Capítulo 2

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Yair estaba de pie frente a la mesa, mientras que yo me encontraba sentada observando el vaso frente a mí

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Yair estaba de pie frente a la mesa, mientras que yo me encontraba sentada observando el vaso frente a mí.

—Cuando salgas de aquí no habrá nada ni nadie que te detenga a hacer lo que quieras —comenzó a decir —solo tu eres capaz de decidir si quieres volver a estar como estabas antes o continuar con los progresos que has obtenido durante estos tres meses.

Yo suspiré pesadamente al observar el vaso que estaba dejando frente a mi repleto de licor ambarino.

El primer mes fue fácil de sobrellevar, pues seguía consumiendo alcohol en pequeñas dosis para descender los niveles de forma lenta, sin embargo, los dos últimos fueron una tortura total, me sentía como en un desierto y sin agua. 

—¿Sientes la necesidad?

Tomándolo por sorpresa me levanté de mi lugar y apoyé ambas manos en la mesa inclinándome levemente en el proceso.

Mis pechos se vieron algo expuestos debido a la franela con escote que portaba ese día y la mirada de Yair descendió unos segundos, pero continuando con la profesionalidad que tanto lo caracterizaba la volvió a elevar para enfocarse en mi rostro.

Con una sonrisa elevé una de mis manos y tomé el vaso con el licor antes de llevarlo a mi nariz para olerlo. Repudié su olor enormemente y las arcadas me invadieron al recordar esos días en los que dependía totalmente de él.

—No soy esclava —dije segura —lo fui durante años, pero ya no más.

Luego dejé el vaso nuevamente sobre la mesa demostrándole que si tenía el coraje para soltar aquello que me hizo arrastrarme de todas las formas posibles por tanto tiempo

—¿Ya no más? —cuestionó jadeante.

—Ya no más —dije con la seguridad destilando de cada palabra.

Yair sonrió abiertamente y vi en sus ojos el orgullo que estaba sintiendo.

Y sabía que el orgullo que sentía por mi misma estaba reflejado en mis ojos, porque dos meses atrás me hubiese lanzado hacia ese vaso con desesperación al querer sentir el ardor en mi garganta después de tomarlo.

Pero ahora solo lo repudiaba, lo odiaba como no había algo en este mundo.

Había cruzado ese umbral desastroso de mi vida y ahora que ya podía tenerlo cerca sin sentir la necesidad de tomarlo, era momento de construir una nueva versión de Calliope Heder.

Era momento de descubrirme a mi misma.


El espejo en ese momento daba una visión de mi que realmente no era, pues parecía enferma, dañada en todos los sentidos y no quería eso, pues por dentro yo había sanado de todas las formas posibles, mi mente, corazón y cuerpo estaban en sintonía, en una calma parsimoniosa en donde estaban de acuerdo en una sola cosa.

Atados a miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora