Capítulo 45 - Harry se postula para el Torneo de los Tres, ahora Cuatro, Magos.

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El jueves por la noche llegó con rapidez y todos nos congregamos en el Gran Comedor, donde habían movido los bancos para dejar sitio al cáliz.

— Sentaos. Por favor — dijo Dumbledore — Llega el momento que todos estabais esperando. La selección de campeones.

Dumbledore giro la mano de un lado a otro de la estancia he hizo bajar la intensidad de las llamas de las lámparas que colgaban de las paredes, quedando la sala en penumbra, solo iluminada por el fuego del cáliz.

Dumbledore se acercó al cáliz con la mano en alto y la tocó con ambas manos para luego alejarse, sin dejar de mirarla, ante la expectante mirada de todos los ahí reunidos.

El fuego paso de un pálido azul a un color rojo coral que cegó a Dumbledore con su intensidad.

Se encogió y luego creció con un movimiento como si escupiera algo.

Un papel salió despedido hacia arriba y fue cogido al bueno por Dumbledore, que lo miro en silencio durante un momento.

— El campeón de Durmstrang es Viktor Krum — dijo Dumbledore en voz alta.

Todos aplaudieron y Viktor alzo el puño, vencedor, mientras se levantaba desde el banco que había más cerca del cáliz chocando manos y puños de sus compañeros.

Le dio la mano a Dumbledore, que le dio una palmada en el brazo y le indico que entrara por una puerta trasera de la sala por la que Viktor entro.

La copa volvió a cambiar de color y a escupir otro papel, que Dumbledore volvió a coger.

— La campeona de Beauxbatons es Fleur Delacour — dijo Dumbledore a la que también dio un apretón de manos y guio con su mano a la puerta por donde había entrado unos minutos antes Viktor.

Salió el último papel, un trozo de pergamino que solo podría ser del campeón de Hogwarts.

Todos nos inclinamos expectantes mientras Dumbledore le daba la vuelta al papel.

— El campeón de Hogwarts es Cedric Diggory — dijo Dumbledore.

El salón estallo en aplausos mientras Cedric se levantaba saludando y dando la mano, dirigiéndose con paso firme hacia Dumbledore, al que dio la mano para seguir a los otros dos campeones.

— ¡Excelente! Ya tenemos a nuestros tres campeones — gritó Dumbledore con los brazos extendidos con alegría — pero al final, solo uno escribirá su nombre en la historia. Solo uno levantará este cáliz de campeones, este recipiente de victoria. La copa de los Tres Magos.

Y dicho eso se giro con celebridad hacia una copa que había estado tapada con una tela y que se desprendió al señalarla Dumbledore.

Era plateada, con dos asas de serpiente que mordían el borde brillante de la copa.

Estaba hecha de un vidrio luminiscente con letras que danzaban por él.

Daba tanta impresión que deje de respirar, era una de las cosas más bonitas e impresionantes que había visto nunca, sin contar la flor eterna que le había regalado Charlie a Eris el año anterior.

Snape empezó a caminar hacia el cáliz de fuego, mirándolo fijamente y haciendo que yo tambien lo mirara extrañada.

El fuego azul del cáliz empezó a agitarse tanto como cuando Fred y George habían metido sus nombres, luchando contra algo.

Cuando Dumbledore se acercó el fuego cambió de color, volviéndose más brillante que las últimas veces que había cambiado al rojo coral, se encogía y despues salió una llamarada que casi toca el techo en la que apareció un trozo de pergamino que Dumbledore cogió con rabia.

— Harry Potter — leyó Dumbledore, más para sí, mirando el trozo de pergamino. Miro alrededor, furioso, buscando a Harry — ¿Harry Potter? ¡Harry Potter!

— ¡Vamos, Harry! — le dijo Hermione, dándole una palmada en el hombro.

Ron parecía muy enfadado, mirando mal a Harry.

— Harry, por lo que más quieras — le dijo Hermione.

— Ningún año va a ser tranquilo — me lamenté.

— Ni que lo digas — susurró Hermione con nerviosismo.

Dumbledore le entregó el trozo de pergamino a Harry, que lo miró aún en shock.

— ¡Es un tramposo! — gritó alguien.

— ¡No tiene 17 años! — gritó otro.

— Joder, joder ¿Y ahora qué? ¿Esperamos sin más? — le susurré a Hermione mientras el Gran Comedor se vaciaba, la mayoria indignado.

— Yo me voy — dijo Ron, marchándose cabreado.

— ¿Esperamos a Harry? — preguntó Hermione, viendo como Ron se alejaba.

— Si, esperémosle — dije mientras miraba tambien a Ron — no le ha hecho nada de gracia que el cáliz soltara el nombre de Harry.

— No creo que Harry haya puesto su nombre ­— dijo Hermione, segura.

— Lo sé, dejo claro que no queria, a lo mejor por eso Ron se ha cabreado, a lo mejor no, tiene que ser por eso, aunque dudo mucho que Harry haya metido su nombre.

— Ya — dijo Hermione con preocupación.

Cuando todos se marchaban Eris me dio unos toques en el hombro con su dedo, haciendo que la mirara.

— Envíame una carta avisándome si Harry esta bien o necesita algo ¿vale? — me dijo Eris, que tras asentirle se dio la vuelta para marcharse del Gran Comedor — ¡De inmediato, no mañana!

Estuvimos un rato esperando, éramos las últimas de la sala, que estaba prácticamente a oscuras, cuando Harry salió de la sala con aire derrotado.

Nos miró nervioso, acercándose con rapidez.

— ¡Os juro que yo no metí mi nombre! ¡Ni siquiera quiero participar! — exclamó.

— Lo sabemos, Harry — le dije, dándole una palmada en el hombre — te ayudaremos entre todos ¿A qué si Herm?

— Por supuesto, seremos un equipo — dijo Hermione, sonriéndole con el fin de tranquilizarlo, ya que parecía que le iba a dar algo.

— ¿Dónde está Ron? — preguntó Harry.

— Se ha ido a su habitación, creo — dije con una mueca.

— Ah... — dijo Harry, sin saber que más decir mientras nos encaminábamos a la torre de Gryffindor.

No tardarían en pelearse, supuse mientras miraba a Harry con preocupación.

Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora