Capítulo 16 - El vociferador de Ron y el desastre de los duendecillos.

865 60 4
                                    

El primer día de clase bajamos al gran comedor, Hermione seguía sin hablarles a Ron y Harry del cabreo que llevaba por su llegada a Hogwarts y las lechuzas traían el correo como todas las mañanas.

Pero esa mañana pasó algo fuera de lo común. No fue el paquete que rebotó en la cabeza de Neville, ni la lechuza que cayó en la taza de Hermione (que por cierto era Errol).

—¡Errol! — dijo Ron, sacando por las patas a la empapada lechuza, que se desplomó sobre la mesa con las patas hacia arriba y un sobre rojo y mojado en el pico.

— ¡No! — Exclamó Ron horrorizado.

— No te preocupes, no está muerto — dijo Hermione, tocando con la punta del dedo a la pobre lechuza.

— No es por eso... sino por esto — le dije a Hermione señalando el rojo sobre con horror, esperando que explotara en cualquier momento.

— ¿Qué pasa? — preguntó Harry sin comprender lo que sucedía.

— Me han enviado un vociferador — dijo Ron con un hilo de voz.

— Será mejor que lo abras, Ron — le dije a Ron en un susurro — Si no lo haces, será peor.

— Es verdad, mi abuela una vez me envió uno, pero no lo abrí y... — dijo Neville tragando saliva — fue horrible.

— ¿Qué es un vociferador? — dijo Harry, aún sin saber por qué tanto revuelo por un sobre.

— Ábrela — Le repitió Neville a Ron — Será cuestión de unos minutos.

Ron alargó una mano temblorosa, le quitó a Errol el sobre del pico con mucho cuidado y lo abrió.

Neville se tapó los oídos y yo me eché hacia atrás, esperando los escandalosos gritos que en breves llenarían la sala.

En el salón se oyó un bramido tan potente que desprendió polvo del techo.

— ... ROBAR EL COCHE, NO ME HABRÍA EXTRAÑADO QUE TE EXPULSARAN; ESPERA A QUE TE COJA, SUPONGO QUE NO TE HAS PARADO A PENSAR LO QUE SUFRIMOS TU PADRE Y YO CUANDO VIMOS QUE EL COCHE NO ESTABA...

Los gritos de la señora Weasley, cien veces más fuertes de lo normal, hacían tintinear los platos y las cucharas en la mesa y reverberaban en los muros de piedra de manera ensordecedora. En el salón, la gente se volvía hacia todos lados para ver quién era el que había recibido el vociferador, y Ron se encogió tanto en el asiento que sólo se le podía ver la frente colorada.

— ... ESTA NOCHE LA CARTA DE DUMBLEDORE, CREÍ QUE TU PADRE SE MORÍA DE LA VERGÜENZA, NO TE HEMOS CRIADO PARA QUE TE COMPORTES ASÍ, HARRY Y TÚ PODRÍAIS HABEROS MATADO... COMPLETAMENTE DISGUSTADO, EN EL TRABAJO DE TU PADRE ESTÁN HACIENDO INDAGACIONES, TODO POR CULPA TUYA, Y SI VUELVES A HACER OTRA, POR PEQUEÑA QUE SEA, TE SACAREMOS DEL COLEGIO.

Se hizo un silencio en el que resonaban aún las palabras de la carta. El sobre rojo, que había caído al suelo, ardió y se convirtió en cenizas. Hermione miró a Ron cerrando su libro.

— Bueno, no sé lo que esperabas, Ron, pero tí... — empezó a decir Hermione.

—No me digas que me lo merezco — atajó Ron.

Esa mañana, la primera clase que tenían era dos horas seguidas de herbología en los invernaderos con los alumnos de Hufflepuff.

Al dirigirse a los invernaderos, vieron al resto de la clase congregada en la puerta, esperando a la profesora Sprout. Harry, Ron, Hermione y yo acabábamos de llegar cuando la vimos llegar con Gilderoy Lockhart. La pobre profesora Sprout llevaba un montón de vendas en los brazos, a causa de haber curado al sauce boxeador.

Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora