MARINETTE
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Entre la última vez que nos vimos y el momento en el que apareció ante la puerta, quedaron olvidadas en algún lugar todas las lágrimas de las últimas semanas. Las largas noches en vela, con maratones de café y pañuelos de papel arrugados junto a mi portátil, se desvanecieron en el segundo en el que me envolvió con sus brazos y me rogó que volviéramos a intentarlo.
Y, aun así, cuando me contó todas sus verdades, cuando me dijo que me amaba y que el sexo entre nosotros era algo más que sexo, quise decirle que esta vez, durante esta larga pausa, mi vida no solo había estado llena de llanto y dolor. Que hubo días que no lloré, noches en las que no me permití pensar en él ni un segundo. Que todo ese tiempo había canalizado mi energía en otra cosa.
Quise decírselo.
De verdad...
Hasta pronto.
**Ladybug.**
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Veinte llamadas a su teléfono fijo la semana pasada.
Treinta mensajes de texto al móvil desde el pasado fin de semana.
Doce correos electrónicos a todas sus direcciones, tanto personales como de trabajo, esta mañana.
Ni una sola respuesta, ninguna..., ni siquiera un grosero y bien merecido «En este correo no me hablas de polvos».
Incluso lo he visto hoy en el aeropuerto, una hora después de presentar mi renuncia formal con dos semanas de adelanto.
Estaba echando una última mirada a los aviones más nuevos de la pista cuando lo vi atravesar la terminal. Captaba la atención de todos a su paso, haciendo ruborizarse a cada maldita mujer con aquella chulería que irradiaba en oleadas. En el momento en el que sus ojos se encontraron con los míos, el mundo se detuvo.
Corrí hacia él, ansiosa por explicarle todo, pero miró a través de mí como si no existiera y continuó andando. Incluso corrí detrás de él, llamándolo por su nombre; él se limitó a lanzarme una mirada que contenía tanto dolor como traición. Unos ojos que una vez solo me miraron con un amor caótico y abrumador.
—Por favor, escúchame —le dije—. Por favor, déjame explicártelo... No lo hizo. Levantó una mano, forzando una sonrisa.
—No me hago fotos con los pasajeros, señorita —repuso—. Estoy seguro de que cualquiera de los otros pilotos estará encantado de posar para usted. Buenos días.
Y se alejó.
No lo he visto ni oído desde entonces.
Seguiré más tarde en otro lugar.
Hasta pronto.
**Ladybug.**
1 comentario:
Tikky: Entonces... ¿tengo que hacer comentarios sobre tusentradas ahora que nos conocemos en persona? ¡¡Dímelo ya!!
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Eres mi Anomalía
De Todo¿Cuántas veces me vas a hacer arder? Tres, cuatro, cinco, quizá diez... ¿Soy yo quien te hace arder a ti? Sí, esto tiene que terminar. Si eres tú quien se aleja primero, seguiré tu ejemplo. Ya te lo he dicho antes y, sin embargo, nunca me marcho... ...