42. Reglas

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Las festividades habían pasado y ya era momento de volver a casa, después del desastre en nochebuena creía que lo necesitábamos, lo cual resultó una buena idea dado que mi familia me brindó su apoyo incondicional en esa situación, mis tías y primos inclusive.

Le escribí a Mark una vez llegué y a los minutos respondió entusiasmado, ambos nos habíamos extrañado un montón, tanto que la palabra nos quedaba corta.

La inquietud me carcomía, no sabía que le diría al canadiense una vez nos viéramos, después de todo habíamos dejado un cabo suelto. Pero antes, debíamos hablar sobre la relación actual con sus padres, por lo poco que Mark me había escrito su madre lo ignoró esos primeros días, el mayor nunca había tenido una navidad tan triste, por suerte su abuela fue de gran apoyo para el chico.

Sin dudas, Mark la pasó muy mal, quería en ese momento regresar y estar con él, aunque en realidad el joven poco respondía. Por suerte a los días su madre fue cediendo un poco y tuvieron una reflexiva plática, con su padre incluido, en palabras de él. Eso tranquilizaba mi corazón, no obstante; no sabía cuál sería el panorama para nosotros ahora.

Una vez bajamos del auto pude ver la curiosa cabecita de Mark asomándose por su ventana, le hice señas para que bajase pero este se negó con pena. De acuerdo, yo subiría.

Una vez en mi habitación, llamé en susurros a la ventana del mayor.

—Sssi~ Markuri—corrí a mi escritorio buscando bolitas de papel para lanzarle—¡Hey, Markly!

La ventana del contrario se abrió de golpe, mandándome a callar.

—¿Quieres que mis padres te escuchen?

Rodé los ojos.

—Me hubieras abierto antes, dame paso—dije, intentando trasladarme de casa.

—Ten cuidado, te puedes caer.

Reí sarcásticamente.

—Tonterías, ya soy todo un profesional—sujete su brazo, atrayendo así al chico y sus rosas labios consigo—Los tienes resecos... habrá mucho que hacer, ¿no es así?

Mark freno mis intentos por conseguir otro beso, dando un paso hacia atrás.

—Demonios, Donghyuck ¿Qué te hicieron las vacaciones que andas tan seductor?

Me acerqué un poco más a su oído, peligrosamente cerca de sus labios. Dejando un sonoro beso en su mejilla y riendo por el desconcierto del canadiense.

—Santa Claus no me dio mi regalo... ¿Tú si me lo darás?

El mayor relamió sus labios nervioso y tragó saliva un poco temeroso del significado de estas palabras.

—Feliz año a ti también, Donghyuck—expresó tímido, fallando rápidamente en su intento por cambiar de tema y comenzando un distanciamiento entre ambos.

La reacción de Mark me dejo claro que estaba comenzando a ponerse nervioso... y quizás también caliente, pero no iba a decir algo de eso aún puesto que yo no estaba en una posición muy diferente.

—Joder, es broma, Mark—reí, golpeando suavemente el hombro de este—Aunque si cambias de opinión...

El rojizo cuello y orejas de Mark parecían a punto de explotar, con su sonrisa incómoda que evitaba el contacto visual.

—¡Donghyuck!

Carcajeé aún más fuerte.

—Bien, tú ganas, es broma, aburrido...—acepte entre dientes—Como sea, ¿Por qué me ignoraste recién? Claramente me viste abajo.

Clase A  «MarkHyuck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora