Capítulo 15 - Acabarás besando el suelo que pise, querido pelirrojo.

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La mañana en que volvíamos a Hogwarts fue ajetreada. Nos levantamos con el canto del gallo y algunos chocábamos por las escaleras, medio vestidos, sosteniendo en la mano un trozo de tostada.

Estaba preparada para mi venganza, la primera venganza de todas las que seguirán, porque esto era solo el comienzo.

Cogí con ambas manos un tarro con polvos de una raíz de una planta muy rara que hacía que a las horas te empezaran a salir granos y, ubicando a Fred, caminé como si llevara prisa y fuera a guardar eso en mi baúl, tropezando con él y tirándole todos los polvos por encima.

— ¡¿Qué narices haces con harina por las escaleras?! ¡Menuda torpe eres! — exclamó disgustado Fred — ¡Ahora tendré que volver a ducharme!

Sonreí con malicia cuando lo perdí de vista, alejándome y terminando de meter mis cosas en el baúl.

Cuando estuvimos todos en el coche, la señora Weasley echó una mirada al asiento trasero, en el que Harry, Ron, Fred, George, Percy, Eris y yo estábamos sentados cómodamente.

— Los muggles saben más de lo que parece ¿Verdad? — dijo la señora Weasley, que estaban sentadas en el asiento delantero — Quiero decir que desde fuera uno nunca diría que el coche es tan espacioso ¿verdad?

Nada más marcharnos tuvimos que volver para que George cogiera las bengalas del doctor Filibuster. Cinco minutos después volvimos a parar para que Fred cogiera su escoba del corral y cuando estábamos en la autopista tuvimos que volver porque Ginny había olvidado su diario.

En resumen, llegábamos tarde.

El señor Weasley miró primero su reloj y luego a su mujer.

— Molly, querida... — Comenzó el señor Weasley.

— No, Arthur — dejó claro la señora Weasley con los labios apretados.

— Nadie nos vería. Este botón de aquí es un accionador de invisibilidad que he instalado. Ascenderíamos en el aire, luego volaríamos por encima de las nubes y llegaríamos en diez minutos. Nadie se daría cuenta... — dijo el señor Weasley.

— He dicho que no, Arthur, no a plena luz del día — le insistió la señora Weasley.

Llegaron a Kings Cross a las once menos cuarto. El señor Weasley cruzó la calle a toda pastilla para hacerse con unos carritos para cargar los baúles, y entraron todos corriendo en la estación. Tras cargarlo todo nos detuvimos frente a los andenes 9 y 10.

— Percy, tú primero — dijo la señora Weasley, mirando con inquietud el reloj que había en lo alto, que indicaba que sólo tenían cinco minutos para desaparecer disimuladamente a través de la barrera.

A continuación de Percy pasó el señor Weasley, al que seguimos George, Fred, Eris y yo.

Cuando pasamos corrimos a meter nuestras cosas en un vagón, me fuí a buscar a Hermione, que seguramente estaría en los vagones del principio preguntándose dónde estamos.

Efectivamente, Hermione estaba en uno de los primeros vagones, cerca de los compartimentos de los prefectos.

Entré en el compartimento, esperando encontrar ya allí a Harry y Ron, pero no estaban.

— ¡Hola, Selene! ¿Con ganas de empezar el año escolar? — Saludó Hermione sonriéndome — ¿Dónde están Harry y Ron?

— Eso estaba a punto de preguntarte, el tren ya ha salido de la estación así que deberían haber subido, yo pasé unos minutos antes — aclaré — ¿Los buscamos? Tienen que estar en algún lado.

Salimos del compartimento y, mientras Hermione miraba en uno, yo miraba en el siguiente, alternándonos los compartimentos para ir más rápidas.

Cuando llegué al último compartimento del tren, donde se habían quedado Fred, George y Eris, entré, examinando con el ceño fruncido el compartimento, buscando a Harry y Ron.

Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora