equipo ustedes, cuidado que el futuro novio de Jun y Tiff se pongan celosos.

Jun miro a Jung Min y este también. Noto que todo retrocedió nuevamente.

— No creo— dijo Min— solo por trabajo somos un buen equipo.

Ante estas palabras, Jun igual se sintió triste, tal vez él solo era una distracción para Min.

Tan solo no caigas redondo ante Jung Min.

— Vine a ayudar con algunas fichas— aviso Min.

— Tome — dijo Nao, dándole tres.

— No — dijo Jun reteniendo las manos de Nao.

— ¿Dr Jun? — dijo con duda Nao.

— Hoy todo atenderemos nosotros— dijo Jun.

Retrocedimos.

— Nao solo llévelos a mi consultorio— hablo como el dr que era.

— Okey — dijo Nao sin replicas, porque ya conocía como se ponía Min cuando no le hacían caso cuando estaba de ese humor.

— Nao— dijo firme también Jun.

Nao quedo en medio. No sabía a quién hacer caso, incluso pensó cómo reaccionarían ambos, pues Jun era más considerado. Jun la iba a perdonar.

— Lo siento dr Jun— dijo y salió con aquellas historias del consultorio de Jun para llevarlas donde el consultorio de Jung Min.

Ambos vieron como salió Nao. Jun estaba muy molesto, pero por haber perdido. No. No quería ayuda, mucho había dejado que Min lo ayude. Lo miro con enojo y volteo para sentarse en el asiento del escritorio.

Min también se sentía molesto, y se sentó delante de Jun.

— Tenemos que hablar— dijo con firmeza Jung Min a Jun.

— Tengo bastante trabajo, dr Park— dijo Jun con voz muy seria y enojada.

Min relajo sus músculos. Tomo aire. Jun solo se protegía. Se levantó de su asiento bajo la atenta mirada de Jun. Se acercó a Jun rodeando el escritorio.

— Te ves guapo así de enojado— dijo Jung Min con voz coqueta.

Jun no dejo de verlo molesto, pero un sonrojo leve aparece en sus mejillas que inmediatamente desapareció, pero Min lo noto.

— Esto debe parar— dijo Jun con seriedad.

Y ahora, justo en este momento.

— No — dijo Jung Min con firmeza y por el miedo que recorrió a su cuerpo de un alejamiento de Jun de su lado...

Su cuerpo actuó solo. Se agacho a la altura de Jun y beso con desespero los labios de Jun. Ya había probado aquellos labios, aquel néctar adicto, del cual estaba muy seguro que nunca quedria dejar aquella suavidad.

Jun libero un jadeo, momento que aprovecho Min para invadir aquella cavidad bucal y lo hizo suyo, Jun se dejó, su racionalismo voló al sentir aquel poderío de Min en sus labios. Se aferró y se abrazó de Jung Min y este lo levanto y lo sentó en el escritorio para mejor comodidad para ambos.

Mio, mio— solo decía la mente nublada de Jung Min.

Las caricias encima la ropa iniciaron, los labios querían bajar a otros lados, pero Min se contuvo y solo dio un beso en el cuello níveo de Jun. No podía hacerle ello en el trabajo.

— No te alejes y no me alejes, date cuenta que ahora sos mi vida— confeso Min respirando agitadamente a unos milímetros del rostro de Jun.

Jun no dio una respuesta, solo disfruto de aquella confesión. Su mente no lo dejo hablar.

¿Amantes? ¡No! [Minjun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora