Seattle (SEA) —> Minneapolis (MSP) —> Nueva York (JFK)
ADRIEN
Empezaba a pensar que el sexo con Marinette era el remedio ideal para disfrutar de una buena noche, la distracción perfecta para las noches de mierda que tenía de vez en cuando, en las que me daba por romper lo que me rodeaba. Y a pesar de que ella me crispaba un poco con su necesidad de hablar, con sus demandas de innecesarios «Hola» y «¿Qué tal estás?», no lograba saciarme de ella. Cada vez que follábamos era más explosiva que la anterior, y no importaba lo mucho que ella gritara y lo profundamente que me clavara las uñas en la espalda mientras se corría: siempre esperaba con ansiedad la próxima vez.
La única desventaja en nuestra disposición eran las pequeñas cosas que surgían aquí y allí, sutilezas que parecían filtrarse en mi vida para romper cada una de nuestras reglas. Cada vez que nos encontrábamos en ciertos aeropuertos, Marinette insistía en que nos detuviéramos en el interior de una librería y habláramos. Ella compraba un nuevo libro, insistiendo en mantener una breve conversación sobre lo que fuera; «¿Será bueno este libro?», «Quizá lo termine en mi próximo vuelo» o «Vi que lo leían un montón de pasajeros, pero es un poco caro». Por lo que yo no tardaba ni tres minutos en coger el libro, pagarlo y llevarla al apartado lugar en el que se suponía que debíamos estar.
Cuando terminábamos de follar (si no repetíamos tres o cuatro veces), me miraba con sus grandes ojos azules durante varios minutos. A veces se me quedaba contemplando durante tanto tiempo que me veía obligado a ayudarla a vestirse para que no nos pillaran. En esos momentos, ella me preguntaba por mis vuelos, se interesaba por lo que me había ocurrido ese día y luego añadía: «Solo quiero hacerte preguntas, no es que me interese la respuesta». Siempre le respondía, aunque tenía la esperanza de que estuviera diciéndome la verdad.
Sonreí al recordar la forma en la que había cabalgado sobre mi polla en el aparcamiento del aeropuerto de Charlotte hacía unos días, y terminé de leer las últimas y pomposas noticias sobre la próxima gala de Agreste y la «increíble era y los ambiciosos directivos de Agreste» en el móvil.
En cuanto terminé, me entró un correo electrónico de Marinette.
Asunto: Varios
Tengo que hacerte una pregunta...
Marinette
Asunto: RE: Varios
¿Es una pregunta sobre nuestros polvos? (Y detrás de esa frase no son necesarios puntos suspensivos).
Adrien
Asunto: RE: RE: Varios
No, se trata de algo personal.
(Gracias, profesor Graham... <—con respecto a estos puntos suspensivos, ¿están bien usados?).
Marinette
Asunto: RE: RE: RE: Varios
Entonces no es necesaria ninguna pregunta.
(Y no, los putos puntos suspensivos no están bien usados).
Nos vemos el sábado en Atlanta.
Adrien
Su respuesta fue inmediata.
Asunto: Voy a hacerla de todas formas
Me he dado cuenta de que posees al menos seis relojes diferentes de Audermars Piguet.
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Eres mi Anomalía
Altele¿Cuántas veces me vas a hacer arder? Tres, cuatro, cinco, quizá diez... ¿Soy yo quien te hace arder a ti? Sí, esto tiene que terminar. Si eres tú quien se aleja primero, seguiré tu ejemplo. Ya te lo he dicho antes y, sin embargo, nunca me marcho... ...