TERMINAL B17

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Nueva York (JFK)

ADRIEN

«No es capaz de seguir las putas reglas...».

—¿Estás ahí, Adrien? —me preguntó Marinette por teléfono, semana y media después—. ¿Sigues ahí?

—Desafortunadamente.

—Entonces, ¿qué acabo de decir?

«¿Por qué sigo hablando con esta mujer?».

—Has dicho que tu hermano está actuando como un calzonazos y que su novia ni siquiera se huele que le va a hacer una proposición. —Hice una pausa—. Y luego, te has dado cuenta de que son las nueve de la noche y que llevas una hora hablando conmigo, y que tienes que dejar que vuelva a recuperar mi vida, en la que no existen llamadas nocturnas.

Se rio con esa risa contagiosa.

—Creo que te gustan mis llamadas nocturnas.

—No.

—Entonces, no me cojas el teléfono.

—Deja de llamarme cinco veces seguidas.

Volvió a reírse y luego continuó hablando como si no me hubiera oído decir que llevábamos hablando más de una hora. Marinette había decidido por décima noche consecutiva que «no más llamadas nocturnas» significaba «llámame cuando quieras», y por mucho que quisiera colgarle y decirle que no quería saber nada de su vida fuera de la cama, no podía hacerlo. Por un lado, el sonido ligero y sensual de su voz, a pesar de las divagaciones y de sus muchas preguntas, resultaba tranquilizador para mis nervios. Por otro, era la única mujer capaz de intrigarme y cabrearme a la vez, la única que podía molestarme en un momento y hacerme reír en el siguiente.

—Y eso es todo —dijo, por fin, terminando de hablar—. Gracias por haber vuelto a escucharme.

—No es que haya tenido mucha elección.

—Podrías hacer todavía más cosas conmigo, si eso te hace sentir mejor.

—¿Más cosas? ¿Cuáles?

—Bueno, llevo unos días bombardeándote con mi drama familiar...

—Diez días —puntualicé.

—Vale, vale... —Volvió a reírse—. Llevo diez días.

¿Podrías contarme algo de tu familia?

—No tengo familia.

—Todo el mundo tiene familia, Adrien. Pero ¿sabes?, te apuesto lo que quieras a que puedo rellenar algunos espacios en blanco de la tuya ahora mismo.

Puse los ojos en blanco, pero en lugar de poner fin a la llamada como debería, dejé que mi curiosidad tomara el mando.

—Demuéstramelo.

—Bien, la primera noche que nos vimos, me dijiste que eras de Misuri, pero que por desgracia estabas de vuelta en Nueva York, así que... Apuesto lo que quieras que ese «por desgracia» significa: a) Tu familia también vive en Nueva York. b) Tu familia vive en Misuri y Nueva York es el único lugar en el que no te molestarán. O c) Tratas de reparar una relación que lleva tiempo distanciada con tu familia de Nueva York, pero es más difícil de lo que esperabas. ¿Cuál de esas opciones es la correcta?

—d) Ninguna de las anteriores.

—Bueno, valía la pena intentarlo. —Había una sonrisa en su voz—. ¿Puedo probar otra vez?

—Puedes hacer lo que quieras. Estoy a punto de colgar.

—Espera... —me detuvo—. Solo una pregunta más.

Eres mi AnomalíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora