Capítulo 33

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Mi teléfono comenzó a sonar en mis manos y al ver el número desconocido en la pantalla fruncí el ceño.
Antes de que la llamada se cortara respondí y escuché una voz amable del otro lado
—Buenos días, le estoy hablando desde la oficina de correos ¿me comunico con la señorita Calliope Heder? —lentamente lamí mis labios antes de contestar.
—Habla con ella —confirmé.
—Bien, ayer fue dejado un envío para usted en nuestras instalaciones, no tienen su dirección, por lo que fue dejado aquí para su posterior entrega —mi ceño se frunció al entender que había sido un envío desde la misma ciudad.
—¿Qué contiene? —ella movió un par de cosas antes de responder.
—Necesito que me dé su número de ID para buscarla en el sistema y confirmar su identidad y poder decirle el contenido.
Rápidamente se lo di y esperé paciente a que respondiera.
—Es una bolsa de Armani con un vestido de color blanco dentro y una dedicatoria —lentamente sonreí.
—Bien, en la tarde iré por él.
—Recuerde que cerramos a las cuatro, pero aquí la esperamos.
Luego simplemente colgó.
Con una sonrisa que no pude quitar salí de mi habitación hacia el pasillo para recorrer la distancia que me separaba de las escaleras.
De la misma forma las descendí y continué mi recorrido hacia el comedor en donde ya podía escuchar un leve murmullo y choques de cubiertos contra los platos.
Al entrar todos dirigieron sus miradas hacia mí y sonreí suavemente.
—Buenos días —el saludo fue devuelto por todos y me senté frente a Takashi que tenía su mirada en el plato.
Hacía días que habíamos regresado de Asia, alrededor de cuatro para ser más exactos y les había ofrecido alojamiento en mi casa mientras ellos encontraban un lugar para quedarse.
La casa era lo suficientemente grande como para tener habitaciones para ellos y realmente no me molestaba, me cruzaba muy poco con ellos, a penas en el almuerzo y el desayuno.
Y en esos días había concluido que Takashi era el más tímido de los dos además del menos informar.
Nunca usaba el traje completo, solo la camisa y el pantalón y de vez en cuando la corbata. Prefería estar centrado en lo que hacía y luego mostrártelo, en vez de trabajar en ideas contigo.
Y no me quejaba, hasta el momento había demostrado que era una buena técnica y no me metería en su forma de trabajar mientras diera resultados.
Su hermano Toshio estaba junto a él y a diferencia de su hermano si miraba en mi dirección.
Le sonreí una vez más y luego me dediqué a desayunar con Nath junto a mí.
Ese día no había mucho que hacer, pues lo único reciente que teníamos era la reunión con los Hoffman al día siguiente y todo eso estaba perfectamente organizado para ese día.
—¿Todo en orden? —les cuestioné a ambos.
—Si —admitió Toshio, pero su hermano solo asintió.
Esa fue la única charla en el desayuno y una vez terminado cada uno se esparció para hacer sus cosas hasta que llegó la hora del almuerzo y fue el mismo proceso.
Hacía no mucho tiempo había contratado a dos mujeres que me ayudaban en la limpieza y con la comida y cuando llegaba la tarde regresaban a sus casas.
Las vi salir mientras me subía la auto para ir hacia la oficina de envíos.
Por lo general a ellas alguien de seguridad se encargaba de llevarlas a casa o por lo menos acercarlas, porque entendía que llegar hasta aquí era algo trabajoso considerando que la urbanización estaba algo retirada.
Lentamente conduje por las calles escuchando algo de música y sin preocuparme por llegar rápido, ya que tenía tiempo suficiente aún.
Al llegar a la oficina siendo guiada por el GPS estacioné en la parte delante, bajé del auto y me adentré en el edifico pequeño de color grisáceo.
Directamente pasé hacia el mostrador en donde una señora rubia se encontraba.
Tenía ciertas arrugas en las orillas de su rostro insinuando la edad que probablemente tenía.
—Buenas tardes, mi nombre es Calliope Heder y me informaron de un paquete dejado aquí para mi —ella sonrió abiertamente de inmediato.
—Oh, señorita, sí. El paquete fue dejado por Alicia Jackson ayer —ella se agachó tras el mostrador y mientras observé el lugar con el mismo diseño que se esperaba que un lugar como ese tuviera.
Apenas había una ventana en la entrada, el resto eran solo paredes grises con algunos cuadros colgando que tenían que ver con los permisos de lugar para mantener un lugar como ese abierto.
Ella volvió a incorporarse y dejó una bolsa negra con las letras de Emporio Armani gravadas.
—Necesito su identificación.
Yo busqué en el bolso de mano mi ID y se la tendí.
Ella hizo el papeleo de lugar y luego de hacerme firmar un documentos de confirmación de entrega me dio la bolsa permitiéndome salir del lugar.
En cuanto subí al auto la abrí y descubrí la tela blanca con un trozo de papel sobre esta.
En primer lugar, hice a un lado la tarjeta y saqué el vestido para ver que era idéntico al que había desechado por la mancha de café que no había querido salir, la había absorbido tanto que era muy notable el desastre que había sido derramado sobre él.
En cuanto lo analicé confirmando que era nuevo lo dejé en la bolsa y tomé la tarjeta para ver que decía.
No quiero que piense que lo hice intensional, porque no fue así, es solo que su presencia me pone más nerviosa de lo que debería y cuando estoy nerviosa soy muy torpe. Nuevamente me disculpo y sé que dijo que no debía reponerlo, pero me vi en la necesidad de hacerlo. 
Atentamente, Alicia Jackson.
Sonreí sin poder evitarlo. Ella definitivamente era adorable, y aunque no me confiaba del todo en ella, debía admitir que fue bonito el detalle, aunque innecesario.
Con un suspiro encendí el auto y lo conduje por la ciudad hasta las tiendas en el centro. Estacioné frente a Prada e hice el recorrido hasta la puerta pisando fuerte con mis tacones blancos.

Llevaba un vestido negro suelto, que no se ajustaba en ningún lado, pero que era perfecto para el día desocupado que tenía.
Al entrar le indiqué a la primera empleada que encontré el tipo de ropa que buscaba ella me asistió hasta que pude encontrar lo que buscaba.
Una vez con la bolsa en mi poder me dirigí nuevamente al auto me fui a casa con la intención de nadar un poco y prepararme mentalmente para el día siguiente.
↞↠
—¿Te incomodan sus presencias? —ella negó.
—No, solo que prefiero estar en mi habitación —asentí comprendiendo —no porque no me sienta cómoda con las personas afuera, sino porque no me siento cómoda estando afuera de forma general.
—Esta bien, solo quería saber si había algo mal en el ambiente —ella negó.
—Incluso yo me siento bien admitió.
—Y eso me hace feliz.
Ella restregó sus dedos y suspiró suavemente antes de dejarse caer en mi cama frente a mí.
Yo estaba ya con mi pijama de dormir y con la espalda recostada del espaldar mientras leía un libro en mi Tablet.
Al notar que ella quería decirme algo la apagué y la dejé a un lado para prestarle total atención.
—¿Qué quieres decirme? —interrogué para hacerle la tarea más fácil.
—Pues, no sé cómo lo vayas a tomar, pero debo decírtelo —resopló aparatosamente antes de continuar —me gusta alguien.
Abiertamente sonreí ante su declaración.
—Eso es bueno —solté prestándole más atención.
—Es más mayor que yo —susurró restregando sus dedos en su regazo —y no es de una posición alta ni nada de eso.
Al recordar que Enís no había salido de casa ni una sola vez pasó por mi cabeza de quien podría estar enamorada.
—¿Quién es? —lo dije suavemente, sin la intención de que se sintiera presionada.
—Es Damián —guardé silencio por unos segundos dejando la declaración en el aire.
—¿Entiendes que tiene treinta años? —ella asintió.
—Lo sé, pero es que fue inevitable que no me gustara —yo suspiré antes de comenzar a hablar.
—Pasaste por algo difícil, estuviste en una situación muy complicada durante todo este tiempo no has tenido la libertad suficiente, no has conocido tantas personas tampoco y sumándole a eso que fue el quien te salvó, cuidó de ti entiendo el por qué te gusta —sus ojos comenzaron a humedecerse al creer que me opondría.
Realmente no tenía por qué hacerlo, ya que era su vida y su decisión, pero si había ido hacia mí era porque quería algún consejo y después de todo su tutela había pasado a mi hasta que pudiese mantenerse por sí misma.
—Sal de estas cuatro paredes, conoce más personas, vive un poco más y ahí regresa a mi si tus sentimientos siguen intactos, porque es fácil elegir manzanas cuando es lo único que tienes en el refrigerador, sal al supermercado, revisa que otras frutas hay y si te siguen gustando las manzanas, pues ahí si tenemos una conversación más seria acerca de esta situación.
Ella me sonrió y asintió en acuerdo.
Enís iniciaría la universidad en muy poco tiempo, lo que le dejaría conocer más personas y desarrollarse en un ambiente diferente, por lo que, si su interés por Damián seguía, no me molestaría en dejarla hacer su vida, pero todo mientras fuese porque lo eligió aun cuando tenía más opciones.
Como por ejemplo yo, que en un principio los Hoffman habían sido mi única opción, pero cuando me fui y tuve de donde elegir, ellos fueron mi elección.
Y hablando de ellos, al día siguiente tendría que verlos, tenerlos cerca y levantar aquellas murallas que evitarían que me temblaran las piernas al verlos.
Porque, aunque el dolor persistía, los sentimientos seguían ahí, como si ellos no hubiesen tocado el cuerpo de otra mujer mientras no estaba, como si ellos no me hubiesen fallado.
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No puedo creer que vaya a hacer esto sola.
Estaba frente a las puertas del edificio de los Hoffman. Sola, con un bolso negro colgando de mi hombro y una bolsa de compras con letras reconocidas en ella.
Estaba nerviosa, pues las pocas veces que había tenido que enfrentarme a ellos había estado acompañada de Nath, pero ahora estaba sola.
Armándome de valor me adentré en la recepción y de inmediato la mujer conocida me sonrió para guiarme a través del lugar hacia el ascensor en donde presionó el piso de la sala de reuniones.
Mi pie se movía hacia arriba y hacia abajo creando un pequeño sonido cada que el tacón chocaba con el suelo. Ese simple acto dejaba en evidencia el nerviosismo que me recorría.
Pero cuando las puertas se abrieron todo rastro de inseguridad desapareció de mi lengua corporal y con pasos seguros salí del ascensor hacia Alicia que estaba a unos cuantos pasos de mí, tal vez esperándome.
Había llegado tarde, estaba consciente.
—Buenos días —saludé mientras tendía la bolsa para que ella la tomara.
—¿Qué es eso? —cuestionó en un tono bajo.
—Tu pagaste por lo que arruinaste, es mi deber pagar por lo que yo también arruiné —ella negó frenéticamente.
—No es necesario, de verdad, lo hice porque era lo correcto —yo le di una sonrisa suave.
—Tómalo, Alicia, lo compré expresamente para ti y sé que te quedará hermoso con el cuerpo que te cargas —ella se sonrojó furiosamente y tomó la bolsa antes de darme una pequeña sonrisa.
—Tenemos que hablar acerca de ellos —susurró —no quiero que...
Pero la frené antes de que pudiese continuar.
—No necesito saberlo —solté —no de ti al menos, tu no me conoces, Alicia, son ellos los que tienen que explicarlo, porque tu a mi no me debes explicaciones de lo que haces con tu vida.
—Solo era sexo y mencionaban su nombre cada vez que lo hacíamos —yo suspiré aparatosamente antes de rodearla y seguir adelante —me van a transferir, señorita, de verdad necesito soltar todo esto —mis pasos se detuvieron abruptamente.

Ella tomó eso como incentivo para seguir hablando.
—Me transfieren el lunes, este es mi último día aquí —mi mano fue hasta mi frente y la restregué suavemente.
—Tienes mi número, escríbeme y tomaremos un café —el suspiro de alivio que soltó llegó hasta mis oídos.
—Gracias.
Y sin esperar un segundo más retomé mis pasos y me adentré a la sala de reuniones en donde ya estaban todos los activos.
—Bien, ya podemos comenzar —avisé como si todos estuviesen esperándome a mi para eso, aunque era la realidad.
—Aun no, faltan siete activos más, señorita —contestó uno de ellos y sonreí arrogantemente.
—Poseo las acciones de esos siete, señor Cavalcanti —al mencionar su apellido se sorprendió de que lo reconociera —Así que sí, podemos empezar porque llegó a quien esperaban.
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