Capítulo 53 - Adiós a cuarto.

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La misma noche después de la tercera y última prueba del Torneo de los Tres Magos nos reunieron a todos en el gran comedor, donde vimos a Dumbledore dejado caer en su silla, apagado y sin el buen humor que solía caracterizarlo

Habían quitado las mesas y habían puesto bancos en filas, dejando un pasillo en medio, donde todos nos sentábamos en silencio.

Fred cogió mi mano, sentado a mi lado mientras George abrazaba a Eris, que estaba sentada entre los dos gemelos Weasley, como era costumbre de siempre.

— Hoy hemos sufrido una terrible pérdida — empezó a decir Dumbledore — Cedric Diggory, era, como todos sabéis un excepcional estudiante, una mente preclara y lo más importante un fiel amigo. Creo que, por tanto, tenéis derecho a saber cómo murió. Veréis, Cedric Diggory fe asesinado por lord Voldemort. El Ministerio de Magia era contrario a que os lo dijera, pero no hacerlo me parecía un insulto a su memoria. El dolor que todos sentimos ante tal pérdida me recuerda, nos recuerda, que por distinto que sea nuestro origen o idioma nuestros corazones laten como uno solo. A la luz de estos recientes acontecimientos nuestros vínculos de amistad se harán más importantes que nunca. Recordad eso y Cedric Diggory no habrá muerto en vano. Recordad eso y honraremos a un muchacho amable y honrado, valiente y leal hasta su último momento.

El día de volver a casa llegó con rapidez y todos nos despedíamos de los amigos que habíamos hecho de otros colegios y de nuestros amigos de Hogwarts, aunque con estos estaríamos un poco más en el expreso de Hogwarts.

— Esta es mi dirección, promete que nos escribiremos, aunque no sea con frecuencia — me dijo Biser, que me sonrió.

— Te lo prometo — le respondí para sacar pluma y pergamino y escribir mi dirección — espera, así mejor, para que tú también puedas escribirme.

— ¿Amigos? — preguntó, mirando sobre mi hombro.

— Amigos — le respondí para darle un abrazo, aunque alguien tiró de mi — ¡No seas celoso!

— No soy celoso, procuro cuidar lo que es mío — dijo Fred.

— ¡Es lo mismo!

— ¡Eso según tú! — respondió sonriendo.

Cuando los de Durmstrang se iban, y antes de que el barco se sumergiera bajo el agua, dieron varios cañonazos de despedida que resonaron por todo Hogwarts mientras que el carromato tirado por Abrasax de Beauxbatons sobrevolaba Hogwarts, perdiéndose en la inmensidad del cielo.

Me apoyé en la columna, al lado de Harry, al que sonreís mientras Ron y Hermione llegaban a donde estábamos nosotros.

— ¿Creéis que algún curso será tranquilo en Hogwarts? — preguntó Ron, sonriendo.

— No — dijimos Hermione, Harry y yo sonriendo.

— Vale, eso pensaba yo — dijo Ron — ¿Qué sería de la vida sin dragones?

— Mi hermana dice que antes de nosotros todo era tranquilo — dije mientras caminábamos hacia el expreso — pero agradece el cambio porque desde entonces ha hecho menos examenes.

— Un cambio justo — dijo Harry riéndose.

— Qué distinto será todo ahora ¿verdad? — dijo Hermione.

— Si — le dijo Harry, poniendo su mano sobre su hombro.

— Prometed que escribiréis este verano. Los tres — dijo Hermione.

— Yo no, sabes que no — dijo Ron.

— Vosotros sí ¿verdad? — dijo Hermione, sonriendo.

— Sí, todas las semanas — dijimos Harry y yo, sonriéndole de vuelta.

Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora