Capítulo 81 - El pensadero.

559 44 7
                                    

Fred me abrazó con fuerza, besando mi cabeza mientras yo envolvía su cintura con mis brazos.

— Tu madre me ha salvado la vida — murmuró Fred, aún con lágrimas en los ojos que mantenía abiertos de la sorpresa.

Tenía la cara roja de llorar y me miraba con pena.

— Es culpa mía, si no fuera por mi tu ma... — siguió diciendo.

— No, no lo digas — le dije, tirando del cuello de su camisa hacia mi — Mi madre te ha salvado porque sabe lo importante que eres para mí, porque sabe que te quiero y que quiero estar contigo. No hagas que su muerte suene como un error. Viviremos agradecidos por su sacrificio ¿Me oyes?

— Lo siento, Selene — dijo Fred, abrazándome con fuerza — Ojalá tu madre no hubiera muerto.

— Lo sé — susurré mientras me abrazaba y yo le abrazaba a él — Tengo que ir al despacho de Dumbledore, hay algo que tengo que hacer.

— Te acompaño, por si... por si no vuelves antes de que vuelvan — dijo Fred con rapidez viendo que iba a negarme — Vamos.

Subimos hasta el despacho de Dumbledore cogidos de la mano y al llegar vi el pensadero en medio de la habitación.

Me acerqué a él después de comprobar que no había nadie más y miré en el interior.

Había un recuerdo, no sabía de quien ni porque, pero me introduje en él sin pensarlo.

Y ahí estaba ella, mamá.

Estaba con Snape y con la que supuse que sería la madre de Harry, los tres juntos creciendo.

Y luego ví todo lo demás, todo lo que había detrás del hombre que había sido mi padrino y con el que nunca había tenido relación.

El hombre que termino siendo bueno y que solo vivía para proteger a Harry, aunque no lo pareciera.

Y todo porque seguía enamorado de su madre, porque la amaba y porque Harry tenía sus ojos.

Había dado la vida para proteger a Harry y al final él tendría que morir para que Voldemort muriera.

No dije nada mientras sacaba los recuerdos de Snape del pensadero y los metía en un frasquito que me eché al bolsillo.

Y tampoco dije nada mientras introducía el liquido de la ampolla que Dumbledore me había dado en herencia.

En esos recuerdos aparecían mis padres, mis padres cuando llegaron a Hogwarts, cuando deambulaban por los pasillos, mi padre gastando bromas y mi madre enfrentándose a él. A ellos juntos, bajo el roble que tanto me gustaba a mí.

Vi a mi padre, idéntico a Eris y entendí que me parecía mucho a mi madre, salvo en los ojos, que eran de mi padre y que hacían que me pareciera bastante, aunque no como Eris, que parecía ser su gemela perdida.

Repetí el proceso que seguí con las lágrimas de Snape y las devolví a su frasco, sacando el último y mirándolo fijamente.

¿Qué contendría? ¿Serían de Dumbledore?, pensé mientras vertía el contenido en el pensadero e introducía mi cara en la superficie, mirando los recuerdos.

Aparecí en mi casa, en la que me había criado.

Escuché música proveniente del jardín y pude ver que el calendario de la cocina marcaba un sabado de agosto de 1980, días después de mi nacimiento.

Salí al jardín justo cuando la risa de papá y otra que de pronto subieron en mi mente, apareciendo en mis recuerdos, sonaban a coro, al unísono, llenando el jardín.

Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora