Capítulo 52 - La tercera prueba.

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El día de la tercera prueba estaba nublado y las gradas que habían puesto frente al gran laberinto estaban llenas de gente con pancartas, sabanas pintadas y camisetas que apoyaban a sus favoritos.

Habían ido los familiares de los campeones a apoyarles, por lo que mamá, como erá la madrina de Harry, había venido a apoyarle, aunque llevaba sin verlo desde el verano, donde habíamos conseguido raptar a Harry durante toda una semana antes de irnos a España de viaje.

Mamá se había puesto una camiseta roja de Gryffindor en la que podía leerse ¡Vamos, Potter! En grande y que rugía como un león cada vez que alguien gritaba "Potter".

Eris y los gemelos estaban con Mamá, el señor Diggory y con el señor Weasley, que parecían discutir sobre algo en lo que Eris terminó indignada.

La gente gritaba e incluso había una banda tocando música en un trozo de las gradas.

El señor Diggory acompañó a Cedric hasta donde estaba la entrada al laberinto, le siguieron Fleur, acompañada por su hermana, y Viktor, acompañado por su director. Mamá bajó a acompañar a Harry, que estaba con Dumbledore.

Mamá le dio un abrazo de oso y un beso en la frente que torció las gafas de Harry, que se sonrojó avergonzado mientras mamá se reía y le daba palmaditas, llevándolo hasta donde estaban los demás.

El laberinto tenía cuatro entradas, una para cada uno de los campeones.

Dumbledore se subió al pequeño estrado y, poniéndose la varita en el cuello y amplificando su voz grito "¡Silencio!", haciendo que todos se callaran de golpe.

—    El profesor Moody ha colocado la copa de los Tres Magos en el laberinto — dijo Dumbledore — Solo él conoce con exactitud su posición. Dado que el señor Diggory y el señor Potter están empatados en primer lugar entrarán en primer lugar, seguidos del señor Krum y la señorita Delacour.

Y con cada nombre acompaño una ovación de sus seguidores.

—    El primero en tocar la copa será el campeón — continuó Dumbledore — He dado instrucciones para que se patrulle el contorno. Si alguno de los contendientes deseara retirarse de la prueba solo tendrá que enviar chispas rojas con su varita. ¡Contendientes! Reuníos conmigo, rápido.

Los cuatro rodearon a Dumbledore, que les dijo algo para luego abrir los brazos, alejándose de ellos.

—    ¡Campeones! ¡Preparados! — gritó Dumbledore — Contaré hasta tres. Una...

Y el cañón sonó en el "Una" y no en el "Tres" mientras Filch se encogía de hombros, como si la cosa no fuera con él, aunque había sido él el que hizo sonar el cañón, otra vez, antes de tiempo.

La banda empezó a sonar de nuevo mientras Harry y Cedric entraban los primeros y se cerraban las entradas detrás de ellos.

Los siguió Viktor y un poco después Fleur.

Todos estuvimos un buen rato hablando animadamente, mamá se quedó abajo hablando con Dumbledore, con la directora de Beauxbatons, con el director de Durmstrang, con Snape, que se había unido a la charla y al que mamá había dado un abrazo y unas palmadas en la espalda con cariño, y con el señor Diggory, que sonreía con orgullo y que seguramente estaría hablando de su único hijo.

De pronto oímos el grito desgarrador de Fleur, y poco después vimos unas chicas rojas brillar en el cielo.

El laberinto se abrió con rapidez hasta que su cuerpo tendido en el suelo quedo a la vista.

Estaba inconsciente, pero a salvo y la asistieron con rapidez.

Al momento volvió en sí y la sentaron en un banco, junto a su hermana y a la directora de su colegio.

La música volvió a sonar pasado el susto y la gente volvió a charlar animadamente.

De pronto Harry y Cedric volvieron con la copa y la gente saltó gritando de emoción.

Grité de emoción hasta que el grito de Fleur, un grito de horror, surcó el aire.

Y todos fueron callándose poco a poco, la música paró, y entonces vi a Eris, de pie llorando a unos metros de Cedric, que estaba muerte, en el suelo, con Harry llorando sobre él.

Dumbledore salió corriendo hacia Harry e intentó alejar a Harry de Cedric y entonces el señor Diggory se levantó de un saltó y empezó a bajar de las gradas empujando a la gente, gritando desconsolado.

—    ¡Dejadme pasar! ¡Dejadme! — gritó el señor Diggory, corriendo hacia donde estaba Cedric, cayendo de rodillas al lado del cuerpo de Cedric, que miraba el cielo con determinación — ¡Es mi hijo! ¡Es mi niño! ¡Es mi niño!

Mamá llegó hasta Eris y la envolvió entre sus brazos mientras lloraba.

A mi me afectaba, pero yo solo lo conocía desde hacia cinco años por ser el novio de mi hermana y por venir a cenar en navidad.

Eris parecía destrozada, aunque sin duda no tanto como su padre, que había roto en alabanzas y gritos de felicidad al verlo llegar y que ahora lloraba sin consuelo junto al cadáver de su hijo asesinado.

Alguien me rodeo con un brazo, alguien que olía a chocolate y a pólvora de haber estado jugando con bengalas Filibuster. Y supe quien era antes de rodear su cintura con mis brazos y ocultar mi rostro en su pecho mientras el me balanceaba y me daba besos en la cabeza.

Y todo pareció un poco mejor.

Legado de dos rebeldes: Selene [Con Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora