—Buenas noches —saludé por fin y ella sonrió nuevamente ocasionando que sus ojos brillaran por consecuencia.
—¿Cómo has estado, hermosa? —cuestionó con suavidad y yo pasé saliva tratando de asimilar la situación.
—He estado bien —admití —muy bien, a decir verdad —ella juntó sus manos sobre la mesa encantada.
—Y no sabes cuanto me alegra escuchar eso, pero sobre todo verlo, pues no hay que indagar mucho para ver que te encuentras bien, tus ojos brillan de una forma preciosa —por inercia sonreí contagiándome con sus vibras tan suaves y envolventes.
—¿Usted a que se dedica? Y disculpe que lo cuestione tan directamente —ella hizo un ademán restándole importancia.
—Mi vida es muy simple —acotó desinteresadamente —solo me dedico a dar apoyo a instituciones benéficas en diferentes ámbitos, uso a la élite para que le den el apoyo monetario, aunque para ellos solo es una muestra de poder —yo me acomodé en la silla escuchándola atentamente.
—Nunca la he visto en una de esas fiestas benéficas y puedo decir que he ido a muchas —ella sonrió orgullosa.
—Soy la que mueve los hilos en la oscuridad —mi mirada la observó con algo de sorpresa y ella sonrió suavemente.
—Mira, y yo creyendo todo lo contrario de usted.
—No juzgues a un libro por su portada —me indicó señalándome acusatoriamente con el dedo índice.
—Lo sé, solo que a veces me despisto.
—Bien, querida, debemos pedir nuestra cena de hoy —y en cuanto dijo aquella oración yo tomé el menú para observar los platillos en el.
Despacio los fui observando hasta dar con lo que quería para mi y al descender el menú la mujer me observaba con una sonrisa y un brillo en sus ojos que simplemente no podía entender.
Su mirada era cariñosa y guardaba un sentimiento escondido en ella.
—Nunca creí tenerte de frente nuevamente —admitió.
Un suspiro pesado escapó de mi que me desinfló como a un globo ante el recuerdo de aquella mujer vuelta nada sentada en el parque, llorando desconsolada por algo que en su momento creía no cambiaría nunca.
Un sentimiento desagradable me apretó el pecho al recordar a aquella mujer no solo con ataduras en su cuerpo, sino también en su alma.
Inevitablemente recordé a Evolet, a esa mujer que prefirió quemarse en las llamas incesantes de un fuego que ella misma había provocado, solo porque, aunque su cuerpo sería libre, su mente jamás lo sería.
Y el saber que pude haberme convertido en ella hizo que mi pecho se contrajera.
Antes de poder responder a su corta oración que desencadenó un montón de recuerdos en mí, un mesero se acercó a ambas para pedir nuestras órdenes y educadamente le indiqué lo que quería.
No pasó desapercibida para mi la forma en la que trataron a la mujer frente a mí, no fue un simple trato hacia una comensal, había sido algo más.
Pero no queriendo ahondar en el tema me dejé en claro que la intensión de aquella cena era relajarme, envolverme con la paz de aquella mujer y compartir un poco más con ella, ya luego podría investigar un poco más a cerca de su vida.
—¿A qué te dedicas? —cuestionó mientras tomaba la copa con agua junto a ella.
—Soy ingeniera automotriz —contesté de forma orgullosa —y actualmente solo me estoy dedicando a analizar diferentes compañías en la que podría invertir.
—Oh, tienes capital —apreció y yo asentí.
—Soy viuda, mi exesposo dejó todo a mi nombre y pues, he estado intentando expandir los alcances a los que él se limitó en algún entonces —la mujer asintió totalmente interesada —usted debe estar relacionada con todo alrededor de la élite como para permitirse organizar tales fiestas —ella asintió.
—Mi familia siempre ha estado en este mundo y mi primer esposo que en paz descanse, también —yo asentí comprendiendo.
—Ambas hemos perdido un esposo —ella hizo un ademán restándole importancia nuevamente.
—Mi exesposo debió haberse muerto hacía mucho tiempo, lo único bueno que me dejó ese matrimonio fueron tres de mis cuatro hijos, con mi esposo actual tengo solo una hija, pero quiso a mis otros hijos como si fuesen suyos y ellos lo adoptaron como su verdadero padre —ella negó apenada —es increíble ver como algunos padres se desentienden de sus hijos a tal punto que deben buscar otra figura paternal en otro lado.
—Lo entiendo —susurré —aunque no he buscado otra figura maternal, mi madre no es una madre ejemplar que digamos —ella sonrió al recordar algo de nuestra conversación.
—Recuerdo haberte dicho que cada madre quería a sus hijos de una forma, aunque no lo vieras —yo reí de forma incrédula.
—Si tan solo pudiese explicarle —ella negó.
—Ahora lo entiendo —admitió.
—¿Lo entiende? — cuestioné mirándola d forma inquisitiva.
Ella asintió.
—Mis hijos me lo han explicado.
Mi ceño se frunció en sobremanera al no entender lo que me estaba diciendo.
—¿Sus hijos? —ella continuó hablando sin molestarse en responder a mi cuestionamiento.
—Fue hace mucho, pero ellos realmente no sabían lidiar con ello.
El mesero se acercó con nuestra cena y la depositó frente a ambas interrumpiendo nuestra conversación.
En cuanto él se fue la mujer tomó el tenedor para comenzar a comer, pero mi estómago ya se encontraba cerrado ante lo que mi cabeza imaginaba.
Realmente no podía ser posible.
—Mauren, quiero una explicación.
Su mano con el tenedor se quedó suspendida y masticó con lentitud extendiendo el tiempo.
Su móvil sobre la mesa vibró anunciando la llegada de un mensaje y algo veloz la mujer dejó el tenedor sobre su plato y mientras terminaba de masticar revisó el mensaje.
Una vez la comida dejó de ocupar su boca ella suspiró pausadamente.
—Mi apellido es Hoffman, soy Mauren Hoffman, apellido de mi actual esposo, hombre que adoptó a mis hijos tras la muerte de su padre y les dio su apellido, el hombre que ha criado a mis hijos como suyos, hijos a los cuales tú, Calliope Heder enamoraste hace algunos años.
Y esas solas palabras bastaron para que todo mi ser se desequilibrara.
ESTÁS LEYENDO
Atados a mi
General FictionSentir que el mundo se te cae encima es la peor sensación, pero es peor aun cuando las únicas personas que te lo sostenían se van dejando que caiga por completo sobre ti. Cuando eso sucede la única opción que queda es levantarse y sostenerte el put...