Capítulo 55 "Mechones" (Heesook)

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55  “Mechones” (Heesook)

Al despertar miré el reloj. Eran las siete de la mañana. Al final no me había despertado para cenar. Había una bandeja de comida que supuse habían subido alguno de mis padres sobre la mesa, pero no me habían despertado. Me senté en la cama y me froté la cara con las manos. La boda era a las once de la mañana. Así que tenía unas horas para arreglarme y bajar. Debía desayunar algo, pero noté de pronto el estómago cerrado. ¿Qué me pasaba?

Sabía qué me pasaba. Aunque quería hacer que no me importaba, el hecho de ver a Bao de nuevo me movilizaba entera. Es decir, yo estaba bien. Era feliz con mi nueva vida y todo eso, pero ¿había dejado de quererle? ¿Le había olvidado? La respuesta era no. Aunque intentase no pensar en él, cosa que me facilitaba mi rutina tan repleta de cosas, cuando tenía tiempo libre mi mente divagaba e iba siempre al mismo puerto.

Así que, pensaba poco pero pensaba en él. Claro que de forma distinta. No era algo obsesivo ni que hiriese. Era más bien con nostalgia y cariño. Le quería. Joder, toda la vida juntos, ¿cómo iba a olvidarle? Era de mi familia. No podía dejarle de querer. Aunque quizá ahora lo quería de otro modo. No de forma tan autodestructiva. No sabía qué sucedería cuando le viese. Tal vez me daba cuenta que ya no era amor… Quizá solo quedaba ese amor de familia… O quizá le veía acompañado… No sabía cuál sería mi reacción pero tenía claro que me lo tomaría con calma. De nada me valía dejarme llevar y fastidiarla de nuevo. No quería que eso pasara.

Al final, decidí pedir al servicio de habitaciones el desayuno y me tomé un café con leche y unas tostadas. En los meses que llevaba viviendo sola me había acostumbrado a tomar café con leche para desayunar así que no me pillaba de nuevas.

Luego, me di una ducha y me vestí con ropa cómoda para empezar a arreglarme primero, pero cuando me miré al espejo mientras me cepillaba el pelo sentí una punzada en el pecho. Esa era la imagen de toda mi vida… La de la misma Heesook. Y yo quería demostrarme a mi misma que no me aferraba a nada del pasado. Acaricié mechones de mi pelo y lo decidí.  

Bajé a la peluquería del hotel y pedí que me cortasen el pelo. No un poco, si no que pedí que lo cortasen mucho. Mientras el suelo se llenaba de mi cabello noté como en cierto modo aligeraba peso en mi interior. Quizá sonaba simbólico pero a mi me valía. Iba a ir todo bien. Seguro. Le sonreí a la imagen que me devolvía el espejo. Me quedaba bien el pelo corto la verdad. Me gustaba. Por eso, subí contenta a mi cuarto nuevamente y me vestí con una camisa blanca de tres cuartos, con encaje en la zona por debajo del cuello y encima de los hombros y unos shorts negros. Me maquillé y quedé contenta con el resultado conjunto.

A las diez y veinte decidí bajar. Los nervios hicieron mella en mi estómago pero no quise darles importancia. Era un gran día. Mis tíos se casaban y vería a toda la familia después de meses.

Me colgué el bolso al hombro y bajé, topándome en el ascensor con mi tío Yesung. Le sonreí y él me devolvió la sonrisa pero sin decirme ni una palabra.

-¿A qué piso va?-preguntó en inglés.

-Tío Yesung, voy al mismo que tú.

Abrió mucho los ojos y la boca.

-¿Heesook?-inquirió.

De cualquier forma... Es amor. (Tercera parte de ¿Amor o amistad?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora