30. Impactante

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Junto a Mark a mi lado estábamos teniendo finalmente ese picnic que ambos habíamos postergado de día. El sol brillaba con gran resplandor sobre nosotros y la grama bajo nuestros pies me hacía sentir medianamente en paz, un sentimiento que disfrutaría plenamente sino cargara conmigo los recuerdos de la noche pasada.

—¿Qué tal te fue con Eunhee?—preguntó Mark una vez tomamos asiento en la tela.

Pose mi mirada en el cachorro un poco más lejos y asentí. No podía mirar a los ojos a Mark, no sabía cómo decirle lo que pasó. Sentía la culpa recorrer por mis venas, porque aunque nosotros no tuviésemos ninguna relación formal sabía que ese beso había estado mal.

Sólo temía que lo que tenía con el canadiense se fuera al barranco por ese incidente. Y es que, había tardado en entender mis sentimientos y me había costado muchísimo aceptarlos por lo que tenía miedo de que Mark se alejase nuevamente, y esta vez, por un error mío.

No obstante, no sería un mentiroso y haría algo como ocultarle la verdad. Me encargaría de mis actos y los enfrentaría.

—Ya sabes... lo normal.

El canadiense pronto frunció el ceño. No tenía idea de a qué iba, y cómo culparlo si yo tampoco podía entender mis propias palabras.

—¿Cómo que "lo normal"?—cuestionó repitiendo, confuso—No sé que es "lo normal" cuando rechazas a alguien, Donghyuck.

Meditando mi respuesta mire al suelo, pero la presión no era algo que congeniara conmigo y en un ataque de molestia alce la voz.

—¡Me dijo que estaba bien, ¿contento?!

Notando mi mal humor, se angustió. Mis entrañas cada vez se reprimían más, y me abofetee mentalmente por ser tan precipitado.

—Hey, ¿ocurre algo?—tomó mi mano y me animo—Me alegra que lo tomara bien, no quería que sufriese.

La imagen veloz de Eunhee entre lágrimas mientras me besaba me hizo soltar todo el aire. Por más que mi cabeza me decía que era algo que a cualquiera le podía pasar si estaba confundido, mi corazón no dejaba de doler. Lastimar a Eunhee era lo peor que pude hacer, y sus lágrimas sonriendo esa noche sería un recordatorio constante de lo mal que me porte.

—Ella... ella lloró.

La mano de Mark tocó mi hombro y rápidamente levantó mi mentón. Su mirada era triste pero sabía que intentaba de alguna manera reconfortarme, me leyó de una manera fascinante y cuando menos lo esperé me abrazo dulcemente.

—Ya entiendo porque estas así—manifestó. Quería decirle que no era cierto, que no entendía, pero no hallaba cómo hacerlo—Deja de atormentarte Hyuck, ya verás que pronto lo superará y estará con alguien que verdaderamente la quiera.

Viendo sus ojos amigables que intentaban reconfortarme, la culpa me ganó y en un impulso lo solté sin remediar.

—Mark, la besé.

La mano que antes sostenía mi barbilla cayó entonces, la cara de Mark se descolocó. No parecía feliz, pero tampoco molesto; no había adjetivo para calificarlo, él simplemente estaba muy neutral, y yo necesitaba que dijera algo o sino yo sería el que se molestaría.

Mi respiración se aceleró y mientras los segundos más corrían la incomodidad y nervios me consumían.

Tomó la canasta y la abrió sacando uno de los sándwiches que habíamos traído para ese día. Carraspeó antes de hablar y preguntó.

—¿Quieres uno?—su voz era baja pero aún así audible, me tendió uno de lo panes y sonrió a medias.

Mis sentidos estaban perdidos en lo que el mayor hacía, no parecía molesto, ni mucho menos celoso como creí. Sólo estaba ahí, ofreciéndome un sándwich. Empezaba a pensar que era más fácil si sólo hacía una escena.

Clase A  «MarkHyuck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora