Capítulo 7

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—No debería nacer ahora —dije asustada mientras observaba el poco líquido que había expulsado

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—No debería nacer ahora —dije asustada mientras observaba el poco líquido que había expulsado.

Había roto fuente faltando aún un mes para mi fecha de parto estimada.

—Nath —lloriqueé asustada.

—Todo va a estar bien —aseguró antes de acercarse a mi para ayudarme a llegar al sofá.

Corriendo fue hacia la habitación y en menos de un minuto ya estaba de regreso con la maleta en su mano.

—¿Te duele? —cuestionó y yo negué.

Pero justo en ese momento una contracción llegó a mi y un leve grito se escapó de mi garganta ante el dolor que, aunque aún no era tan fuerte era notorio e iba en ascenso.

—Nath —lloriqueé nuevamente.

—Vamos fuera, debe haber un taxi en la entrada.

Yo hice un puchero y ella sin pensárselo se acercó para ayudarme a levantar.

—La cámara —susurré llevando mis manos a mi vientre un poco más abultado que antes.

Haciendo uso de lo aprendido en mis clases, cerré mis ojos, fui a mi lugar feliz y respiré de la forma en la que me habían enseñado mientras esperaba a que Nath regresara.

—Listo —avisó.

—Enciéndela —pedí.

—Calli, tenemos que ir al hospital —se quejó.

—Cuando enciendas la cámara, mientras no tenga contracciones puedo caminar sola —le dije claro y ella bufó antes de encender la cámara.

—Listo —avisó nuevamente y cuando la contracción pasó ella me ayudó a levantarme para que pudiese caminar hacia la entrada.

Yo solo portaba un vestido suelto con unas sandalias cómodas, pues estaba esperando a Killian, un amigo de la universidad con el que me encontraba haciendo la tesis que me habían aprobado, pero lamentando el caso nuestra reunión tendría que ser después.

Al acercarme a la puerta, esta ya había sido abierta por Nath y al salir pude ver a Killian caminando hacia mi departamento.

—Ay diosito, gracias que llegas, Calli acaba de romper fuente y debo llevarla al hospital antes de que sus contracciones empeoren.

Y como si fuese una jodida predicción tuve que sostenerme del marco de la puerta y con mi otra mano aguanté la parte baja de mi vientre ante el fuerte dolor que me recorrió haciendo que soltara un grito que resonó en todo el pasillo.

—¿Tienes tu auto? —cuestionó Nath y él asintió mientras se acercaba a mi velozmente.

Sin pensárselo un segundo me tomó en brazos para llevarme hacia el ascensor.

Estaba nerviosa, jodidamente lo estaba, pero la preocupación era algo que se colocaba por encima de todos esos sentimientos, dolores o nerviosismos.

Se suponía que tendría un mes más para poder darle lo que necesitaba antes de nacer y el que naciera ahora solo la ponía en peligro a ella y a mi en todas las formas posibles.

Atados a miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora