Nueva York (JFK) —> Salt Lake City (SLC) —> Pittsburgh (PIT)
MARINETTE
«—No apartes los ojos de la cámara, Marinette... —me susurró Adrien al oído mientras me tiraba del pelo, penetrándome más profundamente.
Miré a la derecha de la cámara, gritando al notar que me llenaba con cada centímetro de su erección. Me apretó los pechos con la mano izquierda, pellizcándome los pezones, que se endurecieron mientras gritaba.
—Adrien... Adrien... —Mi cuerpo convulsionó de forma violenta debajo de él. Entonces me dio la vuelta para cubrirme la boca con la suya y reclamar mis labios hasta que me quedé completamente inmóvil».
Entonces, igual que había hecho en todos los otros vídeos, me besaba antes de apagar la filmación. Al instante, empecé a volver a verlo por enésima vez.
—¿Señorita Dupain-Cheng? —El entrevistador de Divagaciones a medianoche entró de repente en el camerino.
—¿Sí?
—Solo quería darle las gracias personalmente por permitirnos hacerle la entrevista esta noche. —Me tendió un ramo de flores—. No hay mucha gente dispuesta a volar a Salt Lake City, así que ha sido un absoluto placer. Esperamos con ansia su próxima novela.
—Gracias. Es un honor que me haya invitado.
—¿Le importaría firmarme algunos ejemplares antes de irse? Están en la mesa del estudio de sonido.
—No es molestia.
—¡Estupendo! ¡Gracias de nuevo!
Esperé hasta oír el clic de la puerta y luego, finalmente, abandoné la ensayada sonrisa. Dejé que decayera y se desvaneciera. Dejé que las lágrimas rodaran por mi cara, dejé que mi pecho subiera y bajara bruscamente como siempre cuando terminaba una de estas insatisfactorias entrevistas.
Sin avergonzarme, marqué el número de Adrien, pero en lugar de saltar su buzón de voz, había un nuevo mensaje: «Este número no está en servicio».
Asunto: Tú
Sigues siendo mi anomalía.
Te echo de menos.
Marinette
Sin respuesta, como siempre.
Refresqué un par de veces, con la esperanza de que respondiera, pero no lo hizo.
Hubo un ligero golpe en la puerta del camerino y me sequé los ojos con rapidez.
—Adelante —dije.
—De acuerdo, sí. —Kimberly entró hablando por el móvil —. Correcto. Bien, podemos hablar el viernes. Estoy con una cliente. Hasta el viernes, Keneth. —Me lanzó con rapidez una mirada diciendo que lo sentía mucho y habló unos minutos más con el tal Keneth antes de colgar.
—Bien —me dijo, prestándome toda su atención—. La entrevista ha ido particularmente bien, ¿verdad? Creo que has hecho un trabajo increíble.
—Gracias. —Forcé una sonrisa—. Si te parece bien, me gustaría ir a firmar los libros y volver a casa. ¿Podemos pasar hoy de fotos?
—Cuando tú vas, yo vuelvo. —Puso una bolsa sobre la mesa —. Esos son los libros y hay un boli dentro. ¿Sigues dispuesta a cenar mañana con los lectores?
—Claro.
—Estupendo. Voy a decirles que nos marchamos y regreso enseguida.
Cuando desapareció, noté que el móvil me vibraba dentro del bolsillo. Se me detuvo el corazón.
«¿Será Adrien?».
Encendí la pantalla y abrí la aplicación de correo electrónico.
No era Adrien.
Ni siguiera alguien parecido.
Se trataba de Claude.
Asunto: El destino
Ya sé que tu libro realmente trata sobre nosotros. No tienes que fingir que soy piloto para que resulte más interesante. Un corredor de bolsa impresiona igual. Estoy a tu disposición cuando decidas regresar, y cuando nos volvamos a juntar te cuidaré mejor. Quiero llevarte a cenar este mes, en algún momento. Sin embargo, ¿podrías usar el vestido que me gusta? Es lo justo, ya que me amas tanto como yo.
Claude
«Uff...».
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Eres mi Anomalía
Losowe¿Cuántas veces me vas a hacer arder? Tres, cuatro, cinco, quizá diez... ¿Soy yo quien te hace arder a ti? Sí, esto tiene que terminar. Si eres tú quien se aleja primero, seguiré tu ejemplo. Ya te lo he dicho antes y, sin embargo, nunca me marcho... ...