Las manos de Becker vagaban por mi cuerpo mientras el beso de Klein se intensificaba, su lengua se juntaba con la mía en una intensa danza que me estaba llevando al colapso. Sus manos se aferraron a mi cintura mientras las de Becker ocupaban cualquier espacio libre mientras sus besos descendían por mi hombro y cuello.
Mis jadeos eran los que llenaban el lugar combinados con el sonido que creaba nuestro beso.
—Hace demasiado tiempo necesitaba sentir tu cuerpo cerca del mío —las palabras de Klein fueron susurradas en mi oído cuando se separó para poder recuperar aire de nuestro beso.
Solo dos pares de manos me recorrían, lo que me dejaba saber que Meyer no estaba sobre mi como lo estaban ellos.
Sintiendo el fuego del deseo recorrerme lleve mis manos hacia la camisa de Klein y la abrí por ambos extremos rasgando los botones que cayeron al suelo de madera creando un sonido seco al caer.
Mis manos se apoderaron de la piel de su pecho mientras lo empujaba hacia atrás para que terminara pegado al escritorio mientras Becker seguía mis pasos.
Sus manos no se perdían ninguna zona de mi cuerpo y poco a poco fue adentrándolas por debajo de mi falda para sentir mis glúteos directamente mientras yo volvía a besar a Klein mientras hacía a mis manos descender por su cuerpo hacia el botón de sus pantalones.
Con una sonrisa en medio del beso los desabroché y metí una de mis manos para sentir su dureza mientras Becker a mis espaldas se arrodillaba para hacer descender mi ropa interior.
Las manos de Klein tomaron mi falda y la hizo arremolinarse en mi cintura para permitirle el acceso a Becker mientras yo sacaba su miembro totalmente erecto y venoso con una pequeña gota de pre-semen.
Sonriendo levemente me incliné para pasar mi lengua por ella y sentí a Klein temblar debajo de mi toque mientras Becker respiraba muy cerca de mi intimidad desnuda.
—Si lo vas a hacer hazlo ahora —mi voz sonó ronca, entrecortada por la expectación y excitación que me envolvían en ese momento.
Y sin replicar sentí el primer lametazo que me hizo temblar a mi esta vez.
Gemí suavemente antes de llevar mi boca al miembro de Klein para lamerlo desde la base hacia la punta y poder engullirlo mientras una de mis manos lo sostenía de la base y con la otra me apoyaba del abdomen duro de Klein para no desfallecer ante el temblor de piernas ocasionado por la lengua de Becker que me lamía desesperado.
—Joder, sí —gimió Klein y me regodeé en el poder que me daba tenerlo de esa forma.
Porque yo le estaba sirviendo, pero eso lo dejaba totalmente a mi merced.
Y mientras Becker se encontraba de rodillas, sabía que Meyer no se perdía detalle de nada y el solo poder apreciar lo que estaba sucediendo me daba un poder inigualable sobre su persona.
Los tenía a los tres.
Becker una vez me tuvo perfectamente lubricada se puso nuevamente de pie, lo escuché rasgar un envoltorio y luego la punta de su polla se posicionó en mi entrada para comenzar a empujar lentamente.
—Éntralo todo —pedí sintiendo la llama del deseo recorrerme completa con desesperación.
Necesitaba más, necesitaba sentir su piel chocando con la mía mientras Klein me follaba la boca.
Y sin dudarlo me empaló profundamente haciendo que un grito ahogado intentara escapar de mi garganta, pero el miembro de Klein estaba casi en mi garganta ya que había tomado mi rostro y había comenzado a moverse follándome la boca de esta forma.
Mis ojos se cerraron y ambas de mis manos se aferraron al escritorio quedando a merced de ambos por voluntad propia.
Hacía tanto tiempo que no me sentía así, que no sentía mi cuerpo consumido por este sentimiento de pertenencia y abandono que había comenzado a creer que nunca mas lo sentiría.
Los había necesitado todo este tiempo.
Había vuelto por ellos y tuve que esperar demasiado para obtener lo que quería, pero ahora lo estaba haciendo.
Sin restricciones, sin venganzas, sin ningún otro pensamiento en mi cabeza que el de ellos haciéndome suya, avivando la llama que en algún punto se había apagado en mi interior.
Los tenía a ellos complementándome.
Y esta vez no me completaban, no los necesitaba, era mi elección estar junto a ellos y esta vez esa pequeña cosa lo cambiaría todo.
Con un gemido ronco Klein se dejó ir y depositó todo su semen en mi garganta obligándome a tragarlo para no ahogarme. Cuando salió de mi boca y se recostó por completo en el escritorio lamí mis labios saboreándolo y luego me perdí en Becker.
En las entradas y salidas de su miembro, en sus manos aferrándose a mi cintura, agarre que probablemente dejaría marcas, en mis pezones erectos siendo aprisionados por el top y mi humedad goteando por mi entrepierna.
Pero sobre todo me concentre en la mirada voraz que Meyer me estaba dando desde el rincón de la biblioteca en donde podía verlo disfrutar de mis jadeos, del sudor en mi frente y de la forma en la que intentaba no caer.
Hasta que obtuve mi liberación. Esa deliciosa sensación en la que sientes que te desbordas, que ya no puedes más, en donde tus piernas te fallan y explotas como si de putos fuegos artificiales te trataras.
Esa deliciosa cumbre que escalas lentamente y de la cual desciendes tan rápido que sientes el vértigo arraigando en tus zonas bajas.
Esa maldita sensación que había extrañado tanto.
Sensación que se vio intensificada cuando Becker se corrió casi cayendo sobre mí y pude sentir su calor a través de aquella barrera de látex que evitaba que estuviésemos totalmente unidos.
—Joder —jadeé con la respiración entrecortada —perdí la práctica.
Y luego de aquel susurro caí en la inconsciencia mientras Becker salía de mi interior.
↞↠
Era de mañana, lo sabía por aquellos rayos de sol que se colaban por las cortinas claras. Pero no fue eso lo que me despertó, sino el sonido de la ducha que me dejaba saber que no estaba sola en aquella habitación.
Lentamente retiré las sábanas y me incorporé en la cama notando que estaba totalmente desnuda y que mi zona íntima se encontraba limpia, me sentía fresca y sin rastro de fluidos, lo que confirmaba que alguno de ellos se había encargado de mi la noche anterior.
Restregando mis ojos me levanté de la cama y caminé con pasos lentos hacia el baño.
Por suerte no me temblaban las piernas, ni tampoco sentía ardor, tal vez porque, aunque haya perdido la práctica eso era poco para lo que solía hacer antes.
Al entrar en el baño observé sus tatuajes y su cabello negro algo más largo cubriendo su nuca.
Observé su cuerpo bien formado y su trasero redondo mientras una de sus manos se apoyaba de la pared y la otra se movía turgentemente sobre su miembro dándose placer a sí mismo.
Su cabeza se echó hacia atrás y lo escuché gemir por encima del sonido de la ducha y temblé.
Jodidamente temblé al ver la desesperación con la que lo hacía. Y el saber que probablemente lo estaba haciendo porque anoche no me tocó un solo cabello, me hacía encenderme de formas inexplicables.
Y luego escuché como se liberó y jadeó aliviado por tal liberación.
Con una sonrisa descarada me acerqué al lavabo y busqué en los cajones un cepillo nuevo. No tuve que buscar mucho, pues fui directamente al último cajón y ahí encontré un par.
Fingiendo que no había escuchado nada lo destapé y comencé a lavar mis dientes despreocupadamente mientras lo veía terminar de ducharse y luego cerrar la llave para tomar la toalla y comenzar a secarse.
Y en cuanto me vio la erección que se había preocupado tanto en hacer descender volvió a tomar vida y eso me hizo sonreírle a través de espejo.
—Vaya problema —comenté descaradamente después de enjuagarme la boca.
—No te preocupes por él, tendrá solución en pocos minutos.
Una sonrisa traviesa se formó en su boca y una de mis cejas se enarcó, aunque ya estaba húmeda por la expectación.
Su cuerpo desnudo se posicionó detrás del mío y su mano se extendió a mi lado para abrir el cajón de en medio. Ahí dentro había un par de cosas que no pude identificar, solo la que él tomó para sacarlas.
Un juego de esposas negras con superficie de cuero negro.
—Debo ducharme —dije como excusa y eso lo hizo sonreír un poco más mientras sus ojos se oscurecían considerablemente.
—Me encargué de darte un baño, Calliope. Despertaste y balbuceaste mientras me encargaba de ti y te llevaba a la cama, luego volviste a caer en un sueño muy profundo mientras balbuceabas el nombre de cada uno.
Mi sonrisa apareció al escuchar lo que había dicho.
—Lo he hecho desde hace meses —le dejé saber —cada maldita noche en la que no dormía con ustedes balbuceaba sus nombres.
Y no me avergonzó admitirlo, porque no era un maldito secreto que los amaba. Y aunque nunca los necesité, jodidamente los extrañé.
Y había sufrido tanto ya y me había preocupado demasiado por mis cuentas pendientes, por mis problemas sin resolver que ya era hora de dejarme ir por unas horas, quería sentir lo que Meyer me hacía sentir, perder el control sabiendo que fui yo quien lo otorgó.
Y sin dudarlo llevé mis manos hacia mi espalda para permitir que él me esposara.
La sonrisa que me dio a través del espejo fue oscura, excitante y deseosa.
Lentamente él me esposó y una vez me tenía a su merced, descendió una de sus manos por mi trasero mientras la otra se aferraba a mi cintura.
Luego llegó hasta mi coño y paseó sus dedos para sentir mi humedad y cuando lo hizo hurgó entre mis pliegues y luego elevó uno los dedos para llevarlos a su boca y saborearlos.
—Será un maldito placer probarte de nuevo.

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Atados a mi
Narrativa generaleSentir que el mundo se te cae encima es la peor sensación, pero es peor aun cuando las únicas personas que te lo sostenían se van dejando que caiga por completo sobre ti. Cuando eso sucede la única opción que queda es levantarse y sostenerte el put...