Capítulo 32 - Una araña en la ducha.

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Estábamos en el gran comedor, haciendo los deberes mientras escuchábamos a Draco quejarse de que no podía hacer los deberes porque según la señora Pomfrey, aunque viniendo de él seguramente sería mentira, casi perdía el brazo.

— Escuchad a ese idiota — soltó Ron enfadado — Ahora va de héroe.

— Al menos no han despedido a Hagrid — dijo Harry, bastante aliviado.

— Pero el padre de Draco está furioso. Esto no ha acabado aquí — dijo Hermione con preocupación.

— Creo que deberíamos prepararnos para le intervención del ministerio, y conociendo al padre de Draco... — dije mientras me daba con la pluma en la mejilla.

— Conociendo al padre de Draco ¿Qué? — dijo Harry preocupado.

— Pues que seguramente maten a Buckbeak.... Ya sabes... por ser un peligro para nosotros y esas cosas — susurré con pesar.

Harry fue a hablar, pero justo llego un compañero nuestro con un periódico, gritando.


— ¿A quién? — preguntó Ron, volviéndose.

— ¡A Sirius Black! — exclamó el chico.

— ¿En Dufftown? Eso no está lejos de aquí — dijo Hermione, que había cogido el periódico.

— ¿No se le ocurrirá venir a Hogwarts? — preguntó Neville bastante asustado.

— ¿Con dementores por todas partes? — dijo Hermione incrédula.

— Ya los ha burlado una vez. Podría hacerlo de nuevo — dijo el chico que había traído el periódico.

— Tiene razón, Black podría estar aquí — dijo otro chico que de pronto dirigió la mirada de asco a mi hermana, que lo miró sin rastro de ninguna emoción — sobre todo cuando tiene a sus hijas aquí, seguro que le estas ayudando ¿no? Al asesino de tu padre.

— ¡No vuelvas a hablarle así! — gritó Fred, enfadado mientras daba un golpe en la mesa, pero Eris se levantó y, recogiendo sus cosas velozmente salió corriendo.

— ¿Si tu madre fuera puta tú también lo serías? — le preguntó bastante cabreado George, a lo que el chico se quedó callado.

Miré como los gemelos defendían a Eris, sin dudas y sin retractarse y me alegre de que los tuviera, de que no estuviera sola, porque sabía que esto sería duro para ella.

Esa mañana estábamos en una clase de Defensa Contra las Artes Oscuras y delante de nosotros, en medio de la sala, había un armario antiguo que se zarandeaba.

— Intrigante, ¿No creen? — dijo el profesor Lupin — ¿Alguien se aventura a adivinar qué es lo que hay dentro?

— Es un boggart — respondí con tranquilidad.

— Muy bien, señorita Black — contestó Lupin — ¿Podría decirme alguien qué aspecto tiene un boggart?

— Nadie lo sabe. Los boggarts son polimórficos. Adoptan la forma de lo que uno más teme. Eso los convierte en seres... — dijo Hermione, que apareció de la nada.

— Aterradores, en efecto — dijo Lupin — Afortunadamente, un sencillo encantamiento repele a un boggart. Pongámoslo en práctica. Sin varita, por favor. Repitan después de mi: ¡Riddikulo!

— ¡Riddikulo! — dijimos todos a coro.

— Muy bien — dijo Lupin — Algo más alto y con más claridad. Escuchar: ¡Riddikulo!

— ¡Riddikulo! — repetimos nosotros.

— Muy bien. Esta es la parte facil. El encantamiento por sí solo no es suficiente. Lo que realmente acaba con un boggart es la risa. Hay que obligarle a adoptar una forma que se considere graciosa. Me explicaré. Neville, ¿serías tan amable? — dijo Lupin haciendo que Neville nos mirara a todos, asustado — Vamos, no seas tímido. ¿Qué tal? ¿Qué es lo que más terror te provoca?

Lo preguntó como si acabara de preguntarle cual era su saber de helado favorito y Neville volvió a mirarnos mientras avanzaba al frente.

— El profesor Snape — respondió Neville tartamudeando por los nervios.

— ¿El profesor Snape? Ya. Muy común — dijo Lupin riéndose — Tengo entendido que vives con tu abuela.

— Si, pero tampoco quiero que se convierta en ella — dijo Neville horrorizado.

— No — dijo Lupin, divertido por la situación — Tranquilo. Quiero que imagines su ropa con claridad, en tu mente.

— Lleva un bolso rojo — dijo Neville.

— No lo digas — le dice Lupin, con las manos en los bolsillos — Si tu lo ves, nosotros lo vemos. Cuando abra ese armario, quiero que hagas una cosa. Disculpad.

Y dicho eso se acercó a Neville y le susurro algo en el oído.

— ¿Podrás hacerlo? — le pregunto Lupin a Neville, que parecía bastante sorprendido — Bien. Varita preparada. Un, dos, tres.

Dicho eso Lupin se echó atrás e hizo que el armario se abriera.

De el salió el boggart, con la forma de Snape, que se acercaba a Neville con cara seria.

— ¡Riddikulo! — dijo Neville con la varita en mano.

De un momento a otro el profesor Snape llevaba un vestido verde de vieja, una piel de zorro sobre los hombros, un sombrero con un buitre disecado, tacones, guantes y un gran bolso rojo.

Todo el salón se lleno de carcajadas y, siguiendo las instrucciones del profesor, hicimos cola para practicarlo.

— ¡Todos en fila! Quiero que imaginéis lo que más miedo os da y lo convirtáis en algo cómico — dijo Lupin, que puso música en su tocadiscos antiguo — ¡Siguiente! ¡Ron!

Ron avanzo y Snape se transformó en una araña gigante. Casualmente Eris, Ron y yo teníamos el mismo miedo.

Ron hizo el encantamiento y a la araña le aparecieron patines en todas las patas, tropezando y bailando sin control.

Parvati fue la siguiente y parecía tenerle miedo a las serpientes, pero la convirtió en un juguete.

Pasó la mayoria de la clase y cuando me toco a mi di un paso al frente y el bogar empezó a cambiar de forma hasta aparecer una araña gigante y peluda.

Tragué saliva y cogí con fuerza mi varita.

— ¡Riddikulo! — dije, alto y claro con la varita al frente.

De pronto a la araña se le cayo el pelo y apareció dentro de una ducha, con la cortina sin correr y un gorro de ducha en la cabeza. Intentaba taparse el cuerpo sin pelo con las patas.

Me empecé a reír, al igual que el resto y al fin pude respirar.

— ¡Muy bien, Selene! — Felicitó Lupin mientras me alejaba del frente y dejaba al siguiente.

Harry fue después y Lupin se puse tenso cuando el boggart se transformó en un dementor.

Se puso en su camino, interponiéndose entre el boggart y Harry, que parecía aterrado.

De pronto se transformo en una luna llena saliendo de entre unas oscuras nubes y Lupin hizo que se transformara en un globo desinflado que hizo que entrara en el armario donde habia estado inicialmente, cerrándolo.

— Perdon por el desliz. Hemos terminado por hoy. Recoged vuestros libros del fondo — dijo Lupin — Doy por terminada la lección. Gracias. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora