Klein Hoffman
Mi cuerpo temblaba levemente y solo se reflejaba en mis manos, por ello las tenía hechas puños mientras ella pasaba junto a mi impregnado su aroma suave en mis fosas nasales. No eran muy agradables para mí los olores dulces, pero en ella cualquier cosa se volvía adictiva.
Un suspiro escapó de mis labios cuando pasó junto a mi y mis ojos se cerraron por inercia al sentir como todos los vellos de mi piel se erizaban.
Era simplemente fascinante la forma en la que ella me hacía reaccionar aun después de tanto tiempo. Era como si el tiempo nunca hubiese pasado y a penas unos cuantos días fue el tiempo que se separó de nosotros.
La sonrisa de Becker fue lo primero que presencié al abrir mis ojos y le tuve envidia como nunca lo había hecho, porque él podía tener de ella más que palabras mordaces o miradas decididas. Él pudo sentirla, pudo saborearla, pudo llevarla el límite solo adentrándose entre sus piernas.
Mientras nosotros dos simplemente mirábamos.
—Ya vas a regodearte en ello ¿no? —cuestionó Meyer mirando a Becker de una forma poco amigable.
—Si, quiero que noten lo bien que se siente el poder tenerla al fin, quiero que vean lo estúpidos que fueron al no hacerme caso —yo restregué mi rostro mientras me acercaba a mi escritorio.
Ni siquiera tuve que mirar a Alicia para saber que estaba roja como un tomate.
—Yo... debería irme —logré escuchar que dijo mientras me dejaba caer en la silla de mi escritorio pensando solo en aquella mujer de cabello negro y ojos mieles que se paseaban por mi mente como si me hubiesen embrujado para que solo pensara en ella.
—No, Alicia, creo que es hora de que aclaremos ciertos puntos, aunque realmente eso no debería importarme a mí, sino a ustedes —al levantar la mirada la chica miraba hacia el piso y me apenó de cierta forma.
—Sabías como acabaría esto —susurré y ella levantó su mirada hacia mi aferrando sus azules ojos a mi persona.
No parecía molesta con la situación, tampoco dolida, era más la resignación lo que brillaba en sus ojos.
—Lo sabía —admitió asintiendo un par de veces —solo era momentáneo, no sentimientos, no compromisos, solo placer —ella suspiró pesadamente —solo pido que no me despidan hasta que pueda conseguir otro trabajo.
—No te vamos a despedir —aseguró Meyer deteniéndose frente a ella y superándola en altura.
Fueron pocas las veces que Meyer la tocó, creo que lo hacía más cuando su cuerpo ya no podía con la tensión y necesitaba aliviarla de una forma más efectiva que usando sus manos para descargarse.
Aun así, tenía un alto impacto en la chica que se estremecía con solo escuchar su voz.
—Te cambiaremos de departamento, pero continuarás en la compañía —ella asintió —no hay razón para despedirte cuando nosotros fuimos los que te empujamos a esto.
Su mano se elevó y acarició el rostro de la chica provocando que ella retrocediera un paso.
—Bien, organizaré todo para contratar una nueva asistente y luego iré a recursos humanos para que me cambien de departamento.
Dichas estas palabras se dio la vuelta y salió de la oficina cerrando la puerta detrás de ella.
—Aun no puedo creer que la hayan compartido —soltó Becker dejándose caer en su escritorio.
—Evitaba que estuviésemos expuestos a cualquier puta enfermedad como lo estas tu —él rodó los ojos.
—Hay algo que se llama condones y mientras tu boca no esté en contacto con ninguna zona en la que te puedas contaminar con un Herpes, pues cariño, es suficiente para mantenerte a salvo, pero aparentemente te había gustado demasiado —esta vez miró en mi dirección dejando de lado a Meyer y sus excusas —¿era por el cabello rubio? ¿te recordaba a Calliope por su personalidad pasiva? —y sus cuestionamientos se sentían más como ataques.
—Mejor déjame en paz, Becker —pedí pasando mis dedos por mi cabello.
—Diario podías encontrarte una mujer rubia si era eso lo que necesitabas para poder empalmarte. Por Dios, la teníamos, estaba en una cama con ustedes dos a una puerta de la mía y simplemente la dejaron ir, estaba renuente a hablar, pero cedió de cierta forma a tenernos cerca y ustedes lo arruinaron.
—Lo arruinamos para nosotros, pero tu estas muy feliz llevándote todo de ella —Becker gruñó ante las palabras de Meyer —sigue con lo tuyo y déjanos en paz, disfruta de ella y hazla feliz mientras jodidamente pensamos en como salir de toda esta mierda que nos ha arrojado.
Becker rio de forma incrédula.
—¿Qué la haga feliz? —rio de nuevo —de poder ser feliz con uno solo no iría a por los tres, Meyer, no sé si lo recuerdas, pero cada uno cumplía un papel en su vida que la hacía sentir completa, podré esforzarme todo lo que quiera, pero nunca estará satisfecha ¿lo tienes claro? ¿o tu maldito egocentrismo no te permite entender que la has cagado? La han cagado —corrigió.
—Ni siquiera sabía si regresaría —susurró Meyer y yo suspiré al saber que en poco se quebraría.
—¡Yo sí sabía que lo haría! —al escuchar el rugido de Becker me mantuve en mi lugar no queriendo tomar parte por ninguno.
—¡La busqué por todos lados! ¡Y nunca dio una maldita señal de vida! —Becker se levantó para rodear el escritorio mientras intentaba responder.
—¡Se suponía que esa era la idea! ¡Que lo hiciera por si misma! ¿esperabas dejarla para que se levantara y luego estar viendo cada paso a ver si realmente lo hacía?
—Se escondió de nosotros y lamentablemente no albergué la esperanza de que regresara.
—Miéntete todo lo que quieras, Meyer —ladró —sé que hay algo que no nos estas contando y que te tienes guardado que ha hecho que tengas tanta rabia por ella. Y ni siquiera tiene lógica, porque pareciste olvidarlo cuando ella estuvo en nuestra casa aquella noche.
Meyer soltó un suspiro cansino y yo solté uno a la par mientras me levantaba para terminar la pelea irracional que se estaba llevando a cabo.
Ni siquiera tenía idea de las porquerías que estaba soltando Becker hacia Meyer y tampoco entendía por qué Meyer no declaraba que no había nada, solo se mantenía en silencio, sin querer negar ni afirmar la acusación.
—Tenemos cosas más importantes que hacer, que pelear entre nosotros, entiendo el punto de Becker, le hicimos creer que la habíamos reemplazado de una forma u otra cuando solo mantuvimos una sola pareja sexual, hacer eso no te ata emocionalmente a nadie y mis sentimientos nunca han cambiado por ella por haber mantenido a Alicia durante este tiempo, pero también entiendo a Meyer, no todos mantuvimos la esperanza de que ella regresaría después de tanto tiempo. Y al no saber nada de ella no creíamos que lo lograría, tal vez la subestimamos en ese aspecto —un suspiro salió de mis labios mientras Meyer se sentaba enterrando su rostro entre sus manos —sabemos que cometimos errores, pero no haremos nada tirándonos la culpa en la cara y no haciendo algo al respecto. Sé que tu no has tenido la culpa de nuestros errores y sé también que nosotros mismos debemos esclarecer las cosas con ella, dejarle saber la naturalidad de lo que teníamos con Alicia, pero por favor, ya dejen de gritarse el uno al otro.
—La vi en las cámaras de seguridad de una discoteca —susurró Meyer tomándonos por sorpresa a los dos —había estado buscando algo de ella por meses y solo encontraba sus entradas y salidas al banco hasta que solo dejó de hacerlo, tal vez porque ya había puesto a la señorita Smith como su representante. La cuestión es que ese día en particular alguien me dijo que encontró su rostro en una discoteca de Washington —su cuerpo tembló levemente —no puedo decir que estaba alcoholizada, pues las cámaras solo la captaban bailando. Había pasado todo un año manteniéndome para ella, esperándola y ustedes lo saben, no toqué a ninguna otra mujer, pero cuando me quedé observándola por medio de esas cámaras de seguridad presencié como se besaba con alguien por largo tiempo, ni siquiera me detuve a pensar en nada, solo localicé a Alicia y terminé haciéndolo con ella.
Él desenterró su rostro de sus manos para observarnos.
—Al día siguiente la busqué, pero ella había desaparecido nuevamente sin dejar rastro y ni siquiera supe que pasó con aquel tipo, si llegó a haber algo más, solo eso se quedó enterrado en mí.
—Joder, podías haber empezado por ahí —susurró Becker.
—Se que probablemente no pasó más nada, que tal vez fue solo un beso, pero no puedo evitar que la ira resurja cada vez que recuerdo sus labios alrededor de los de ese tipo.
—¿Estás seguro de que era ella? —cuestioné y él me miró con sus ojos oscureciéndose un tono a la vez.
—Sí, estaba muy oscuro y su cabello en ese entonces parecía más oscuro, pero ni siquiera sabía cuál era el tono con claridad, pero era su rostro, aun tengo el video.
—Haya sido o no un simple beso, no podemos juzgarla de ninguna forma, porque tu empezaste a follarte a Alicia después de eso, pero, aun así, Becker buscó un coño en el cual meterse siete meses después de que nos alejáramos. Todos teníamos nuestras necesidades y es probable que hubiésemos podido soportarlas, pero no lo hicimos y ahora solo debemos obtener las consecuencias de lo que hicimos y tratar de solucionarlo.
Y aunque no fuese el mayor los dos asintieron en acuerdo a mis palabras.
Definitivamente tenerlos uno contra el otro no era algo que quería.
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Atados a mi
Fiksi UmumSentir que el mundo se te cae encima es la peor sensación, pero es peor aun cuando las únicas personas que te lo sostenían se van dejando que caiga por completo sobre ti. Cuando eso sucede la única opción que queda es levantarse y sostenerte el put...