Capítulo 53 "¿La tiene?" (Heesook)

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53  “¿La tiene?” (Heesook)

Me puse las botas de tacón, la mini falda y la camiseta de color verde. Me cepillé bien el pelo y me lo trencé a un lado. Luego me lavé la cara, me maquillé y me colgué el bolso. Iba bien de tiempo, así que no necesitaba correr. Prefería eso que no ir de culo. Odiaba los días en los que las prisas marcaban mi mañana.

Me dirigí hacia la puerta y una bolita de pelo se me cruzó entre los pies. Mi bolita de pelo favorita. Sonreí y me agaché ante su ladrido insistente.

-¿Vamos a hacer tus cositas, Cookie? –le puse la correa y meneó la cola contenta.

Cookie era mi perrita. Mi nueva compañera. Le había puesto ese nombre porque era marroncita con motas de marrón más oscuro. Me recordó a una galleta cookie. Así que era un nombre hecho a su medida. Hacía seis meses que la tenía y nos llevábamos muy bien. Era una responsabilidad que me obligaba a mantener una rutina bastante planificada. Bueno, eso, mi trabajo y las clases. Mis días eran bastante ajetreados y completos.

-¡Go, go, go!-espeté y abrí la puerta.

Me puse los auriculares justo después de cerrar con llave y le di al play en mi reproductor. Empezó a sonar “Titanium” de David Getta y en cuanto entré en el ascensor me dejé llevar un poco por la música, moviendo mi cabeza y bailando un poquito en cuanto la música electrónica subió.

- You shoot me down, but I won’t fall, I am titanium. You shoot me down, but I won’t fall, I am titanium. I am titanium.-canté poniéndole ganas.

Las puertas del ascensor se abrieron y uno de mis vecinos me pilló de pleno. Paré en seco y salí deprisa, partiéndome de risa por el incidente, pero sin que me importase demasiado.

Estaba de buen humor y nada iba a fastidiarme mi día. Seguramente había pensado que estaba un poco loca, pero… Era una loca feliz. ¿No?

Durante quince minutos paseé a mi perrita y luego la voví a dejar en casa para irme al trabajo. Era genial que me quedase cerca de casa. Me ahorraba el transporte público y además, pasaba por delante de una cafetería que me encantaba. Siempre me pedía mi café para llevar y me lo tomaba de camino. Era otra cosa parte de mi nueva rutina. De mi nueva yo.

-Capuccino con canela para llevar. ¿No?-inquirió Clay, el chico de la cafetería.

-Exacto.-asentí dándole el dinero justo.

-Hoy estás más sonriente de lo habitual. ¿Un buen día?

-Sí. Es un estupendo día.

-Me alegro.-me dio el café.

-Y yo.-le guiñé un ojo- Hasta el martes.

-¿No vendrás ni mañana ni el lunes?

-No. Me voy de viaje. Así que estaré fuera.

-Pues buen viaje entonces.

-¡Gracias!

Diez minutos después, estaba entrando por la puerta de la tienda de ropa donde trabajaba. Llevaba nueve meses trabajando ahí. Después de la reunión de toda la familia había decidido dar un giro brusco a mi vida. Tenía que cambiar. Tenía que madurar. Crecer de una vez por todas. Por ello, me había ido yo sola con mis ahorros a Nueva York. Había buscado un trabajo y un piso para mi sola y cuando todo empezó a funcionar, empecé a ir a clases de baile de nuevo, aunque por la noche, que era cuando tenía libre. De siete a diez de la noche ensayaba y así podía hacer todo. Terminaba molida la mayoría de días, pero me mantenía ocupada y cansada. Así, cuando me metía en la cama no pensaba. Solo dormía.

De cualquier forma... Es amor. (Tercera parte de ¿Amor o amistad?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora