3. Vecinos nuevos

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Esto era confuso, digo, ¿qué se supone qué pasó con la señora Lee? ¿Se mudará? Ay ojalá no porque ella me agrada un montón y siempre me da caramelos cuando me ve.

Una parte de mi me dice que espiar por la ventana a mis nuevos vecinos no es correcto pero la otra solo quiere saber precisamente eso ¿por qué carrizos hay vecinos nuevos?

—Oh, veo que ya te fijaste, son la familia de la señora Lee—informó mi madre casi como si leyese mi mente, irrumpiendo en la habitación, posicionándose detrás de mi.

Vaya, eso explicaba mucho.

—¿y ahora serán nuestros vecinos?—pregunté lo obvio

—Si, después de la muerte del Sr. Lee decidieron venir a vivir al vecindario para cuidar de ella— explicó—De hecho, creo que tienen un hijo como de tu edad, puede ser que te agrade, tengo entendido que no tiene muchos amigos. Deberías intentar acercarte—acaricio levemente mi cabeza, y sin más que decir salió de la habitación.

Mhm, con que un vecino cercano a mi edad. Debo admitir que me emociona, en este vecindario nunca he visto gente joven desde hace mucho, solo ancianos y familias con bebés.

Mientras transcurrían las horas y hacía tarea que había acumulado de toda la semana y que pensaba hacer al día siguiente pero al mi madre no ir a trabajar me tocó hacerla ese mismo día, solo pensaba en que ya quería ir a saludar a los nuevos vecinos, le había dicho a su madre pero decidieron ir el domingo para no interferir con su mudanza.

—Estoy muy aburrido, ¿cómo se supone que avance de esto? Yo no hablo inglés, solo coreano ¿por qué me mandan tarea de un idioma de países que puede nunca visite? Agh.

—Es importante para tú educación, Donghyuck—replicó mi madre.

—Tú y papá no saben inglés y nunca lo han necesitado, no veo el porqué yo si—e inflando mis mejillas enojado me encerré en mi habitación.

Agh, estupido inglés, estupido profesor Kim, estupida clase A.

Andan acabando conmigo. En la clase B no mandaban tantas tareas.

Después de una sesión entera en la que maldecia todo lo posible al idioma, la clase y el profesor. Terminé profundamente dormido en la alfombra de la habitación.

Al sentir una luz molesta proyectándose de la ventana, intuitivamente tomé la alfombra enrollándome para cubrirme del sol. Ah mierda, esta no era mi sábana.

Al levantarme podía sentir como toda la espalda me crujió, si, no debí quedarme dormido en el piso.

—Oh, veo que ya te levantaste—dijo mi padre entrando en la habitación viendo cómo que hallaba sentado en aquel suelo—¿qué haces en el piso?

—Me quedé dormido— exclamé haciendo un puchero.

Demonios, la espalda me dolía.

—De acuerdo, cámbiate y ve a la mesa a comer—manifestó, cerrando la puerta tras él.

Después de una ducha terapéutica, decidí que ya era momento para bajar a comer.

—Al fin bajas, querido—dijo mi madre mientras terminaba de hacer un revoltijo—Siéntate, vienes a tiempo

—Bueno, y al final ¿si podremos ir a saludar a los vecinos?—pregunté más ansioso de lo que quisiera admitir.

  Quizás y si me emocionaba un poco.

—Oh si, querido. Dentro de un rato haré una tartaleta, seria bueno si todos me acompañasen.

¿Qué no era obvio ya?

—Yo te acompaño, mamá.

Después de unas cuantas horas mi madre decidió que era momento de ir a saludar a la familia de la Sra. Lee

Baje con mi ropa común de andar en casa, unas bermudas y una camiseta blanca simple. Tampoco es que fuese a visitar a la primera dama.

Cuando llegamos la primera en recibirnos fue la Sra. Lee que al verme lo primero que hizo fue pellizcar mis mejillas y entrar rápidamente porque según iba a buscarme uno de los cupcakes que había preparado.

En cuanto se fue una señora de quizás unos 40 años se acercó para recibirnos.

—Ustedes deben ser del vecindario ¿no es así? Soy Michelle, su nueva vecina, un gusto—saludó, levantando su mano para que la estrecháramos.

—El gusto es mío— exclamó mi madre tomando de esta.

Después de unos veinte minutos en los que hablaban cosas sin sentido que realmente no me interesaban, pude descifrar que efectivamente olía a parrilla.

Agh, mi estómago rugía.

Sin ellos prestar atención me levante rápidamente para averiguar de dónde provenía el olor.

Cuando estuve frente a la puerta corrediza que daba al patio trasero decidí entrar, con tal, era solo el patio.

Al pasar lo primero que percibí fue una risa tan infantil que pensé que un niño pequeño estaba allá adentro.

Parecía un señor y un chico joven de más o menos mi misma estatura, aunque por la lejanía no podía realmente ver con claridad.

—¿Hay alguien ahí?—preguntó una voz gruesa acercándose cada vez más.

—Oh disculpe, no quise molestar—aseguré cuando ya estaba el hombre al frente, intentando dar la vuelta camino a la casa para retirarme.

—Oh no, tranquilo hijo ¿eres uno de los vecinos?— me preguntó haciéndome temblar.

El señor no se veía una mala persona pero por alguna razón me intimidaba.

—Eh si, señor. Soy su vecino de la casa de al lado—expliqué señalando mi casa.

—Perfecto, ¿te gustaría acompañarnos?— era muy amigable, pensó— ¡Minhyung, acércate!—Exclamó llamando a quien supongo es su hijo.

En cuanto más el chico se acercaba más podía detallarlo. Casi pego un grito al reconocer de quién se trataba.

—¿Mark Lee?

Clase A  «MarkHyuck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora