Capítulo 2 - ¡Hogwarts allá voy!.

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Me había pasado casi toda la noche dando vueltas por los nervios, sin poder dormir y esa mañana estaba muy cansada, tanto que no fue hasta la sexta alarma que no me levanté.

Cuando miré la hora abrí los ojos de golpe, saltando de la cama y saliendo disparada hacia el baño donde me aseé y vestí en tiempo récord.

Cuando bajé derrapando y engullí casi todo el desayuno miré a mi madre y a mi hermana que me miraban atentamente.

— Date prisa o no llegaremos al Expreso de Hogwarts, el tren sale en media hora — Me dijo Eris que ya había terminado de desayunar y se estaba levantando de la mesa, metiéndome prisa.

Me metí todo el desayuno en la boca, cosa que hasta hoy no sabía que podía hacer.

— ¡Arreando! — Exclamé con la boca llena intentando masticarlo todo bien para tragar poco a poco.

Mamá me miró divertida, negando con la cabeza.

Tardamos 15 interminables minutos en llegar a la separación entre el andén 9 y 10.

Lo miré con emoción.

Al fin iría a Hogwarts, no me quedaría en el andén observando como Eris se iba otro año y me dejaba en tierra con mamá. Ya no recibiría cartas suyas desde Hogwarts contándome lo alucinante que era todo y lo bien que se lo pasaba. Y todo esto porque este año era MI año, este año iría a Hogwarts por primera vez.

Este año sería el primero de siete años en el colegio de Hogwarts de Magia y Hechicería.

Los siete años que todo mago y bruja recordaba con cariño como los mejores años de su vida.

—Ha llegado el momento — Dijo Eris pasando su brazo sobre mis hombros y dando un pequeño apretón en el hombro donde su mano se había posado — Al fin sabremos si eres una Hufflepuff.

La miré con los ojos entrecerrados sin decir nada.

Eris se había pasado todo el verano metiéndose con ella y gastándole bromas sobre su futuro en Hogwarts. De normal decía que iba a terminar en Hufflepuff y que era mejor destino que Slytherin, la casa a la que había pertenecido toda nuestra familia, salvo nuestros padres y la propia Eris que pertenecían a Gryffindor, la casa rival de Slytherin.

Pero algunos días, cuando la veía con las narices metidas en un libro, releyendo alguno de los libros de Hogwarts, le decía que seguramente terminaría en Ravenclaw, la casa de los empollones, aunque según ella había gente muy maja en todas las casas, salvo en Slytherin a los que parecía detestar ahora más que antes de entrar a Hogwarts, supongo que por la rivalidad de las casas.

Debí abstraerme porque justo cuando volví a la realidad mamá no estaba y escuché gritar a Eris.

— ¡La última en cruzar es un troll cubierto de mocos! — Grito Eris que ya estaba a medio camino de cruzar la barrera hacia el andén 9 y ¾.

Empecé a empujar el carrito con todas mis fuerzas.

Ganó Eris, pero porque hacía trampas, no había valido.

Nada más cruzar paré en seco y miré a Eris, pero mi vista se desvió al Expreso de Hogwarts con su característico y llamativo color escarlata.

Todo mi enfado desapareció solo con pensar que ese año subiría a aquel tren con destino a Hogwarts y que estaría fuera de casa durante todo el curso escolar.

Mamá empezó a abrazarme con fuerza de un momento a otro, devolviéndoselo tardíamente.

— Divertíos chicas, y ya sabes Eris, cuida de tu hermana y lo que te dije — dijo con cierto tono misterioso mientras se separaba de mí e iba a abrazar a mi hermana.

Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora