34. Silencio

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El chino se encontraba tieso sin emitir una palabra y con el rostro en un evidente ceño fruncido sin entender lo que ocurría. Por otro lado, Jeno ladeaba la cabeza de un sitio a otro como un niño chiquito, parecía esperar a que alguno dijese algo pero tanto Mark como yo estábamos perplejos, y seguramente, Renjun también.

Mamá seguía en la puerta mirando la situación y tal como el pelinegro podía sentir sus ganas de terminar con el incómodo silencio.

—Eh... yo les traeré un poco de pastel a ustedes también—habló mamá removiéndose y saliendo sin esperar respuesta.

Junté mis piernas en mi pecho, colocando el mentón en las rodillas. Esperaba que Renjun dijese algo, primero necesitaba saber que estaba pasando por su mente, no quería cagarla tan pronto.

Jeno suspiró y rodó los ojos tomando asiento en la silla del escritorio, se desparramó hastiado.

—Mientras tu madre nos trae pastel ¿podría alguno decir algo? Esto es incómodo...

Lo mire fijamente, si seguía de entrometido cambiaría mi visión sobre él.

—Oh, ¿quieres que hablemos?—respondí—Perfecto, ¿qué haces aquí con Renjun?

Por primera vez desde que llegó el rostro del chino pareció iluminarse, pasando por diversos tipos de colores mientras soltaba risitas involuntarias, rascó su nuca y negó.

—Yo, yo no vine con él.

Alce la ceja sin creerle nada.

—¿Entonces qué haces aquí, Jeno?—esta vez me dirigí al susodicho. Me divertiría un rato.

A diferencia del más bajo, Jeno se hallaba muy tranquilo, hasta seguro de su respuesta.

—Vine a ver cómo seguías del pie y me lo encontré en la entrada—explicó. Demonios—También te había comprado unos dulces pero los dejé en casa.

Jeno le quitó la diversión al asunto, ahora yo era el villano allí.

—Sí, dice que te ayudo en el hospital—secundó Renjun a la historia—Ya aclarado eso... ¿qué hace aquí Mark Lee?

El canadiense quien aún no se había proclamado, carraspeó un poco. La mirada que me regaló fue interrogativa, claramente no sabía que diríamos a continuación, yo tampoco lo sabía.

Sería muy fácil mentirle, decirle que simplemente había llevado la tarea a mi casa cómo su labor por ser el presidente estudiantil o que tal como el pelinegro, me había venido a visitar, pero la mirada oscura de Jeno y los ojos desconfiados y a la vez interrogativos de Renjun lo dificultaban. No quería seguir con la farsa.

—Mark... no puedo mentir más—el susurro fue suave. Sus ojos eran dubitativos y algo temerosos cuando su mano bajo hasta mis dedos y sonrió—Te mentí, Renjun.

Jeno sonrió satisfecho.

—Dijiste que no eran amigos—el más bajo miro a Mark sin entender y luego miro nuestras manos—Está claro que mentiste pero te dejaré continuar.

La vergüenza me estremeció por lo que diría a continuación, oírlo en voz alta siempre era extraño pero ahora decírselo a alguien más era mucho más penoso, quería cubrir mi rostro y no tener que ver su expresión cuando se lo dijese.

—Sucede que-

La puerta se abrió.

—Abran paso, con permiso.

Mamá se encontraba con la bandeja cargada entre sus manos con dificultad, colocándola en la mesa de la habitación rápidamente para poder salir cuanto antes. Siempre supe que sería una traicionera pero nunca pensé que fuera tan cobarde como para abandonarme en un momento como ese.

Clase A  «MarkHyuck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora