— ¿Harry? ¡Harry! — exclamé cuando pasó de sonreír a caer al suelo, hiperventilando y con cara de horror.
Me tiré al suelo, mirándolo asustada.
— ¡Sirius! — consiguió decir, y mi corazon se encogió.
— ¡¿Qué pasa con mi padre?! — grité, al borde del colapso.
— Lo estan torturando, Voldemort le esta torturando — dijo Harry, que se levantó corriendo y echó a correr con nosotros detrás.
Perdí toda capacidad de habla, le seguí corriendo, en silencio y aguantando mis ganas de llorar.
No podía perder a mi padre ahora que había vuelto con nosotras.
— Harry, ¿estás seguro? — le preguntó Hermione.
— Lo vi, igual que con el señor Weasley — dijo Harry mientras subíamos las escaleras a toda velocidad. Es la puerta con la que sueño hace meses, pero no sé dónde la he visto antes. Sirius decía que Voldemort buscaba algo que no tenía la última vez y está en el Departamento de Misterios.
— Harry, escucha, por favor — dijo Hermione, parando en seco en las escaleras — ¿Y si Voldemort pretende que veas esto? ¿Y si solo hace daño a Sirius para llegar a ti?
— Y si es así ¿Tengo que dejarlo morir? — dijo Harry — Hermione, es la única familia que me queda. Selene, estás conmigo ¿no?
— Siempre, Harry — le dije, asintiendo.
— ¿Qué hacemos? — preguntó Ron.
— Tendremos que usar la Red Flu — dijo Harry, que empezó a subir escaleras corriendo de nuevo con nosotros a la zaga.
— Pero Umbridge tiene todas las chimeneas vigiladas — dijo Hermione.
— No todas — dijo Harry.
— No la de su despacho — dije sin aire en los pulmones mientras corríamos.
— Alohomora — dijo Harry, abriendo la puerta del despacho de Umbridge
Todos corrimos hacia la chimenea, donde Harry tiró polvos flu.
— Alerta a la Orden si puedes — le dijo Harry a Hermione.
— ¿Estás majareta? Vamos contigo — le dijo Ron.
— ¡Es muy peligroso! — dijo Harry.
— ¿Cuándo te va a entrar en la cabeza? — le dijo Hermione — Estamos juntos en esto.
— Exacto, Harry — le dije — Somos amigos y familia, y tenemos que apoyarnos y cubrirnos las espaldas los unos a los otros. Además, yo pensaba ir aunque no fuerais vosotros. Estamos hablando de mi padre.
— Así estáis — dijo Umbridge, entrando en el despacho.
Nos alejaron de la chimenea y los de Slytherin nos apuntaron con varitas mientras ataban a Harry a una silla mientras Malfoy llegaba cogiendo del pescuezo a Neville, que arrastro hasta donde estábamos nosotros, apuntándole con su varita.
— Cogí a este intentando ayudar a la chica Weasley — dijo Draco.
Detrás de él estaban varios de Slytherin cogiendo a Luna y a Ginny.
— Ibas a ver a Dumbledore ¿verdad? — preguntó Umbridge a Harry, al que mantenía atado a una silla.
— No — dijo Harry.
— ¡Embustero! — exclamó Umbridge, dándole un guantazo que retumbo en la sala.
— ¿Me buscaba, directora? — dijo Snape, llegando.
— Snape, sí — dijo Umbridge — Ha llegado el tiempo de respuestas tanto si él quiere como si no. ¿Ha traído el Veritaserum?
— Me temo que lo ha agotado interrogando a alumnos... lo último, con la señorita Chang — dijo Snape — A menos que quiera envenenarlo, y le aseguro que no me daría la menos lástima si así fuera no puedo ayudarla.
Snape se giró para irse cuando Harry habló.
— ¡Tiene a Canuto! — exclamó Harry — ¡Tiene a Canuto en el sitio donde la guardan!
— ¿Canuto? ¿Qué es eso? ¿De qué habla, Snape? — preguntó Umbridge.
— Ni idea — le dijo Snape que miró a Harry de refilón antes de irse.
— Muy bien — dijo Umbridge que puso boca abajo el retrato del ministro y cogió su varita — No me das opción, Potter. Al ser un asunto de seguridad del ministerio no tengo otra salida. La maldición cruciatus te soltará la lengua.
— Eso es ilegal — dijo Hermione.
— Si Cornelius no se entera no pasará nada — dijo Umbridge.
— ¿Y cree que nadie de esta sala se lo contará cuando salgamos de Hogwarts? ¿Qué no hablaremos con nuestros padres? — le dije, mirándola con dureza mientras uno de Slytherin me clavaba la varita en las costillas — ¿Cree que no perderá su puesto y acabará en Azkaban?
— ¡Cállate, jovencita insolente! Esta claro que eres hija de tu padre — siseó, furiosa, apuntando a Harry con su varita.
— ¡No diga nada de mi padre, sucia bruja cara de sapo! — exclamé.
— Pero ella sonrió y se giró hacia Harry, abriendo la boca para torturar a Harry.
— ¡Díselo, Harry! — gritó Hermione, con desesperación.
— ¿Decirme qué? — preguntó Umbridge.
— Si tú no le dices dónde está, lo haré yo — dijo Hermione.
— ¿Dónde está qué? — volvió a preguntar Umbridge.
— El arma secreta de Dumbledore — dijo Dumbledore.
Y por la cara que puso se habría creído cualquier cosa.
Hermione y Harry se fueron con Umbridge mientras nosotros permanecíamos aquí, en el despacho de Umbridge, a la espera.
Saqué lentamente mi varita del bolsillo mientras Ron metía pastillas vomitivas con disimulo en comida y bebida que los de Slytherin se comieron tras decir Ron que tenía hambre.
No tardaron en empezar a vomitar y con rapidez los petrifique a todos y salimos los cinco corriendo.
Nos encontramos en el puente de madera con Harry y Hermione, que venían corriendo desde el bosque prohibido.
— ¿Cómo os habéis escapado? — preguntó Hermione.
— Pastillas vomitivas. No muy agradable — dijo Ginny.
— Les dije que tenía hambre y que quería algo dulce — dijo Ron — Claro, que me dijeron que no y se las tomaron ellos todas.
— Muy astuto, Ron — dijo Hermione, sorprendida.
— Eso no es novedad — dijo Ron.
— ¡Fue una pasada! — dijo Neville — Y ahora, ¿cómo vamos a Londres?
— Escuchad, os agradezco lo que habéis hecho, pero ya os he metido en suficientes líos — dijo Harry.
— El ejército de Dumbledore se creó para algo — dijo Neville — ¿O era solo un juego para ti?
— Tal vez no tengas que hacer esto solo, amigo — le dijo Ron.
— Harry, somos familia — le recordé.
— Vale, ¿cómo llegamos a Londres? — preguntó Harry tras mirarnos un momento en silencio.
— Volando, claro — dijo Luna.
— ¿Thestral? — le pregunté, sonriendo.
— Thestral — afirmó ella.
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Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]
Fiksi PenggemarSelene era apenas un bebé cuando su padre fue encarcelado en Azkaban por lo que no recordaba absolutamente nada de su padre, excepto algún vago y fugaz recuerdo de su rostro sonriente lanzándola al aire en mitad del jardín o de su risa retumbando po...