Capítulo 37 - El perro que no era un perro.

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Esa tarde vimos al verdugo del ministerio afilando su gran hacha en el patio interior, pasamos por su lado mientras íbamos a ver a Hagrid.

Llevaba una especie de gorro con agujeros para los ojos y nos sonrió con unos oscuros dientes mientras seguía afilando su hacha. Siguiéndonos con la mirada.

— No puedo creer que vayan a matar a Buckbeak. Es algo horrendo — dijo Hermione mientras caminábamos hacia la cabaña de Hagrid.

— Lo que faltaba — dijo Ron cuando llegamos a los terrenos de Hogwarts y encontramos a Draco y sus amigos espiando a Hagrid con unos prismáticos desde detrás de una roca.

No nos dio tiempo a reaccionar, Hermione salió disparada hacia ellos, con cara de querer matar a alguien.

— Mira quién viene — dijo Malfoy — ¿Vais al espectáculo?

— ¡Tú! ¡Tú! ¡Asquerosa y falsa cucaracha! — espetó Hermione, sacando la varita y arrinconando a Draco contra la piedra.

— ¡Hermione, no! — dijo Ron — No merece la pena.

Hermione miró a Draco, que lloraba de miedo con los ojos cerrados y bajo la varita lentamente para darse la vuelta.

En cuanto empezó a girarse Draco paso de llorar a reírse, pero no le dio tiempo a mucho, ya que Hermione estampo su puño contra la nariz de Draco, con todas sus fuerzas y cogiendo velocidad al girar, haciendo que se oyera un fuerte crujido, tirando a Malfoy al suelo.

— ¿Malfoy, estás bien? — dijo uno de sus amigos, cogiéndolo por el brazo para levantarlo.

En cuanto pudo levantarse salieron corriendo mientras nosotros mirábamos por donde se iban y yo empezaba a reírme.

— Qué bien sienta esto — dijo Hermione con una sonrisa tímida.

— ¡Bien no, alucinante! — exclamó Ron, alucinado.

— Te estás soltando el cabello, amiga — le dije a Hermione, entrelazando mi brazo con el suyo — Y una vez hecho eso no hay vuelta atrás.

Bajamos con rapidez las escaleras de piedra que conducían a la cabaña de Hagrid, de la que salía humo por la chimenea.

Buckbeak estaba encadenado en el huerto de delante de la cabaña de Hagrid y levanto la cabeza al vernos.

Una vez que llegamos, llamamos a la puerta y Hagrid nos dejo entrar para volver a asomarse por su ventana, mirando a Buckbeak con tristeza.

— Le encanta el olor de los árboles cuando la brisa pasa entre ellos — dijo Hagrid.

— ¿Y por qué no lo dejamos libre? — preguntó Harry.

— Sabrían que he sido yo, y Dumbledore tendría problemas — dijo Hagrid — Va a bajar, Dumbledore. Dice que quiere estar conmigo cuando... todo pase. Gran hombre, Dumbledore. Un gran hombre.

— No esta bien lo que van a hacerle a Buckbeak por culpa de un estúpido como Malfoy — dije cabreada — No es justo.

— Nos quedaremos también contigo — dijo Hermione.

— ¡No haréis tal cosa! — espetó Hagrid — ¿Querría yo que vierais esa atrocidad? No. Tomaos el té y os vais. Ah, pero antes, Ron...

Y dándose la vuelta saco algo de una lata de latón en la que se leía "Harina" y se giro con algo en las manos.

— ¡Scabbers, estás viva! — dijo Ron con emoción.

— Cuida mejor a tus mascotas — le dijo Hagrid sonriendo.

Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora