A la mañana siguiente desayunamos todos juntos, nos arreglamos y vestimos y salí con los demás a montar la carpa con ayuda de nuestra magia.
— Vamos, con ganas — grito el señor Weasley — ¡Todos juntos ahora! Una, dos... ¡Tres!
Todos empezamos a hacer levitar la carpa, levantándola con magia, haciendo entre todos un circulo alrededor de la gran tela de color perla, que parecía hacer juego con el cielo encapotado.
La carpa se levantó lentamente, quedando tirante de las cuerdas que habían puesto previamente.
Habían hecho un pasillo con toldo a juego que unía la casa de los Weasley con la carpa que después decoraríamos con cortinas y flores.
— ¿Cómo queda por ahí, chicos? — preguntó el señor Weasley.
— ¡Perfecto! — dijo Charlie.
— Maldita sea ¿Qué hace aquí el ministro de magia? — preguntó George mientras todos mirábamos al ministro caminar con un maletín hacia la casa.
— A saber, pero tiene que ser importante — dije mirando al ministro, haciendo visera para cubrirme los ojos de la luz del día.
Al poco de entrar el ministro en la casa la señora Weasley nos llamó a Ron y a mí a gritos.
Cuando llegamos la señora Weasley nos guio al salón, donde Hermione y Harry ya estaban sentados frente al ministro.
Nos sentamos en silencio mientras el abría el maletín, sacaba un paquete de tela roja que dejó sobre la mesa y hacia levitar un pergamino que desdoblo en el aire.
— ¿Y esto es...? — preguntó Harry.
— "He aquí la última voluntad y testamento de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore. Primero, a Ronald Bilius Weasley, lego mi Desiluminador, un artilugio de mi propia invención, con la esperanza de que cuando todo parezca oscuro, le aporte luz". — dicho esto le dio un objeto alargado a Ron, que lo miro confuso, sin saber muy bien cómo funcionaba.
— ¿Dumbledore me dejó esto? — preguntó Ron, flipando.
— Sí — le dijo el ministro de magia.
— Qué pasada — dijo Ron — ¿Cómo va?
Al no decir nada el ministro, Ron abrió el desiluminador y las luces de la sala fueron hacia el pequeño objeto, apagándose todas las luces de la sala, ya que parecían haberse guardado en el objeto.
Ron volvió a abrir el desiluminador y las luces volvieron a su lugar original.
— Alucinante — dijo Ron, sonriendo.
— "A Hermione Jean Granger lego mi ejemplar de Los Cuentos de Beedle el bardo con la esperanza de que lo encuentre entretenido e instructivo" — dijo el ministro, dándole un libro que parecía muy usado y viejo.
— Mamá me leía esos cuentos — dijo Ron — El mago y el cazo saltarín, Babbity Rabbity y su cepa carcajeante. Venga... Babbity, el conejito. ¿no?
— Ron, Hermione y Harry se han criado con muggles, no conocen esos cuentos — le dije, sonriéndole.
— "A Selene Lyra Black lego estás lágrimas, para que en ellas encuentre algo que siempre creyó perdido, con el anhelo de que no caigan en el olvido" — dijo el ministro, tendiéndome una pequeña cajita de madera negra.
La cogí con delicadeza. Al abrirla encontré dos pequeños frascos con un liquido entre transparente y plateado que parecía fluir con vida propia en el interior de sus contenedores.
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Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]
FanfictionSelene era apenas un bebé cuando su padre fue encarcelado en Azkaban por lo que no recordaba absolutamente nada de su padre, excepto algún vago y fugaz recuerdo de su rostro sonriente lanzándola al aire en mitad del jardín o de su risa retumbando po...