Capítulo 26

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Explicar la forma tan grotesca en la que mi piel se había erizado gracias a sus miradas era básicamente imposible.
Mi corazón latió acelerado amenazando con salirse de mi pecho y mis manos sudaron levemente producto del nerviosismo que me invadía y es que mi cuerpo por acción propia reaccionaba a sus presencias, aun cuando mi cabeza gritaba una y otra vez que ellos ya habían puesto a alguien más a ocupar mi lugar.
Mi cabeza le ordenaba a mi cuerpo no reaccionar de esa forma, pero lo que sentía era imposible de controlar, porque por más que quisiera menguar las emociones, era tarea imposible.
Con una sonrisa que desprendía seguridad me adentré por completo en la sala rompiendo el silencio con el resonar de mis tacones contra el suelo a causa de cada paso que daba.
De la forma más elegante y cuidadosa que tenía registrada en mi mente me dejé caer en la silla junto a Liam mientras ellos aun procesaban lo que estaba sucediendo.
—Buenas tardes —saludó la mujer rubia mientras se acomodaba en su lugar.
—Buenas tardes, querida —saludé con suavidad y con una sonrisa que iba en dirección a ella.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó Becker con el ceño fruncido mientras se inclinaba en su lugar.
No lo cuestionó de forma tosca, mas bien sonó como si le confundiera en desmedida mi presencia en una reunión privada para la firma de la compra de acciones de su empresa.
Y pues, estaba claro que lo entendía, llegué como una intrusa moviéndoles el suelo con mi presencia, así como ellos me movían el suelo a mi con la suya.
—Pues, mis disculpas por no avisar antes, es que, con el asunto de mi atropello, nuestro reencuentro y mi salida apresurada de su hogar a las cuatro de la mañana no me dio el tiempo para compartirles esta información.
Sonreí con algo de suficiencia antes de dejar mi bolso en el brazo de la silla.
—Les había informado que estaba aquí por trabajo, como bien saben me gradué como ingeniera automotriz y decidí que el mejor lugar para invertir era aquí con las cedes de grandes empresas que serían un impulso para mí en este mundo.
Al ver la confusión en sus rostros y la espera de que explicara todo, sonreí. Jodidamente sonreí.
—Las señorita Smith aquí presente —señalé a Nath con mi dedo índice y ella se acomodó en su lugar en completo silencio —es mi representante, le encargué comprar acciones en la empresa que más le convenciera ¡y resulta que fue la suya! —el ceño de Meyer estaba jodidamente fruncido mientras yo soltaba toda la palabrería de forma despreocupada.
—¿De dónde sacaste tanto dinero? —yo enarqué una ceja ante la pregunta de Klein.
—¿Olvidan la empresa que me regalaron? Creo que era de un señor llamado Carter, estoy consciente de que saben que todo el dinero va hacia una cuenta a mi nombre, la misma cuenta en donde estaban los dos millones de mi falso secuestro —yo junté mis manos sobre mi regazo.
Becker pasó su mano por su rostro al atar cabos.
—Además de que todo el dinero de mi difunto esposo lo pasaron a esa cuenta y como también administran su empresa para mí, he ganado mucho dinero —mi sonrisa se ensanchó al ver como Meyer paseaba no una, sino sus dos manos por su rostro.
No era mi intención incordiarlos, o tal vez sí. Pero después de todo ellos se lo habían ganado, había desistido del plan, pero con la aparición de esa tal Alicia todo cambiaba.
Pensaba ser indulgente, recuperarlos de la mejor forma posible y continuar donde lo habíamos dejado siendo mejores personas, pero ya no quería ser una buena persona, quería dejarles en claro que no podían asegurar que me esperarían y luego meter a una fulana a sus vidas de esa forma.
—No puedo creer esto —soltó Klein con una sonrisa de incredulidad.
—¿Por qué te fuiste? —cuestionó Meyer como si el tema de que ya soy dueña de parte de su empresa no fuese algo importante.
—¿Qué por qué me fui? —cuestioné de forma retórica y al mirar hacia la chica vi como su mirada descendió hacia la mesa.
¿Quién era ella?
—Sí, estábamos bien —soltó Klein respaldando la pregunta de su hermano, después de todo estaba dormida también con él.
—Claro, hasta que una mujer los llamó aclamando su presencia, a ambos —puntualicé y Becker soltó una blasfemia tras otra de forma susurrada.
—Mierda —fue la única que pude entender.
—¿Respondiste? —cuestionó Meyer con el ceño fruncido y yo me encogí de hombros.
—No me dejaba dormir el suena y suena del móvil —la chica junto a ellos se removió incómoda y quise tensar la cuerda —y resulta que la señorita estaba caliente y necesitaba de uno de ustedes en su cama, bueno, tal vez a ambos porque, aunque respondí en el teléfono de uno solo, ella los clamó a ambos —y sonreí descaradamente al ver como todo su rostro se colocaba rojo.
—Calliope, puede explicarse —yo reí sin nada de gracia.
—No creo que ella quiera escuchar como la minimizas —puntualicé señalando a la chica y ella levantó su mirada hacia mi y yo le sonreí con suavidad.
—Amm —balbuceó y fue inevitable no pensar en que era realmente adorable.
—Soy Calliope Heder, cariño, un placer —me extendí sobre la mesa y le tendí mi mano.
Ella reaccionó rápido y se extendió de igual forma para corresponder el saludo.
—Alicia Jackson y el placer es mío, señorita —yo solté su mano y me acomodé nuevamente en mi lugar.
—Nadie dijo que habría fidelidad —soltó Meyer y yo reí nuevamente.
—No es una conversación que quiera tener ahora —dije perdiendo un poco la calma que estaba fingiendo.
—Si, pero si te llevamos a algún lugar privado o no dices nada o simplemente te escapas en vez de hablar las cosas —bramó pareciendo más incómodo que al principio.
—No esperaba que ninguno de ustedes se mantuviera en abstinencia hasta que a la borracha se le diera la gana de rehabilitarse, pero al menos esperé que cumplieran con su palabra de esperarme, lo dijiste —señalé a Klein —¡lo dijeron! Esperar a alguien no significa que no vas a saciar tus necesidad, significa que el espacio que ocupaba en tu vida no será llenado con la presencia de nadie. Y aparentemente solo Becker ha sido capaz de cumplir con eso.

Becker levantó su mirada en mi dirección y sonrió con suavidad.
—Calliope —Klein comenzó a intentar excusarse, pero yo aun no terminaba de arrojarles toda la mierda que tenía para ellos y menos quería seguir debatiendo esos temas.
—Pero, en fin, como dije, vengo por trabajo —interrumpí a Klein ignorándolo olímpicamente —¿eres su secretaria? —cuestioné sin querer que se ofendiera si la rebajaba a un puesto menor que el que tenía.
—Asistente, que es casi lo mismo —se encogió de hombros.
—Bien, pues deberías agendar dos reuniones para los señores Hoffman —yo miré hacia Meyer con toda la altanería disponible —una para que ellos me cedan el poder de todas mis empresas que han estado administrando y así poder hacerme cargo por cuenta propia de ellas y otra con todos los accionistas de la empresa, después de todo deben informar que hay una nueva accionista en esta compañía.
Mis codos se apoyaron de los reposabrazos de la silla y mis manos se juntaron en el frente mientras sonreía.
Una de mis piernas estaba cruzada sobre la otra y movía de forma lenta el pie tratando de calmar la euforia que me envolvía al ver sus ceños fruncidos mostrando su desagrado y desconcierto con respecto a toda la situación.
—No es necesario hacer una reunión de tal magnitud solo para presentar a alguien que posee el cinco porciento de las acciones —yo apreté mis manos con suavidad sintiendo mi sangre viajar a una velocidad desconcertante por todo mi torrente sanguíneo gracias al ritmo acelerado de mi corazón.
—No, pero para alguien que posee el veintisiete porciento si —lentamente lamí mis labios haciendo que la mirada de los tres se dirigiera hacia ellos.
—¿Perdón? —susurró Klein.
—¡Ah, cierto! —exclamé fingiendo haberlo olvidado por completo —eso les debe llegar en unas horas, pero bueno, tendré que darles la noticia yo —sintiendo como mi cuerpo vibraba extasiado me incliné hacia la mesa y me apoyé en ella —he comprado las acciones de ocho de sus socios adquiriendo en total veintisiete porciento con el contrato de hoy, lo que me convierte en la persona con más peso en la toma de decisiones, después de ustedes y básicamente la segunda dueña de su compañía —Meyer se dejó caer en su silla y la chica de nombre Alicia abrió su boca algo sorprendida.
La tensión se palpaba en la sala y los minutos de silencio se extendieron mientras los dejaba analizar todo.
Ni Liam ni Nath habían dicho palabra dejando que yo me adueñara del momento. La atención de los cuatro frente a mi estaba puesta en mi persona mientras los engranajes de sus cerebros se movían con velocidad intentando comprender como había llegado tan lejos sin ellos siquiera poder enterarse.
Y me fascinaba, jodidamente lo hacía, pues en su momento no quise invadir eso por lo que trabajaron toda su vida, no quise inmiscuirme en sus negocios.
Pero daba igual si al final de cuentas terminaría casada con los tres y todo lo de ellos sería mío, así como lo mío de ellos.
Pero para llegar a eso debía haber algo que nos uniera más que un pasado desastroso que ellos parecían estar olvidando.
¿Ahora? Ahora estaban atados a mi sin posibilidad de desatarse, los nudos hechos alrededor de ellos eran irreversibles, por lo que permanecerían de esa forma hasta que decidieran que estábamos atados con la misma soga y que yo estaba tirando de ella hasta tenerlos completamente cerca.

Atados a miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora