—Becker Hoffman —se presentó y yo hice el amago de sonreír, pero me contuve.
—Klein Hoffman.
—Meyer Hoffman.
Por dios, casi me atraganto con mi propia saliva al escuchar sus voces y peor aun cuando sus miradas se posaron en mi a la espera de que me presentara.
Yo simplemente extendí mi mano en su dirección, pero no para que me dieran un saludo normal, sino la extendí con mi dorso hacia arriba indicando que quería que besaran mi mano.
Sus miradas me escanearon profundamente y el primero en tomar mi mano para inclinarse y besarla fue Klein.
Mi cuerpo tembló ante el contacto de sus labios contra mi piel.
El siguiente en realizar dicha acción fue Meyer el cual lo hizo con sus ojos chispeando en algo que desconocía y por un momento me cuestioné si se había dado cuenta de que era yo, Calliope Heder.
Una vez soltó su mano solo quedó Becker y este la acarició antes de inclinarse. Él sonrió al notar la seguridad con la que esperaba que me saludaran de la forma adecuada.
—¿Su nombre es? —yo pasé saliva algo nerviosa.
—Es Camila, mi acompañante —yo retiré mi mano de entre la de Becker y la hice descender a un costado mío.
—¿A qué compañía pertenecen? —cuestionó Meyer con el ceño levemente fruncido.
—A penas estamos iniciando en todo este mundo, pero hemos invertido en algunas empresas como Saftelky industries y Helty Company —explicó Nath mientras yo guardaba silencio.
Pero no pasó desapercibido para ninguno de los tres la forma en la que me interrumpían para evitar que yo hablara.
—Es un placer conocerlos —alegó Killian y su lado de admirador comenzó a fluir.
Los Hoffman donde fuese que estudiases ingeniería automotriz eran el ejemplo que te hacían cada que hablaban de alguien exitoso en este mundo y con dicha carrera o rama de esta.
—¿Tu eres? —cuestionó Becker y Killian sonrió.
—Killian Lombardi —él extendió su mano y los tres hombres lo saludaron.
—Bueno, fue un placer conocerlos —aseguraron antes de darse la vuelta y perderse entre el mar de personas.
—No despertamos su interés —yo solté el aire que no sabía estaba conteniendo y dejé que mi respiración entrecortada se regularizara.
Por Dios, eso había sido difícil.
Sentirlos cerca, tenerlos cerca, tocar sus manos, sentir sus labios sobre mi piel.
Todas esas sensaciones me llevaron a aquel tiempo en donde mis días se resumían a esperar su llegada.
—¿Estas bien? —cuestionó Nath en un susurró mientras se aferraba a mi brazo.
—Lo estoy, rayos, sí, lo estoy.
—¿Qué son tuyo? —cuestionó Liam directamente y yo me atraganté nuevamente con mi saliva tosiendo aparatosamente esta vez.
Él nunca se había interesado en cuestionar mucho respecto a eso y que me preguntara directamente me dejó fuera de base.
—Amm, nada —susurré.
Y no mentía, realmente no eran nada mío, hacía mucho tiempo que dejamos de ser lo que alguna vez fuimos.
Él no cuestionó nada más y los cuatro nos enfocamos en observar a las diferentes personas a nuestro alrededor mientras Nath y Killian disfrutaban de la suave música.
—Iré al baño —avisé antes de visualizar en donde se encontraban.
Sin esperar respuesta de ninguno me encaminé hacia la puerta ancha que daba hacia los pasillos con los baños y en el camino hice a un lado a las personas que se atravesaban sin la intención de rodear el lugar solo porque ellos estuviesen en medio.
Muchas miradas se posaron en mi persona mientras me acercaba al lugar al que quería llegar, no porque quisiera hacer alguna necesidad, más bien era porque su mirada había estado puesta en mi durante todo ese tiempo y como yo lo conocía sabía a la perfección cual era su intención y más en un lugar como ese.
Al llegar al pasillo que daba hacia los baños en vez de ir hacia la derecha fui hacia la izquierda para ir hacia el balcón bajo que daba hacia el jardín de aquél sofisticado lugar.
Mis pasos eran lentos y mis pasos resonaban en todo el pasillo ante el choque de mis tacones contra el mármol blanco con matices dorados del piso.
Al llegar al fondo empujé las puertas francesas y salí recibiendo la brisa fría de la noche.
Con un suspiro cargado de nerviosismo me acerqué al barandal y dejé el pequeño bolso sobre él antes de apoyar mis manos observando lo poco iluminado que se encontraba el jardín.
—Siento que me conoces —lo escuché decir mientras cerraba las puertas corredizas.
Yo guardé silencio y solo atiné a darme la vuelta mientras sonreía de medio lado.
—¿No hablas? —cuestionó y yo negué lentamente.
Sin importarme mentir descaradamente llevé mi mano hacia mi cuello y le mostré la zona donde suponía estaban mis cuerdas vocales.
Él sonrió suavemente y lo observé avanzar hacia mí con pasos lentos.
—Te me pareces ligeramente conocida —yo enarqué una de mis cejas ante su apreciación, tal vez si no hubiese llevado los lentes me hubiese conocido mucho más rápido.
Un jadeo escapó de mis labios al notar como terminaba de acercarse por completo para terminar acorralándome contra el barandal.
—Supongo que asentir será una buena opción para las preguntas que te haré a continuación —yo asentí un par de veces y aspiré su aroma al tenerlo tan cerca.
Sus ojos se clavaron profundamente en los míos y aunque no podía apreciar completamente su rostro a causa de aquel antifaz, era como si realmente pudiese hacerlo, pues recordaba a la perfección su rostro, cada rasgo, cada pequeño espacio.
—¿Sabías que te observaba? —yo asentí con una sonrisa y jadeé al notar que tanto estaba acercando su rostro al mío —eso quiere decir que viniste aquí porque creíste que te seguiría —yo asentí nuevamente y lamí mis labios con lentitud permitiendo que su mirada descendiera hasta ellos.
Él se mantuvo en silencio unos segundos reparando en mis labios.
—Camila, me gusta follar en lugares públicos —soltó sin ningún tapujo —y sin ningún compromiso de por medio.
Yo pasé saliva ante sus crudas palabras y asentí comprendiendo.
—Así que, si quieres que te folle aquí sin ningún compromiso de por medio, solo asiente —y sin dudarlo lo hice.
Él lamió sus labios con lentitud antes de inclinarse para casi rozarlos con los míos, sin embargo, no fue por ese lado y prefirió seguir hasta mi mejilla en donde presionó un beso húmedo para luego ir descendiendo por mi oreja a la cual le mordió el lóbulo suavemente haciéndome jadear.
Mis manos se encontraban aferradas al barandal en un intento por no soltar los jadeos que me azotaron con tan solo sentir sus labios pegados a la piel sensible de mi cuello.
—Hueles muy bien —apreció y por un instante quise decirle que él olía mucho mejor, pero me mordí la lengua y me mantuve serena aun cuando todo mi interior gritaba extasiado.
Su mano que había permanecido a un lado de mi cuerpo aferrándose a la baranda, ahora estaba en mi cintura dándome un leve apretón para apegarme más a su cuerpo permitiendo sentir su dureza, en ningún momento su boca ascendió hacia la mía, él se mantuvo entre mi cuello mientras su mano descendía por mi costado para dirigirse hacia mi trasero al cual le dio un suave apretón que me hizo apegarme un poco más a él.
Me estaba encendiendo, jodidamente lo estaba haciendo y no me importaba en lo absoluto, porque después de todo estaba tan deseosa de ser agraciada con su toque que no pensé en que él estaba haciendo esto conmigo siendo una total desconocida a su percepción.
Ignoré completamente que si hacía esto conmigo al no recordarme, probablemente ya lo había hecho muchas otras veces más.

ESTÁS LEYENDO
Atados a mi
Fiction généraleSentir que el mundo se te cae encima es la peor sensación, pero es peor aun cuando las únicas personas que te lo sostenían se van dejando que caiga por completo sobre ti. Cuando eso sucede la única opción que queda es levantarse y sostenerte el put...