— Bien, Neville, has encontrado la Sala de los Menesteres — le dijo Hermione.
— ¿La qué? — preguntó Ron, confuso.
— También conocida como la Sala que viene y va — dijo Hermione — solo aparece cuadno una persona realmente la necesita y está siempre equipada con las necesidades del buscador.
— ¿Cómo cuadno necesitas ir al baño? — preguntó Ron.
— Qué delicado, Ronald — dijo Hermione — pero sí, más o menos eso.
— ¡Fantástico! — dijo Harry — Es como si Hogwarts quisiera que atacáramos.
— En verdad la encontró Eris, ella me la enseño — dijo Neville.
— Como no, Eris sabe todo lo que hay en Hogwarts y como encontrarlo — dijo Selene, sonriendo.
— Qué no te quepa duda, cuando tu hermana quiere algo más te vale no ponerte en su camino, porque lo conseguirá — dijo Fred, sonriendo.
Pronto empezamos a practicar en la sala de los menesteres. Lo primero que practicarnos fue el desarme, y para ello nos poníamos en fila ante los maniquís, que hacían de oponentes apuntándonos con sus varitas, por lo que si no eras rápido terminaban desarmándote rápidamente.
Fuera de la sala de los menesteres solo copiábamos textos y leíamos, nunca hacíamos magia en las clases por norma de la cara sapo, que se paseaba con su sonrisa de suficiencia por Hogwarts.
— El aturdimiento es uno de los hechizos más útiles — dijo Harry en uno de nuestras reuniones para practicar — Es básico para cualquier mago. A ver, tú, Nigel, inténtalo lo mejor que puedas.
Y Harry se puso al otro extremo de la sala, desarmado ante Nigel, que lo miro seriamente mientras los demas nos poníamos a ambos lados, en fila para mirar.
— ¡Desmaio! — gritó Nigel de forma exagerada haciendo volar a Harry y volando él también.
— No está mal, Nigel — dijo Harry, incorporándose — Bien hecho.
Los siguientes fueron Ron y Hermione.
— No te preocupes, no seré duro contigo — le dijo Ron a Hermione.
— Yo de ti me preocupaba por tu bienestar, Ronnie — le dije, sonriendo.
— Gracias, Ronald — dijo Hermione, sonriendo.
— ¡Vamos, Ron! — corearon Fred y George, detrás de mí.
— Un Sickle — dijo Fred.
— Hecho — dijo George.
— Esta feo que apuestes contra tu hermano — le dije a Fred.
— ¿Tu apostarías a su favor en este caso? — Fred me sonrió cuando no respondí — ¿Ves? ¡Me das la razon!
Ron no había ni abierto la boca cuando Hermione ya lo había mandado a volar.
— Gracias — dijo Fred.
— Calla — le dijo George.
— ¿Ves, bonita, como hay que apostar sin tener en cuenta nada más que ganar? — me susurró Fred, rozando mi cintura con sus dedos y haciendo que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo por completo, poniéndome los bellos de punto.
— Me he dejado — dijo Ron cuando llegó a donde estábamos nosotros — Por educación. Ha sido totalmente a propósito.
Pasaron semanas en que Filch nos perseguía y se quedaba haciendo guardia, aunque Eris, Fred y George se dedicaban a ponerle somníferos para que se durmiera mientras nosotros salíamos por otra parte del pasillo, ya que la puerta de la sala de los menesteres podía formarse en cualquier parte de ese corredor.
Viendo que no nos atrapaban, Umbridge puso otro decreto, uno en el que se interrogaría a todos los alumnos sobre actividades sospechosas.
Mientras iban interrogando a los estudiantes nosotros seguimos practicando, mejorando día a día un poco más.
Al ver que Filch no nos pillaba y que nadie delataba a nadie en los interrogatorios obligatorios que había impuesto, Umbridge decidió crear otro decreto que creaba una brigada inquisitorial voluntaria. A todo aquel voluntario le darían creditos extra y ¿adivináis quienes fueron los primeros en apuntarse con el fin de tocar las narices? Exacto, Malfoy y sus amigos.
Fue cerca de navidad cuando Neville consiguió realizar un hechizo de desarme con éxito, ganando a una de las gemelas Patil, que miro con asombro, como todos los demás, como su varita surcaba el aire.
Todos felicitamos a Neville, que parecía no creer lo que había hecho.
— Ya está bien por hoy — dijo Harry — No nos volveremos a reunir hasta después de vacaciones. Seguid practicando cuanto podáis. Y muy bien todos. Gran, gran trabajo.
Todos aplaudimos y empezamos a salir poco a poco.
— Venga, Harry — le dije, empujándolo con una sonrisa — Ve a por ella.
— Nos vemos en la Sala Común, Harry — dijo Hermione.
Y los tres nos fuimos a la torre de Gryffindor, dejando a Harry con Cho Chang.
Cuando Harry volvió se sentó en el suelo, frente a nosotros, que estábamos sentados en el sofá que había frente a la chimenea.
— ¿Y bien? ¿Cómo fue? — preguntó Ron.
— Húmedo — dijo Harry — Estaba como llorando...
— ¿Tan malo eres? — dijo Ron, riéndose.
— Seguro que el beso de Harry fue más que satisfactorio — lo defendió Hermione a lo que Harry asintió y Ron se rió — Cho se pasa el día llorando últimamente.
— A lo mejor necesita abracitos para animarse — dijo Ron.
— ¿Es que no entiendes cómo se puede sentir? — le preguntó Hermione — Obviamente muy triste por lo de Cedric y confusa porque le gusta Harry, y culpable por besarlo.
— O culpable porque le haya gustado besarlo y sentirse mal porque Cedric esta muerto y a ella le esta gustando eso — añadí.
— Agobiada porque Umbridge amenaza con despedir a su madre del Ministerio y con miedo de suspender sus TIMOS porque todo eso la desconcentra — completó Hermione.
— Una persona no puede sentir todo eso, explotaría — dijo Ron.
— Tienes la amplitud emocional de una cucharilla de té — le dijo Hermione con seriedad.
Harry y yo nos miramos y empezamos a reírnos, seguidos por Ron y Hermione.
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Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]
FanfictionSelene era apenas un bebé cuando su padre fue encarcelado en Azkaban por lo que no recordaba absolutamente nada de su padre, excepto algún vago y fugaz recuerdo de su rostro sonriente lanzándola al aire en mitad del jardín o de su risa retumbando po...